Sábado, 04 de Mayo 2024

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- Tlayudas

Por: Jaime García Elías

- Tlayudas

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El léxico de las suculencias gastronómicas mexicanas es vasto: inabarcable. Va desde los populares tacos y tortas, en una gama infinita de variantes -blandos y dorados- y sabores, hasta el pozole y el menudo, pasando por uchepos, corundas, zacahuil (“el tamal más grande del mundo”), sin faltar postres como ates, chongos y coyotas, bebidas como el champurrado, el tejate, el tejuino o la cebadina, amén de algunas espirituosas (“agüita que ataranta”) como mezcal, tequila, pulque, sotol, charanda, bacanora y un interminable etcétera.

Súmense a todas las anteriores y a las muchas más que se omitieron (en función del reducido espacio y la precaria erudición en esa materia), las tlayudas.

-II-

Se trata, por si alguien lo ignora, de un clásico de la cocina de Oaxaca. Consiste en una tortilla de maíz de gran tamaño -llega a medir hasta 40 centímetros de diámetro; contrasta por sus dimensiones con las más usuales para los tacos de cabeza, tamaño confeti-, con sabor y consistencia muy diferentes a los de la tortilla tradicional. Ordinariamente se complementa con queso Oaxaca, tasajo asado o cecina de res y salsa picante. Poco comunes en la Ciudad de México y sus alrededores -donde, en cambio, es relativamente fácil encontrar tortas “cubanas” (totalmente desconocidas en Cuba) o de tamal-, las tlayudas alcanzaron el lunes pasado una celebridad inusitada merced a que Juanita, una vendedora ambulante de comida, mundialmente ignota hasta entonces, vio en la inauguración del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles un nicho de oportunidad para su digno oficio.

La anécdota, por supuesto, tiene infinidad de antecedentes. Uno de ellos: en la Expo- Bicentenario 2010, celebrada en Silao, Guanajuato, con siete pabellones temáticos sobre la Independencia de México y exhibiciones sobre los procesos independentistas de varios países centro y sudamericanos, había, por supuesto, a disposición de los visitantes, un área de alimentos. A la entrada, claramente señalizadas, estaban las dos opciones principales: hacia la derecha, la “cocina internacional”; hacia la izquierda, la “cocina mexicana”. Para quienes tomaban la primera, había, a su vez, tres opciones: hamburguesas, hot dogs y pizza... Para los malinchistas deseosos de enmendar el rumbo, había tacos, tostadas y “huaraches”.

-III-

No hubo el lunes, que se supiera, turistas internacionales propiamente dichos en el flamante aeropuerto “internacional” de la Ciudad de México. Si los hubiera habido, muchos habrían entendido, por experiencia propia, cuánta sabiduría encierra el refrán mexicano que enseña que “a falta de pan, buenas son cemitas”... (O, en su defecto, tlayudas).

jagelias@gmail.com

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