Sábado, 20 de Abril 2024

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Alfaro y los charros sindicales

Por: Rubén Martín

Alfaro y los charros sindicales

Alfaro y los charros sindicales

Todos los derechos vigentes en la moderna sociedad capitalista, son producto de las luchas sociales. Los derechos laborales no son la excepción. Si ahora existe en la ley una jornada laboral de ocho horas y otros derechos como un salario digno, seguro social, y otras prestaciones (aunque no siempre se respeten), se debe a las luchas y movilizaciones que la clase obrera llevó a cabo hace siglo y medio en contra de la explotación patronal avalada por los Estados nacionales.

El 1 de mayo no se conmemora el Día del Trabajo, como muchos creen, sino es el Día Internacional de los Trabajadores y se celebra en esa fecha por la histórica huelga de la clase obrera de Chicago, Estados Unidos que en 1886 convocó a una gran huelga para exigir la jornada laboral de ocho horas y que tres días después, el 4 de mayo llevó a cabo la llamada Revuelta de Haymarket, que terminó por represión de la policía y con la detención de varios dirigentes de la huelga. 

En junio de ese mismo 1886 empezó el juicio en contra de 31 imputados por la llamada Revuelta de Haymarket que al final terminó con la condena de ocho de ellos. De estos ocho, tres terminaron con penas de prisión y cuatro de ellos condenados a muerte mediante la horca. Son los llamados Mártires de Chicago. Fueron las organizaciones de los trabajadores y la Segunda Internacional socialista que convocó desde 1889 a conmemorar el 1 de Mayo como Día Internacional de los Trabajadores y recordar a los Mártires de Chicago.

Esta conmemoración por las luchas de clase obrera llegaron a México desde comienzos del siglo XX. Pero conforme las organizaciones de las clase obrera, uniones y sindicatos, fueron cooptadas y corporativizadas como apéndices del partido de Estado, el Partido de la Revolución Mexicana, posteriormente Partido Revolucionario Institucional (PRI), el 1 de Mayo dejó de ser una fecha para conmemorar la lucha de la clase trabajadora y se convirtió en un ritual de respaldo de las organizaciones dirigidas por los charros sindicales al Presidente en turno.

Por eso es una bofetada a las luchas de los trabajadores la “celebración” del 1 de Mayo que encabezó el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez,  quien se le ocurrió entregar reconocimientos a varios dirigentes de las organizaciones sindicales charras del estado.

Como se  recuerda, se llama charros sindicales a los dirigentes de las organizaciones de los trabajadores que trabajan para el Gobierno, su partido en turno y para los patrones  y cuyos sindicatos no tienen asambleas, no funcionan de manera democrática y que, en definitiva, no representan a los trabajadores sino que funcionan como correas de transmisión y control de los obreros.

El nombre se origina porque el Gobierno impuso en 1948 como dirigente del sindicato de trabajadores ferrocarrileros a Jesús Díaz de León apodado “El Charro” por su afición al jaripeo. Desde entonces, charrismo sindical es sinónimo de un sindicalismo espurio, que sirve a los patrones y el Gobierno y no a los trabajadores.

Justo este tipo de sindicalismo fue el que el gobernador premió con reconocimientos el pasado 1 de Mayo. Enrique Alfaro entregó reconocimientos a los dirigentes de la CROC, CROM, CTM entre otros. El gobernador premió a personajes como Rafael Yerena Zambrano, Antonio Álvarez Esparza y los hijos de Alfredo Barba Hernández que encabezó una fracción de la CROC y durante un tiempo fue el cacique político de Tlaquepaque.

Son personajes que no se ensucian las manos en las líneas de producción, que no saben lo que es vivir con carencias porque viven en la opulencia producto de las cuotas de los trabajadores o de los millones que consiguen al vender los contratos colectivos de trabajo a los dueños de las empresas donde venden servicios de protección sindical. 

Con seguridad el “reconocimiento” que Enrique Alfaro entregó el 1 de Mayo a los charros sindicales de Jalisco tiene el propósito de sellar una alianza política con estos personajes y sus organizaciones desprestigiadas y ahora debilitadas. 

Pero este reconocimiento es todo lo contrario a un intento de refundar la vida pública del Estado, como ofreció como lema central de campaña, y está lejos de ser una postura socialdemócrata, ideología con la que supuestamente se define Movimiento Ciudadano. El reconocimiento a los charros sindicales y la alianza con estos personajes es más parecido a la vieja política de la partidocracia tradicional que ha traicionado históricamente los derechos de la clase trabajadora del Estado. 

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