Miércoles, 24 de Abril 2024

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- Récords

Por: Jaime García Elías

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Que en Guadalajara se elaborara, la semana pasada, “el mazapán más grande del mundo” -de ocho toneladas de peso, para una degustación en que participaron más de 10 mil personas- y el suceso quedara consignado en el libro de récords Guinness, prestigia a la empresa, de raíces jaliscienses, de la que surgió la iniciativa… aunque no pase de ser, en el fondo, más allá de sus dimensiones descomunales, una simple ocurrencia, a medio camino entre la frivolidad y la trivialidad.

-II-

No es la primera vez, por lo demás, que alguien se propone realizar algo extraordinario, si no por su naturaleza sí por su magnitud, con la intención deliberada de convertirlo en timbre de orgullo para la ciudad. En septiembre de 2011, por ejemplo, en ocasión del Festival Internacional del Mariachi, 457 bailarines, debidamente ataviados, bailaron al son de música de mariachi; dos años después, 700 mariachis -queda la duda de si la cifra corresponde a grupos… o a mariacheros, que no es lo mismo- de varios países, tocaron de manera simultánea varias piezas de música folklórica; otra vez, los actuarios de Guinness tomaron debida nota de que más de cinco mil personas se reunieron frente a Palacio de Gobierno para corear al unísono una grosería multitudinaria, con dedicatoria a su inquilino en turno, en justa correspondencia a un desplante similar del susodicho.

-III-

Guadalajara, por lo demás, no tiene el liderato ni mucho menos la exclusiva en materia de implantar récords tan estrafalarios como insulsos. La inventiva, en esa materia, no reconoce límites… como tampoco los reconoce la facilidad con que muchos mortales se interesan en ellos y aun les dan un rango similar, verbigracia, a los récords olímpicos en temas que denotan velocidad, fuerza o destreza para ciertos deportes. De ahí, por ende, que el libro incluya sandeces y fruslerías como la de una pareja de estadounidenses con tatuajes en 97% de su superficie corporal, o las colecciones de osos de peluche o muñecos de Batman (más de ocho mil piezas en ambos casos…, por cuenta de estadounidenses, of course).

Si una de las primeras intentonas de inscribir a Guadalajara en el Libro Guinness fue la tolvanera en que degeneró una tumultuaria y fallida clase de aerobics en el Parque Metropolitano, no estaría mal que la próxima vez se pensara en algo positivo y ejemplar; algo que repercutiera, pongamos por caso, en la limpieza o el orden de la ciudad… (que bastante falta le hacen, por cierto).
 

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