Jueves, 25 de Abril 2024

El hotel más delicioso (y curioso) del mundo

Por: AFP

Bratwursthotel. Su dueño, Claus Böbel, posa encantado con un peluche de puerquito. AFP

Bratwursthotel. Su dueño, Claus Böbel, posa encantado con un peluche de puerquito. AFP

Salchicha en el menú pero también en el papel pintado, en el jabón de la ducha e, incluso, en las almohadas. Una pesadilla para los vegetarianos pero un sueño hecho realidad para Claus Böbel, un charcutero alemán que dirige lo que presenta como el primer y único hotel dedicado a la salchicha en el mundo.

Situado en un coqueto pueblo a 40 minutos en auto al Sur de la ciudad bávara de Núremberg, el Bratwursthotel que abrió el empresario, perteneciente a la cuarta generación de charcuteros de su familia, logró atraer a clientes de Europa y de fuera del continente desde que abrió sus puertas en septiembre.

En una casa de piedra de tejado inclinado y postigos verdes, el establecimiento cuenta con siete habitaciones y dos espacios de conferencias para los amantes de las salchichas y los turistas en busca de especialidades locales.

Detrás de la excéntrica idea del charcutero-hostelero, se encuentra un intento de mantener con vida la carnicería-charcutería local, una institución símbolo del “Mittelstand”, la red de pequeñas y medianas empresas que dieron fama a la economía alemana.

“Quiero mostrar que las tiendas de los pequeños artesanos como la mía pueden sobrevivir cuando se tienen ideas inteligentes”, explica Böbel, de 48 años, sentado en un taburete con la forma de una conserva de salchicha picada. “Además, me gusta la vida en el campo y más que irme, quiero atraer a los clientes aquí, a Ittersbach”, una aldea de 300 habitantes, apunta.

La misión no es sencilla: Los alemanes, que tienen fama de ser grandes consumidores de carne, han cambiado sus hábitos alimentarios y el consumo de ese producto ha caído un 8% desde 1991.

Para Jörg Ruckriegel, de la oficina de turismo local, el hotel de la salchicha permite invertir la tendencia. “Los pequeños carniceros-charcuteros que siguen fabricando sus productos constituyen una gran parte del patrimonio local”.

El hotel no lo es todo para este pequeño empresario. Con su camioneta, Böbel también ofrece un servicio de “taxi de salchicha”, repartiendo especialidades por las estrechas calles de la localidad. Además, abrió una página web para vender sus productos en todo el mundo.

Böbel invirtió el equivalente a más de 3 millones de pesos mexicanos en renovar el hotel, cuya decoración está muy cuidada: el perchero imita los cuchillos de los carniceros, las puertas de cristal de los baños tienen un cerdo gigante dibujado y los jabones tienen forma de salchicha.

La religión del cliente tampoco supone un obstáculo, pues el menú incluye salchichas de ternera para aquellos que no consuman cerdo.

“La salchicha es lo que más famosos nos ha hecho a los alemanes, junto con la cerveza”, afirma, sonriendo. “Si eso es lo que buscan los turistas, ¿por qué no dárselo?”. 

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