Antes del WhatsApp y los teléfonos a color, uno tenía que reunir valor para realizar una llamada importante. Ese tiempo me tocó vivirlo como adolescente, y sin el afán de ser el protagonista de esta historia –o quizá sí-, el mayor reto que afronté en este sentido fue llamar a la casa de alguna chica con la esperanza de que ella contestara el teléfono y no su papá.Apretar cada dígito era toda una odisea, pero aguantar paciente a que alguien levantara el teléfono era cosa de valientes, porque en cuestión de segundos tu cabeza se convertía en un campo de batalla donde competía el deseo de colgar contra las ganas de convertirse en una persona madura y capaz de no trabarse al hablar.Aquello fue un reto de secundaria, pero años después, ya como reportero, volví a estar en un escenario parecido, sólo que en esta ocasión el número que marcaba no era el de alguna chica, sino el de Jorge Vergara.El año era 2016, un día antes se había estrenado la plataforma de Chivas TV y a mí me encomendaron la tarea de llamarle para pedirle cuentas y puntos de vista sobre el debut de este polémico proyecto.En un principio no me creí esa asignación, pensé que quizá no era para mí y que todo se trataba de un error en mi agenda, pero después mi jefe de aquellos años me envió el número por WhatsApp y una serie de sugerencias en caso de que el magnate me contestara la llamada, fue algo así como las instrucciones para llamar a Jorge Vergara.El previo a la llamada fue corto, pero duro, porque en mi cabeza comenzaron a brotar todos y cada uno de los recuerdos que tenía sobre Jorge. ¿Acaso era posible que el hombre que no aceptó los cuestionamientos de Johan Cruyff me contestara mis interrogantes sobre un proyecto que no nació del todo bien?Después también me pasó por la mente aquella ocasión en que el dueño de Chivas dejó mal parado a Carlos Albert en pleno programa. El ex futbolista realizó críticas muy severas a Jorge y entonces el empresario respondió cuestionando la integridad moral del ahora comentarista.Pensé que algo similar podría pasarme en caso de hacer molestar a Vergara, pero después recordé que yo jamás he sido funcionario y que tampoco me he visto inmiscuido en polémicas por irregularidades en obras públicas y entonces ese miedo se esfumó.Además de estos miedos un poco más elaborados también tuve el temor de que Vergara simplemente no atendiera el teléfono o me colgara después de explicarle lo que buscaba. Era una posibilidad latente, ¿no? Hay gente mucho menos influyente que él y que jamás otorga entrevistas a cualquiera que le llame de buenas a primeras. El rechazo era algo presupuestado.Una vez que marqué el número el momento había llegado. Era tiempo de que pasara lo que tuviera que pasar, estaba a punto de ganarme una decepción o una anécdota increíble para los amigos del barrio.- Buenas tardes, ¿con el señor Jorge Vergara?- Sí, él habla…