Incluir, en el mismo discurso, a la Virgen de Guadalupe y a Benito Juárez, equivale -valga la analogía- a sumar guajolotes con escobas, y dar el resultado en plumeros. Mire usted…-II-El mensaje del Presidente López Obrador, el sábado, en el sentido de que “Entre todos los símbolos, los mexicanos sitúan en primer lugar la veneración a la Virgen y en segundo el respeto a Juárez”, reavivó un debate más que centenario, que resurge a la menor provocación…Que el Presidente de la República aludiera, en términos encomiásticos, el culto guadalupano, ofendió tanto a los creyentes como a los jacobinos más recalcitrantes. Desempolvó rencores añejos. Un ejemplo, las recriminaciones -de tirios y troyanos- al entonces presidente López Portillo, si no por la cortesía que tuvo con el Papa Juan Pablo II al recibirlo, en su calidad de jefe de estado, en su primera visita a México, sí porque se permitió la celebración de ritos religiosos -misas y homilías, concretamente- en espacios públicos y no solo en el interior de las iglesias, y que los ministros de culto vistieran sotanas, casullas, estolas y mitras en la vía pública; todo ello, en contravención de las leyes vigentes a la sazón. Otro, las críticas al entonces Presidente Salinas por las reformas constitucionales que permitieron restablecer relaciones con el Vaticano y concedieron el rango de ciudadanos, para casi todos sus efectos, a los ministros de todas las iglesias. Uno más, los reproches al entonces Presidente Fox por haber participado de manera ostensible en un acto religioso en el monumento a Cristo Rey en el Cerro del Cubilete y por haber asistido a misa el día de su toma de posesión.-III-Más allá de la leve tolvanera que levantó el párrafo final del mensaje presidencial, el sábado, la ausencia de fieles -y, en consecuencia, de multitudes… y, en consecuencia, de posibles contagios de COVID-19- se debió, por sobre todas las cosas, a la energía de las autoridades (civiles y eclesiásticas) al disponer el cierre de la Basílica de Guadalupe, del 10 al 13 de diciembre, y tomar las medidas conducentes.Porque, por contrapartida, la celebración de fiestas (las “posadas” en puerta, por ejemplo), los tumultos sistemáticos en las tradicionales zonas comerciales de México, Guadalajara y otras ciudades, o las severas restricciones impuestas por las autoridades de Monterrey, demuestran que la nunca bien ponderada “responsabilidad del pueblo” opera mejor si la macana del policía -aunque será simbólica- acecha, que si no…
