Domingo, 15 de Junio 2025

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Al margen de ellos, la realidad

Por: Augusto Chacón

Al margen de ellos, la realidad

Al margen de ellos, la realidad

Para la cuarta transformación (malhaya quien considere que transformar es inherentemente bueno) no cuentan pormenores como los individuos, mujeres y hombres, del género que sean, o pormenores como los pueblos, el campo, los lagos, montañas, ríos y mares, pormenores como los otros millones de especímenes de la flora y la fauna que pueblan el territorio. Para ella, la coloquial 4T, todo es simple: hay el pueblo, hay el medio ambiente, hay sus adversarios circunscritos en la Historia que declaró oficial y hay el futuro que nomás ella ve, que nomás ella se cree. Y si alguien propende a particularizarse por ejercer la crítica, por exigir derechos, por proclamarse libre en cualquiera de las advocaciones de la libertad, es expulsado de la peculiar biósfera cuatrotera, de su Historia y del pueblo, con el uso de su arma más feroz, el discurso: moteja al osado de conservador-adversario-neoliberal, lo ningunea, según definió Octavio Paz ese concepto, con mensajes atravesados por la moral que ella misma impone; reglas de su moral con las que no sólo sentencia, también redime (así descubrió el primer transformador que los narcos también son seres humanos y que sus madres están para ser saludadas). Dijimos del discurso su arma más feroz, por constante y ubicua, tiene otras: las fuerzas armadas, el abuso de poder, el espionaje, prensa pagada y la asociación con los ejércitos de criminales que la cuarta transformación encuentra amigables.

Para MAGA (Make America Great Again) -malhaya quien no considere que Estados Unidos era más grande antes- ciertos pormenores son los únicos relevantes: la raza, el color de la piel, el poder adquisitivo y el idioma que la gente habla; pormenores como la voluntad de las y los mandatarios de otros países por inclinarse en presencia del sumo sacerdote de MAGA (regalos árabes son bienvenidos); pormenores como el sitio preciso en el que las fábricas están instaladas o la actitud que cada sujeto tome hacia los embustes que se prodigan desde la Casa Blanca; pormenores punibles como los mensajes que de persona en persona circulan en referencia al creador del culto MAGA o los que intercambien prefiriendo a las naciones y culturas que son detestables para el emperador en vísperas. Tan pormenorizado el régimen MAGA que nociones como el mundo, la Constitución, los derechos humanos o los tratados comerciales le parecen abstracciones inentendibles. Nada más sencillo que determinar que el todo no existe, sólo una de sus partes, que no es Estados Unidos sino la voluntad del autócrata ¿para qué enredarse en la complejidad milenaria que representan las culturas inevitablemente imbricadas si puede uno, él, decretar que es una la que debe ser considerada, la de él? Y si de ahorrarse la monserga de pensar se trata, MAGA no ve la necesidad de contar la Historia, o alguna que fuera fruto de sus fiebres, sencillamente propone que lo previo es prescindible, el mundo nació con su régimen que es y será la historia de pormenores nacionalistas, racistas, clasistas, guerreros.

La necedad de quien mira todo a lo lejos. La necedad de quien sólo ve los detalles que le interesan. Una apela a la grandeza del pueblo, el actual y el pretérito, para fincar sus nociones de estado de derecho, de justicia, de libertad. El otro recurre a vaciar de contenido aquello de “We, the people of the United States” para trocarlo por I, your leader (yo, su líder). Las cosas no son así de fácilmente reductibles.

“Los compatriotas” que viven en Estados Unidos no son lo que la cuarta transformación supone: masa que llena de dólares las arcas del Banco de México y que ella presume; no son cabeza de playa en la que desembarca una cultura inmutable para colonizar a los norteños vecinos; no son, como le gusta clasificarlos, héroes y heroínas (no en los términos que su mirar de bulto histórico asume). Agredidos por las policías, desconocidos sus documentos de nacionalidad, repudiados por su color de piel, se volvieron algo que el morenismo prefiere ignorar: personas de una en una, a las que es necesario defender igual: de una en una; su pregón de que ahora cuida los derechos del pueblo se estrelló contra el tolete, contra la ilegalidad y la ignorancia, la propia y la ajena. Se quedó sin su arma más feroz: el discurso reduccionista, y las otras de las que dispone no existen de aquel lado de la frontera. Frente al detallista, el modo de hablar de la 4T, su entender de bulto y apelando a lo que desde ella lucen como bultos, la soberanía, el respeto y el diálogo lucen estériles. (A manera de nota al pie: la presidenta no ha dedicado atención con comedimiento a víctimas específicas, de las que en este país hay, todos los días, muchísimas).

Los blancos estadounidenses en los que piensa, a los que se dirige, en los que cree MAGA no son los solos artífices de lo que Estados Unidos es y representa, tampoco son el Atlas que sostiene al planeta. Son un detalle al que el régimen en Washington tendría que sumar muchos otros para entender el país al que gobierna y el rol de este en, como se decía románticamente, el concierto de las naciones. Pero decir concierto para el presidente de Estados Unidos es generalización inaprehensible, cuando mucho puede imaginar la sección de violines, siempre y cuando el concertino sea blanco, cristiano y rico.

El antídoto para el veneno de las ignorancias que gobiernan -por lo pronto nos hemos referido a dos- está en que cada persona significa, sus derechos, su libertad, sus anhelos, y si el espacio ético sobre el que los exijan es compartido, digamos a partir de los derechos humanos y la igualdad, entonces la idea “nosotros” tiene el valor más alto desde sus componentes; el inconmensurable valor comprendido en: we, the people of the United States y en: pueblo de México… ojalá leyeran a Borges: “una preferencia bien puede ser una superstición”.

agustino20@gmail.com
 

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