Miércoles, 11 de Diciembre 2024

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* Final feliz

Por: Jaime García Elías

* Final feliz

* Final feliz

“¡Muchos días de estos...!”, sería el corolario obligado para la página de oro que el Atlas escribió el domingo en su historia.

Ya lo dirá el tiempo...

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Vaticinar que vendrá una seguidilla de títulos a favor de los Rojinegros, más allá del buen deseo, sería necio: tan necio como descartarlo.

Por lo pronto, a partir del hecho consumado que hizo felices a legiones de aficionados que se habían convertido en coleccionistas de fallidas ilusiones, decepciones y amarguras, se impone pasar en limpio algunas reflexiones...

* De entrada, el mérito correspondiente a los jugadores en la conquista del campeonato. Todos, porque no en vano el Futbol se apellida Asociación, pero muy particularmente dos que fueron “caballos de hierro” por su asiduidad en las alineaciones, y pasaron de villanos a héroes en las jornadas culminantes: Camilo Vargas, por los dos penalties atajados, y Rocha por el gol fundamental en la batalla decisiva.

* A continuación, la directiva que apoyó el proyecto que hizo efectiva la “transformación” ofrecida como bandera, del equipo que en el pasado jugaba bonito, sí, pero se significaba por su mediocridad, hasta el punto de que solo daba alegrías a sus simpatizantes en dos circunstancias: una, cuando conseguía burlar el fantasma del descenso; la otra, cuando regresaba del purgatorio de la entonces Segunda División, a la que tres veces fue a expiar sus pecados.

* Finalmente, Diego Cocca. La mano del técnico, identificado con todo lo que el Atlas significa como fenómeno social, en México y en Guadalajara particularmente, desde sus tiempos de jugador; acertado en el manejo del plantel y sobre todo en la metódica construcción de un equipo ordenado, disciplinado y eficaz, como lo demuestran sus resultados y particularmente la conquista del título.

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Capítulo aparte merecen las decisiones arbitrales que de una u otra forma gravitaron en el desenlace de las batallas decisivas...

Además de que los rivales nunca se refugiaron en ellas ni las impugnaron con sus declaraciones para empañar los resultados o demeritar las victorias rojinegras, hay que subrayar que los fallos de los silbantes, ayer, hoy y mañana, aquí y en China, han sido, son y seguirán siendo polémicos por naturaleza: “justos” para sus beneficiarios, “atracos” para los afectados.

Y lo mejor de todo: que esta historia tuvo el final feliz, que ya merecían quienes vivieron tantos años de amarguras.

jagelias@gmail.com

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