Pocos vocablos hay en el idioma español, y en el uso que se le da en México, especialmente cuando van de por medio asuntos políticos, tan manoseados -y, en consecuencia, tan devaluados- como el verbo exigir. Ayer, por ejemplo, se publicaba en estas páginas que la Coparmex (Confederación Patronal de la República Mexicana) Jalisco, en voz de su presidente, Mauro Garza Marín, “exige al Gobierno de Andrés Manuel López Obrador concluir la Línea 3 del Tren Ligero…”.-II-De entrada, antes de incursionar en el resbaladizo terreno del idioma y en el aún más resbaladizo de la política, vale decir que la exigencia se justifica. Primero, porque la suspensión de la obra -que supuestamente concluiría este mismo año-, por insuficiencia del presupuesto asignado para la misma por el Gobierno federal, ocasiona perjuicios, directos o indirectos, a los cinco millones de habitantes de Guadalajara. Segundo, porque la suspensión deja en el aire la posibilidad de que las autoridades locales articulen, en torno a ella, un sistema integral de transporte público que no resolverá, ciertamente, pero posiblemente aliviará la cada día más conflictiva movilidad de la Zona Metropolitana. Y tercero, porque la demora implica, necesariamente, un mayor encarecimiento de la misma: de los tres mil millones de pesos (adicionales a los mil millones asignados por la benevolente Federación) presupuestados a principios de este año, a los que se requieran -tomando en cuenta la inflación… y eventualmente el deterioro de la obra ya construida, actualmente abandonada- cuando “el Supremo Gobierno, que no se equivoca nunca” (Pito Pérez dixit) tenga a bien levantarle el castigo -por pecados que sólo él sabe… o imagina- al gobierno (y, de paso, al pueblo) de Jalisco.-III- Exigir, diccionario en mano, significa “pedir imperiosamente algo a lo que se tiene derecho”. Porque se supone que los beneficios de la obra se ponderaron desde antes de que ésta arrancara, hace cinco años, se supondría que es indiscutible el derecho de los habitantes de Guadalajara (y del organismo empresarial que habla en su nombre) para plantear esa exigencia…Aunque, considerando que vivimos en una sociedad vertical, imperial, en que la voluntad soberana del gobernante se impone, de manera aplastante, sobre los derechos de los gobernados, quizá sería preferible utilizar un verbo menos agresivo, más al gusto de los gobernantes eventualmente permeables a la zalamería de los súbditos (exhortar, por ejemplo), para no provocar su ira... y sí, en cambio, granjear las migajas de su simpatía.
