En el gran circo de la política, los actos cruciales rara vez ocurren bajo los reflectores. Mientras el público aplaude gestos vacíos, manos invisibles agitan banderas en la sombra, ocultando el verdadero movimiento tras cortinas de humo.El gobernante astuto no necesita probar su inocencia; le basta con redirigir miradas. Si la corrupción apesta, provoca un escándalo ajeno. Si el pueblo exige pan, le ofrecen un circo: una huelga estridente, un enemigo fabricado, una guerra cultural. Es el arte del desvío, esa alquimia perversa que convierte culpas propias en indignación ajena.Veamos un caso hipotético: un presidente acusado de malversar fondos públicos se envuelve en el manto de un conflicto laboral, inventado por él. Los medios -girasoles sedientos de drama- giran sus cámaras hacia la nueva crisis. Declaraciones ambiguas, promesas de diálogo, y el fraude original se esfuma entre noticias urgentes. La indignación, como un río desviado, inunda cauces que no amenazan al poder.No es simple cinismo; es ingeniería emocional. Saben que la atención colectiva es un recurso finito. Como magos de feria, dominan el juego de mirar aquí mientras roban por allá.La táctica es vieja. Maquiavelo la llamó virtú; los emperadores romanos usaban panem et circenses. En el siglo XX, Hitler demonizó chivos expiatorios, mientras Edward Bernays -padre de la propaganda- convertía deseos públicos en obediencia. Hoy, el manual sigue vigente: cuando en México estalló el caso Estafa Maestra (2017), el gobierno desvió el debate hacia reformas educativas; en España, el escándalo de los ERES se diluyó en polémicas territoriales.¿Cómo resistir? El ciudadano despierto debe afinar el oído y cuestionar el timing: ¿Por qué este tema hoy? ¿Qué hay tras el humo? Herramientas como el fact-checking, la comparación de fuentes y la memoria histórica son antídotos. Como escribió Naomi Klein: “El shock no es solo un evento; es un vacío que llenan los oportunistas”.El verdadero arte del poder no está en gobernar, sino en hacerte creer que lo ves todo -mientras te roban en silencio. Los mejores ilusionistas no usan varitas; usan también los titulares de los diarios.Aquí algunos ejemplos más recientes:El gobierno federal desvió la atención hacia la “soberanía energética” y el combate a las “élites neoliberales”, mientras callaba sobre los audios donde narcos mencionaban pactos con alcaldes morenistas.AMLO usó sus mañaneras para atacar a medios que investigaban los vínculos (ej. Latinus), tachándolos de “conservadores”. Así, el debate pasó de ser “¿Hay narcopolítica?” a “¿Por qué la prensa odia al gobierno?”.Se impulsó el tema de los “abrazos, no balazos” como política de paz, mientras se omitía que homicidios dolosos aumentaron un 15% en zonas con presencia de CJNG y Sinaloa.