Martes, 23 de Abril 2024

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Amy Dickson, encantadora de serpientes

Por: Jaime García Elías

Amy Dickson, encantadora de serpientes

Amy Dickson, encantadora de serpientes

Toda obra artística, de cualquier índole, debió someterse, necesariamente, a un primer contacto con la crítica y el público. Muchas obras musicales que con el tiempo alcanzarían el rango de obras maestras, fracasaron en su estreno. El tiempo, pues -“supremo juez”, lo llamó Paul Dukas-, suele demorar su veredicto.

El tiempo, a propósito del programa del domingo en el Teatro Degollado, dentro de la vigésimo segunda edición del Festival Internacional de Mayo, ya convirtió en obra de repertorio a las Variaciones Enigma, Op. 36, de Elgar, que cerraron la función.

Su juicio con respecto a Na’Lu’Um, de Cristina García Islas, finalista en el Concurso Nacional Orquestal Jalisco 2018, en cambio, está en suspenso. La autora, joven, presente en la sala, dejó, más allá de abstracciones (“reconexión espiritual con el entorno natural”, “ofrenda a la Tierra, a la creación y a la vida”...), algunas pistas para el oyente en el programa de mano: “melodías cromáticas, acompañadas por contornos texturales, glissandos y cuartos de tono sutiles y repentinos”. El neófito, sin atreverse a descalificarla, diría que es una obra difícil de tocar, difícil de escuchar… y difícil de digerir.

La parte central del programa estuvo a cargo de la galardonada saxofonista australiana Amy Dickson. No lo hizo con alguna de las pocas obras consagradas, ya de repertorio, para su instrumento, sino con una adaptación para el mismo del Concierto para Violín No. 1, de Philip Glass. Compuesta en 1987, y dedicada a su padre (“Un hombre que no tenía ninguna educación musical, pero el tipo de persona que llena las salas de concierto”), la obra fue interpretada por primera vez en Guadalajara.

Sin referentes, pues, vale decir que Amy justificó la fama de que llegó precedida… aunque la orquestación, con Jesús Medina Villareal al frente de la Orquesta Filarmónica de Jalisco, quedó a deber, ya que en el primer movimiento (allegro) del Concierto, eclipsó casi totalmente a la solista. En el segundo (andante) hubo ocasión de apreciar el  buen gusto y la depurada técnica de sus ornamentaciones, dignas de un encantador de serpientes, a un ostinatto a cargo de las cuerdas, y en el tercero, el desarrollo de un tema contrapuntístico, paralelo al de la masa orquestal. Amy ofreció un encore acompañada al digderidoo (instrumento de viento del que salen sonidos, más que notas) por William Barton, quien estará el miércoles en la misma sala, con obras para su instrumento.

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