Viernes, 26 de Julio 2024

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A partir de 2022

Por: Luis Ernesto Salomón

A partir de 2022

A partir de 2022

El mundo entró en el tercer año de una revolución alimentada, entre otras cosas, por la pandemia. Ante la amenaza sanitaria global, y la falta de autoridades mundiales, las naciones se han rebuscado para proteger a sus habitantes, adquirir vacunas y mantener las actividades económicas. Las restricciones a la movilidad han impulsado la inmersión digital que se acelera marcando hitos irreductibles. 

El temor ha impulsado a los movimientos nacionalistas como un combustible que pondrá a prueba a muchos gobernantes en el mundo. Al mismo tiempo, la economía se transforma aceleradamente cambiando los paradigmas del modelo industrial basado en el petróleo y el automóvil para entrar en una era donde la gestión de los servicios adquiere cada vez más peso y, sobre todo, en medio de crecientes tensiones entre China y Estados Unidos y Rusia. 

Aun en medio del torbellino podemos apreciar con claridad los efectos en la desigualdad social, el incremento de las tensiones geopolíticas y el descontento expresado en frustración. También podemos ver cómo luego del impacto se provocará una revisión general de los sistemas de salud que han demostrado, no estar preparados para semejantes episodios. 

Quizá dentro de algún tiempo se escriba que a partir de 2022 el mundo se verá inmerso en una revolución que transformará la manera de vivir y de pensar. La conciencia de la fragilidad de la vida, unida a las amenazas del cambio climático nos encamina hacia un cambio en la manera como nos transportamos, trabajamos y consumimos. 

Y más allá de las transformaciones tecnológicas que ya se anuncian, están los cambios en el pensamiento de las personas y las sociedades. Hace algo más de un siglo el mundo vivía otra ola transformadora, curiosamente luego de la pandemia de la llamada gripe española; entonces, el impacto de la revolución Rusa, la Primera Guerra Mundial y el cuestionamiento a la idolatría del progreso industrial, provocaron una revolución en la forma de vida. 

Entonces, como ahora, surgieron voces que plantean nuevos horizontes en el pensamiento: de esa ola surgieron la filosofía de Wittgenstein subiendo la escalera que hay que tirar una vez que se llega a lo más alto; en 1922 se publicó el Ulises de James Joyce que cambió la forma de narrar la realidad y la no realidad y Freud gestaba su análisis del Descontento de la Cultura. Entonces como ahora, una potencia económica emergía y los nacionalismos cobraban fuerza. Y aunque es claro que los paralelismos, en este caso sólo son especulaciones, sirven para ilustrar cómo vivimos una verdadera revolución cuyo final, como suele suceder con los torbellinos, no conocemos. 

Lo que sí sabemos es que, al mismo tiempo que se acentúa la digitalización, la soledad, el enfoque a los resultados descarnados, hay al mismo tiempo una cuestionamiento sobre el valor de la vida, el respeto a la dignidad y el aprecio a la libertad. Que las cuestiones religiosas se agitan y que el descontento, ese del que hablaba Freud, se esparce en muchas sociedades en el mundo, propiciado por los sentimientos de frustración.

Una enorme oportunidad se abre a partir de 2022, para comprender el alcance y dirección de esta revolución que vive la Cultura, la Economía y la forma de vida de nuestro mundo occidental. Es como una puerta cuyo umbral puede anunciar nuevos mecanismos de inclusión e igualdad social, que pueden encaminar el desarrollo de la técnica y la ciencia por el cauce del respeto a la dignidad personal; y que permita que los mecanismos de gobernanza abran espacios para evitar que la política se convierta en el simple dominio de la técnica del mercado electoral. 

El final de la pandemia traerá seguramente un horizonte más claro del rumbo del torbellino que nos agita y, seguramente traerá mejores formas de pensar y de vivir. Como hace un siglo, a partir del año 22, el mundo gira, virtualmente, más deprisa. La virtualidad de entonces era el lenguaje y el psicoanálisis, la de hoy la inmersión digital y el desdoblamiento de la personalidad.

luisernestosalomon@gmail.com

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