Fue, en su enésima edición, la Crónica de una Muerte Anunciada. Fue una prueba más de que “Quien vive de ilusiones, está condenado a morir de desencantos”.*Cuando México hizo la hazaña de debutar en el Mundial en curso venciendo a Alemania —el campeón defensor y gran favorito para revalidar el título, nada menos—, surgió un clamor para que a Juan Carlos Osorio se le ratificara como técnico nacional hasta el Mundial de Qatar 2022… ¡por lo menos!Ayer, una de las conclusiones de la derrota frente a Brasil es la convicción de que el técnico colombiano sacará sus canicas de la rueda, por su propia mano, en cuanto el Tri desembarque en territorio nacional… y que nadie derramará una lágrima por ello.*Ayer, sin embargo, entre los entendidos parecía haber consenso en que Osorio planteó criteriosamente el partido. En el primer tiempo hubo el orden y la aplicación necesarios para neutralizar al adversario. Se le presionaba en las salidas y se le cerraban los espacios atrás... Se consiguió, así, proyectar la imagen de que había paridad de fuerzas sobre la cancha. Se alimentó, por ende, la ilusión de que al final de la película podría reeditarse una campanada como la de Corea ante Alemania en la primera ronda, o como la de Rusia sobre España en la jornada dominical.La ilusión se desvaneció porque Brasil, en el segundo tiempo, fue otro. Apareció la inspiración. El taconazo de Neymar, en el borde del área; el drible de Willian; su pique hacia la raya; el zurdazo cruzado y el arribo puntual, relampagueante, del mismo Neymar frente al segundo palo para chocar el balón, fueron sendos destellos de lo que no se consigue con horas de estudio ni con semanas de entrenamiento.*Mientras Brasil atacaba de manera intermitente, sí, pero conseguía terminar cada uno de sus abordajes a la zona de definición con el correspondiente tiro al marco, México acusaba, más que la falta de idea, la falta de calidad individual o de los recursos colectivos adecuados para penetrar una defensiva en que Miranda y Thiago Silva fueron sendos baluartes.Fue así que Vela y Lozano se apagaron; que el “Chicharito” y Jiménez brillaron por su ausencia; que Herrera y Layún se perdieron en el campo; que sólo Ochoa se salvó del naufragio…, y que nadie insista, hoy, en extender el contrato de Osorio.
