Jueves, 25 de Abril 2024

“Vaquero del mediodía”, va tras el rastro de una leyenda

El escritor Diego Enrique Osorno hace una oda poética al desaparecido Samuel Noyola con un proyecto que le tomó más de una década para construir

Por: El Informador

Recuerdo. La búsqueda llevó a Osorno a comprender de mejor forma al enigmático poeta. En la imagen, un fotograma del documental. CORTESÍA

Recuerdo. La búsqueda llevó a Osorno a comprender de mejor forma al enigmático poeta. En la imagen, un fotograma del documental. CORTESÍA

La poesía es un pilar elemental en el quehacer periodístico de Diego Enrique Osorno, quien en su más reciente trabajo fílmico “Vaquero del mediodía” pone sobre la pantalla a una de las personas que le ha generado inquietud y más curiosidad sobre el ejercicio literario: el poeta Samuel Noyola García.

A través de este proyecto iniciado en 2009, Diego Enrique Osorno teje las pistas de Samuel Noyola, el fascinante poeta desaparecido, quien es considerado como una de las grandes plumas de la poesía contemporánea, vivió contextos de decadencia hasta no dejar más rastro de su presencia física, aun cuando Octavio Paz lo perfiló como el poeta más destacado de su generación.

“Yo leo a Samuel casi a diario desde hace mucho tiempo, lo leo con más intensidad cuando tengo que cubrir temas duros como reportero. Para mí, la poesía ha sido el bálsamo que me ayuda a poder investigar muchas de las cosas horrendas de los crímenes que han ocurrido en nuestro país. Sin poesía yo no podría ser reportero y especialmente sin la poesía de Samuel”.

Diego Enrique Osorno recuerda que con la intención de encontrarlo y buscarlo en los lugares en los que se creía podría localizar a Samuel Noyola, se topó con diversas versiones y testimonios que trazaban parte de la vida del poeta, de sus miedos, de la transición que tuvo hasta vivir en la calle y estar en la cárcel, de su relación con la cultura y un México que no logró entenderlo.

“Empecé el proyecto hace 11 años, en una búsqueda de Samuel, quien en ese momento ya empezó a dejar pocos rastros de su presencia y a mí me inquietaba mucho si necesitaba ayuda en ese momento. Después de empezar una búsqueda más física y concreta de él como individuo, me fui dando cuenta que se trata de alguien que tenía muchas aristas muy interesantes y contradictorias a veces, que en cierta forma representaba una figura bohemia, ya casi en extinción”.

En su búsqueda, Diego Enrique Osorno fue atesorando las entrevistas que realizaba con familiares, amigos, colegas y hasta detectives, visitando también los lugares en los que Samuel Noyola estuvo como una leyenda en la que siempre antepuso lo que más le importaba en la vida: la poesía, y que a la fecha también marca una ola de nuevos lectores que recién descubren la aportación que Noyola hizo desde las letras.

“Me da la impresión de que en la nuevas generaciones un intento de encontrar en todos esos poetas, borrados por la crítica oficial, que podrían dialogar con ellos. A lo largo de estos años yo hice reuniones en Monterrey, Guadalajara, Ciudad de México e incluso en Nicaragua, con jóvenes a los que les llevaba la poesía de Samuel sin darles más detalles y todas estas tertulias donde los jóvenes descubrían la poesía de Samuel acababan con mucha discusión y reflexión alrededor de su obra”.

Investigación. En su inquietud, Diego Enrique Osorno (a la derecha) trató de buscar el rastro de Noyola en los lugares donde se creía podía haber estado, pero la ruta lo llevó a diversas versiones y testimonios. CORTESÍA

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“Vaquero del mediodía”, documental de Diego Enrique Osorno, disponible en cines comerciales a partir del 20 de marzo en ciudades como Guadalajara, Monterrey, Ciudad de México, Tijuana, Zacatecas y Oaxaca, entre otras.

No quería casa, familia o trabajo

En “Vaquero del mediodía”, Diego Enrique Osorno comenzó una formación profesional como detective en Miami, vertiente que lo impulsó a explorar otras aristas en la vida de Samuel Noyola, y que también darán paso a nuevos proyectos —aún en sigilo— bajo este formato.

“Al entender su juventud y su origen de vida encontré claves que me parecieron interesantes; él ya tenía una visión, desde muy joven, muy clara de que no quería tener casa, no quería tener familia o trabajo, digamos que esa vida nómada bien puede ser resultado de la dificultad de la vida, de los problemas que todos enfrentamos cuando vamos creciendo, pero en cierta parte también de una decisión propia de Samuel. Quiero dejar esa puerta abierta, que el espectador haga una valoración propia conforme a sus propias creencias, no lo quiero cerrar a un solo aspecto. La personalidad de Samuel es todavía más enigmática”.

JL

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