Sábado, 20 de Abril 2024

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- “Días Santos” (y II)

Por: Jaime García Elías

- “Días Santos” (y II)

- “Días Santos” (y II)

Cambian los tiempos…

Los más ancianos de la comarca aún atesoran, entre las entrañables vivencias de su niñez, los recuerdos de las celebraciones de Semana Santa en las iglesias de la Guadalajara “provinciana y recoleta”, como la llamó Agustín Yáñez… En la Catedral, por ejemplo, la presencia, en los “oficios de laudes”, el Jueves Santo, de algunos “diletantes” atraídos por el exquisito programa de música sacra que solía confeccionarse para el efecto. O las providencias que tomaban “las buenas familias” para que la servidumbre “apartara”, primero, las bancas que ocuparían “las señoras” que por ningún motivo se abstendrían de participar devotamente en el Vía Crucis, el Viernes Santo, ni mucho menos se perderían la elocuente homilía -cada año diferente, cada año mejor que la anterior- de monseñor José Ruiz Medrano sobre la Resurrección (“¡…y la piedra se movió…!”); y luego, a la mitad de la ceremonia, discretamente les acercaran sendas tazas de chocolate caliente que operarían el portento de atenuar un tanto aquella experiencia “penitencial”.

-II-

Aquellas prácticas cambiaron, ciertamente. La religiosidad popular ha decrecido. La excepción a esa regla -signo de los tiempos- sería, en nuestro medio, la tradicional “Llevada” de la imagen de la Virgen de Zapopan a su santuario, el 12 de octubre, acaso más por folklore que por piedad… Adicionalmente, las circunstancias imperantes (la contingencia por el coronavirus y las medidas, tomadas en nombre de la sensatez, orientadas al distanciamiento social para evitar contagios) hicieron que las autoridades civiles y eclesiásticas emitieran, de manera coincidente,  recomendaciones que un gran porcentaje de la población ha acatado de buen grado por considerarlas pertinentes.

Es poco probable que tales disposiciones contribuyan a que en los “Días Santos” la interiorización sobre los sucesos que la Iglesia conmemora, desplace a la creciente tendencia -en circunstancias normales, subrayémoslo- a la dispersión y a la frivolización de las otrora piadosas prácticas. El significado social de la Semana Santa (descanso, vacaciones, diversión…) desplazó al significado religioso que tuvo antes de la secularización de las costumbres que todos advierten… pero cada vez menos lamentan.

-III-

La forzada reclusión y las secuelas personales, familiares, sociales y económicas de una experiencia inédita para las actuales generaciones, invitan a esperar, con esperanza, la vuelta a la normalidad.

Una vuelta incierta para muchos, lamentablemente…, y que, en todo caso, no está tan cercana como antaño solía estar el Domingo de Resurrección -la mayor fiesta del calendario litúrgico: mayor aún que la Navidad- con respecto al Viernes Santo.

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