Viernes, 29 de Marzo 2024

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- “Jálogüin tapatío”

Por: Jaime García Elías

- “Jálogüin tapatío”

- “Jálogüin tapatío”

Que el “halloween” (la noche de brujas de la cultura sajona) tienda a institucionalizarse en Guadalajara -asiento, dizque, de muchas de las mejores tradiciones mexicanas (la charrería y la música de mariachi, muy señaladamente)-, es lamentable. Que también tienda a institucionalizarse el “jálogüin a la tapatía”… es más lamentable todavía.

-II-

Expliquémonos: el “halloween” propiamente dicho ha ganado terreno merced a la transculturización, inevitable en muchos aspectos, vinculada con la modernidad. Originario de países sajones, algunas de sus manifestaciones más características serían las fiestas de disfraces, la visita a casas encantadas, la lectura de historias de miedo o la exhibición de películas de terror. En los países hispanoamericanos que lo han adoptado, los niños, disfrazados, salen a pedir dulces a las casas del barrio.

En México, dado que la celebración del Día de Muertos es una de sus más antiguas y ricas tradiciones (la UNESCO la declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad), se ha intentado, si no precisamente combatir el “halloween”, sí, al menos, de dar preponderancia a la añeja práctica vernácula.

El “jálogüin a la tapatía”, que se ha vuelto sistemático en los últimos años, consiste en que en algunas colonias del Oriente y de Zapopan, principalmente, grupos de mozalbetes, provistos de piedras, huevos y globos o bolsas de plástico llenos de pintura, la emprenden, desde el atardecer, contra los camiones del transporte público… Advertidos de que las unidades podrían ser dañadas -como de hecho sucedió-, muchos conductores, apoyadas por las empresas y aun por las autoridades, suspendieron el servicio, con la consecuencia previsible: que muchos usuarios tuvieron que sacrificar su economía para regresar en taxi a sus hogares después de la jornada laboral, y que muchos más lo hicieran a pie.

-III-

Aunque se conocían los puntos específicos en que los rufianes se reúnen a perpetrar sus tropelías, se reportó que más de 150 camiones que circularon, pese a todo, resultaron vandalizados. No se reportó, en cambio, que la policía implementara “operativos” -como pomposamente se les denomina-, en consonancia con su carácter supuestamente “preventivo”,  ni que realizara detenciones, como corresponde a un servicio público cuya misión fundamental consiste (¡en teoría...!) en guardar el orden público y detener a quienes, en flagrancia, cometen delitos como el daño en las cosas o el pandillerismo.

¿Qué sigue…? ¿Que conductores y usuarios del transporte público salgan armados para defender su derecho a hacer su vida ordinaria…? ¿Qué haya enfrentamientos…? ¿Qué haya víctimas…?

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