Sábado, 20 de Abril 2024

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- Perspectivas

Por: Jaime García Elías

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“¿Qué les espera a los jóvenes que salen de las universidades o que decidieron trabajar después de la preparatoria o la secundaria? ¿La migración? ¿La informalidad? ¿El autoempleo?... ¿Acaso en este contexto no debemos pensar que el crimen ya es desde hace tiempo una opción de vida?”.

Las interrogantes anteriores se plantean en un Documento de Trabajo de la LX Legislatura de la Cámara de Diputados, elaborado en junio de 2015. El texto señalaba una lacerante realidad aún vigente: la deserción escolar por razones económicas, el desempleo, los bajos salarios o las modalidades de trabajo sin derechos ni prestaciones, que reducen las oportunidades de realización profesional para los jóvenes.

-II-

De manera complementaria, la Encuesta Nacional de Ocupación consigna que, en México, más de la mitad de las personas desempleadas tienen entre 14 y 29 años de edad. El crecimiento económico del país está estancado desde hace tres décadas, lo que se traduce en que la oferta del mercado laboral sea inferior a la demanda, y se generen fenómenos como que los jóvenes -según expresan algunos “graffiti” en varias ciudades del país- “prefieren morir pronto, pero con dinero, a vivir muchos años en la pobreza”.

En ese entorno, la asociación civil “Reinserta a un Mexicano” realizó un estudio a partir de entrevistas a 89 adolescentes privados de la libertad, 67 de los cuales fueron miembros activos del crimen organizado, en Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Guerrero, Oaxaca, Quintana Roo y el Estado de México, acerca de los niños y adolescentes que han sido cooptados por la delincuencia organizada para desempeñarse como “halcones” o sicarios (EL INFORMADOR, X-14-21, p. 6-A): un fenómeno que ha ido en aumento debido, según el mismo estudio, a “la falta de políticas públicas para combatirlo” (la consigna de “abrazos y no balazos”) y la impunidad de quienes involucran a menores de edad en sus actividades delincuenciales.

-III-

Uno de los jóvenes refiere que a los diez años empezó a “trabajar” para un cártel dedicado al narcotráfico, la extorsión y el secuestro, por 7 mil pesos quincenales; (en un empleo “normal”, el salario mínimo general es de 4 mil 251 pesos... mensuales). De “halcón” ascendió varios peldaños, hasta llegar a sicario. Como tal -indica- su trabajo consistía en “levantar (secuestrar), asesinar, descuartizar y cocinar” (disolver cadáveres), lo que genera salarios hasta de 25 ó 30 mil pesos mensuales... a los que difícilmente accede un profesionista.

¡Y luego nos asustamos porque los índices de criminalidad siguen al alza...!

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