Impericia, torpeza, ineficiencia. Llámese como se prefiera… De todo eso fue una exhibición el fallido operativo del pasado día 17 para tratar de detener a Ovidio Guzmán López, hijo del celebérrimo “Chapo”, en atención a una solicitud de extradición del gobierno de los Estados Unidos, al efecto de procesarlo por narcotráfico y otros delitos.-II-Ni el relato pormenorizado de los secretarios de Seguridad Pública y la Defensa Nacional, ni la glosa posterior del Presidente López Obrador, ayer, aportaron nuevos elementos de juicio. Más allá de algunas escenas de la captura de Guzmán y varios croquis relacionados con la reacción casi tumultuaria de cientos de sus cómplices, nada hubo, hasta donde pudo advertirse en las reacciones de la opinión pública, que modificara el consenso mayoritario al que se llegó desde el primer momento: que abortar el operativo, liberar al detenido y replegar a las fuerzas del orden fueron, en efecto, las decisiones más prudentes, a la vista de las inquietantes circunstancias; que haber intentado llevar el multicitado operativo hasta sus últimas consecuencias, habría redundado, casi seguramente, en el mejor de los casos, en una victoria pírrica, en la que probablemente hubieran sido mayores los estragos sociales e institucionales -un baño de sangre para los pobladores de Culiacán y los consiguientes señalamientos para las autoridades- que los beneficios. Lo cual justifica, en gran medida, la decisión tomada… pero no exime a quienes fueron incapaces de hacer su trabajo con la eficiencia y pulcritud deseables, de ser señalados, como se apuntó al principio, por su impericia, su ineptitud y su torpeza.-III-¿Qué sigue…?Es poco probable que la autoridad vaya a sacar algún espectacular conejo de la chistera para recuperar el crédito ante la opinión pública. El Presidente López Obrador lo dejó muy claro: el Gobierno no utilizará la fuerza para combatir al narcotráfico; “Ya no hay guerra…”. Por otra parte, el gobierno norteamericano seguirá persiguiendo a los narcotraficantes… y consintiendo a los consumidores. Y por la otra, los narcotraficantes -detrás de los cuales, como quedó de manifiesto en la relatoría que dio el show de la temporada en “la mañanera” de ayer, hay legiones- seguramente dieron acuse de recibo y tomaron debida nota del inequívoco mensaje implícito en el episodio del día 17 en las calles de Culiacán y en la glosa del mismo ayer en Palacio Nacional: “Sírvanse disculpar las molestias que ocasionalmente les causamos; trataremos de ser más cuidadosos en lo sucesivo…”.