Jueves, 18 de Abril 2024

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* “Es el Atlas…”

Por: Jaime García Elías

* “Es el Atlas…”

* “Es el Atlas…”

Lo que en otros equipos se lamenta, cuando sucede, como simple infortunio o como accidente del futbol, en el Atlas se interpreta como parte de una maldición que lo persigue, si no desde sus orígenes, sí, ciertamente, desde tiempo inmemorial…

Claro: hay que ser honestos. De la misma manera como partidos que ya parecían ganados, como el del martes ante los “Tigres”, finalmente se empatan, o partidos en que el empate se daba por hecho se pierden en los minutos finales, también ha llegado a suceder lo contrario: que en esos minutos finales se modifican, para bien, resultados negativos.

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Ganar, empatar o perder “a lo Atlas” es incorporar al resultado, para bien o para mal, una dosis de dramatismo. Muchas de sus victorias (o empates con sabor a victoria), a lo largo de su historia, han tenido el valor agregado de que se producen cuando ya pocos alimentaban la esperanza de que ocurrieran. Y a la inversa: muchas derrotas (o empates con sabor a derrota… como el del martes, precisamente) dejan en el paladar de sus simpatizantes un regusto extra de amargura.

Son cosas que, en el futbol mexicano, los seguidores de los demás equipos no comprenden… porque no lo han vivido tantas veces.

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Lo más fácil, considerando que se trata de una situación que parece haberse institucionalizado, por no decir que de una enfermedad incurable que aqueja al Atlas desde añejo, o, como prefieren suponer otros, de un encantamiento o hechicería al que no se ha encontrado el antídoto; lo más fácil, decíamos, es atribuir la reiteración de esos accidentes a cuestiones de carácter mágico; resignarse a que sigan sucediendo cada lunes y domingo, y cruzarse de brazos. “Total, es el Atlas…”.

Leandro Cufré, sus colaboradores y dirigentes y los propios jugadores del Atlas, sin embargo, harían bien en partir de la premisa de que la repetición de esos episodios obedece a la lógica.

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En el futbol hay un argumento invencible: el gol. Si se dispone de ingredientes como la intuición de Vargas para detener el penalti de Gignac y la enjundia que caracterizó al desempeño colectivo de su defensa durante casi todo el partido, las posibilidades del adversario se reducen considerablemente. Pero si se carece de la calidad para concretar situaciones claras como las dos que tuvo Isijara en el segundo tiempo, también las posibilidades propias disminuyen.

Así que…

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