Jueves, 28 de Marzo 2024

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- “Qué bonito soy...”

Por: Jaime García Elías

- “Qué bonito soy...”

- “Qué bonito soy...”

Quizá no sea una patología o una alteración de la personalidad que necesariamente amerite la intervención de un sicólogo, pero el narcisismo (por definición, “admiración exagerada por sí mismo”), lo mismo en un ciudadano común que en un presidente de la República es, ciertamente, una condición anómala, enfermiza. Preocupante, en una palabra.

La concentración (“fiesta cívica y combativa”, según eso) convocada para la tarde de este miércoles en el Zócalo de la Ciudad de México por el Presidente López Obrador, para ofrecer un informe (con minúscula) y celebrar el tercer aniversario de su toma de posesión, por ejemplo.

-II-

En el caso del Informe (con mayúscula) que por mandato constitucional debe rendir anualmente a la nación el titular del Poder Ejecutivo, los observadores serios, imparciales, objetivos, siempre consideraron grotesco, grandilocuente, absolutamente innecesario, el aparatoso espectáculo que lo rodeaba: las multitudes que vitoreaban al mandatario en su trayecto -en el célebre Lincoln descapotable que solo se usaba para eso- desde la entonces residencia oficial de Los Pinos hasta la Cámara de Diputados y luego a Palacio Nacional; la lluvia de confetti desde las azoteas de todos los edificios; el interminable “besamanos” -con larguísimas “colas” previas- de los “distinguidos invitados” a un acto supuestamente republicano aunque ostensiblemente monárquico.

Las insolentes “interpelaciones”, institucionalizadas por algunos majaderos diputados, obligaron a modificar el protocolo. Sin embargo, la proclividad a los “baños de pueblo”; las referencias recurrentes a la popularidad que reflejan las encuestas; la programación de “informes trimestrales”; la convicción -expresada en una de sus recientes “mañaneras”- de que si él no fuera Presidente “México estaría hundido en el caos”; el afán de convocar a multitudes a su alrededor, como la programada para esta tarde, denotan una tendencia acentuada -enfermiza quizás- a ser la novia de todas las bodas o el Niño Dios de todos los Nacimientos.

-III-

Habrá miles de personas esta tarde en el Zócalo capitalino, casi seguramente. La mayoría de ellas, muy probablemente, simpatizantes del Presidente, legítimos por lo demás... Pero habría otras tantas, quizá, si se invitara a sus críticos, igualmente legítimos por más que se les tilde despectivamente de “conservadores”, “neoliberales” o “fifís”.

De donde se desprende que los criterios de popularidad o impopularidad no necesariamente son los mejores para evaluar el desempeño de un gobernante... aunque éste esté en todo su derecho de cantar “Qué bonito soy, qué bonito soy, como me quiero” mientras se ve, todas las mañanas, en el espejo de Blanca Nieves.

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