Martes, 23 de Abril 2024

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* Nada para nadie

Por: Jaime García Elías

* Nada para nadie

* Nada para nadie

Emotivo. Intenso. Dramático… ¡Como debe ser una Final…!

Los goles, poco antes del descanso, le pusieron sabor a un partido en que, hasta entonces, se había luchado mucho y jugado poco. La consigna de los dos equipos, de entrada, era evidente: por sobre todas las cosas, no cometer errores. Con las fuerzas equilibradas y las intenciones compartidas, Monterrey y  América se neutralizaron mutuamente durante 44 minutos, hasta el punto de que Barovero y Ochoa, en los marcos, fueron punto menos que simples espectadores.
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El gol de Viñas —en rigor, autogol de Charly Rodríguez— que puso adelante al América, dispuso las cosas para que el VAR comenzara a adquirir protagonismo en el encuentro…

Primero fue el gol de Medina. Inicialmente invalidado por aparente fuera de juego, terminó por ser convalidado tras la exhaustiva revisión en la cabina, al comprobarse que el anotador estaba en buena posición. El VAR, pues, permitió que resplandeciera la verdad y prevaleciera la justicia.

Después fue la expulsión de Córdova. Lo que inicialmente había sido sancionado con tarjeta amarilla por el silbante, fue enmendado, también, por obra y gracia de la innovación tecnológica incorporada al futbol con la deliberada intención de reducir el porcentaje de los errores arbitrales y las correspondientes injusticias.

El gol de Viñas —en rigor, autogol de Charly Rodríguez— que puso adelante al América, dispuso las cosas para que el VAR comenzara a adquirir protagonismo en el encuentro…
 

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Los 40 minutos disputados a partir de entonces corresponden a los calificativos consignados al principio.

Fueron intensos, porque Miguel Herrera y Antonio Mohamed movieron magistralmente sus piezas: uno para resistir; otro para tratar de capitalizar la superioridad numérica. Fueron emotivos, porque el dominio territorial ejercido por el Monterrey le permitió exigir un par de intervenciones que hicieron recordar al Ochoa del partido contra Brasil del Mundial de 2014. Y fueron dramáticos porque llevaron el encuentro hasta la instancia de los minutos adicionales, en los que un lance inicialmente atropellado, con más músculo que seso, repentinamente propició la acción más vistosa de la noche: el control con el pecho de Funes Mori, de espaldas a la portería, y el remate de chilena, espectacular, para poner el balón lejos del alcance del portero.
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Así, lo que hasta entonces —minuto 95— parecía un resultado favorable para el América, porque jugaba de visitante y porque había manejado mediante esfuerzo y disciplina las circunstancias adversas en que jugó casi todo el segundo tiempo, dejó abierto el signo de interrogación para el desenlace de la historia.

Colofón: ¡nada para nadie…!

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