“Si hoy fueran las elecciones…”.El ciudadano común se truena los dedos. Cavila. Repasa los nombres de los virtuales candidatos que casi seguramente aparecerán en la papeleta correspondiente a la elección de Presidente de la República… De los hoy “precandidatos” y de los dos o tres aspirantes afanados en agregarse a la lista, difícilmente hay uno que entusiasme o ilusione a los potenciales electores. Los más ancianos de la comarca coinciden: pocas veces habían visto, en ese aspecto, a tan corta distancia de la supuesta “fiesta cívica” –que, por cierto, ojalá lo sea realmente— un abanico tan incoloro y un panorama tan sombrío.-II-En lo que llegan las campañas propiamente dichas, y con ellas algo que encienda la luz, los ciudadanos que interpretan su voto como un compromiso por inclinar la balanza a favor del candidato más idóneo para manejar los destinos del país con visión de estado y altura de miras, buscan, desesperadamente, señales…Por ejemplo, “El Bronco” (Jaime Rodríguez, gobernador con licencia de Nuevo León y aspirante a candidato independiente). De gira por Guanajuato, anticipó que su gabinete de seguridad estará integrado “por los mejores”. (Los demás candidatos dirán lo mismo, seguramente, de sus colaboradores; ya el tiempo les quitará las máscaras…). Anticipa “cuatro requisitos” que deberán cumplir los interfectos: “primero, tener permiso de su esposa o marido; segundo, demostrar que tienen resuelta su vida económica; tercero, no pertenecer a ningún partido político; y cuarto, deben emocionarse y querer trascender como mexicanos”... Con respecto a su capacitación, por escolaridad o por experiencia en el desempeño de cargos públicos, descarta a “gente de Harvard, porque ellos han destruido al país” (como si todos los mexicanos egresados de Harvard hubieran sido funestos para el país); en cambio, entre gente “que haya sacado 10 en la escuela” y otra “que sepa lo que es el hambre y la necesidad”, descalifica a los primeros y se pronuncia, sin más, por los segundos.-III-De ideas, cero; de proyectos concretos, nada; de programas de gobierno, ni uno solo; de acciones propiamente dichas, ídem… Sólo ocurrencias y frivolidades.Supondrá quizá, “Bronco” al fin (el apodo que el señor Rodríguez ha adoptado como nombre propio, por cierto, significa “tosco, áspero”… y es evidente que lo retrata de cuerpo entero), que los ciudadanos le otorgarán en las urnas el voto de confianza para poner en sus manos buena parte de su destino, como decían las abuelas de antes, “nada más por su linda cara...”.
