Las banderas ondeaban, al tiempo que las gargantas de los asistentes se desgarraban en gritos de emoción y apoyo a los pilotos. El sol a penas se asomaba por las nubes que cubrían el cielo sobre el Autódromo Hermanos Rodríguez. Los aviones militares sobrevolaron por el lugar acompañando el himno nacional entonado por jóvenes oaxaqueños.Las tribunas estaban repletas, las playeras rojas de los “tifosi” contrastaban con las blancas de los aficionados de Mercedes que estaban ahí sabiendo que hoy sería su día y curiosamente, el rosa, era el punto medio perfecto de todos los que vinieron a festejar al héroe local, Sergio Pérez.En esta fiesta hubo todo, incluso catrinas danzantes que se encargaron de poner a tono a la gente. La muerte nunca había tenido más vida.Pero fue el evento principal lo que llenó de euforia a las tribunas. Con cada paso por las curvas, cada rebase del “cavallino rampante” de Vettel en su lucha por el campeonato, hacía acelerar los corazones de las más de 135 mil 857 invitados.Cuando se corría la vuelta 19 de las 71 pactadas, la emoción se convirtió en respeto y en emotividad cuando los asistentes colocaron sus puños lo más alto que pudieron en señal de respeto y solidaridad a los afectados por los sismos del pasado 19 de septiembre. El silencio reinó, por un breve momento en el que solo el rugir de los motores podía interrumpir esa memoria.Vettel buscaba frenético mantenerse con vida pero Hamilton hacía lo propio para asegurarse de darle la estocada final en tierra azteca. Esto solo resultó en el beneplácito de los aficionados al ver a los mejores pilotos de la parrilla enfrascarse en duelos espectaculares como el del británico con Fernando Alonso.En México, según lo dicen los pilotos, la afición, particularmente la que se encuentra en el Foro Sol, se encarga de imprimir un sello único que hace que los pilotos se sientan más como estrellas de rock que como deportistas y si eso es lo que quieren, es lo que México les da. Al llegar la premiación, el podio se transformó ante los ojos de todos en una cabina donde el DJ Hardwell se encargó de amenizar esta celebración porque, seamos sinceros, ¿qué fiesta es buena sin música?El confeti voló al que los aplausos de los aficionados retumbaban por los alrededores del circuito. Con las miradas puestas en el nuevo campeón mundial, Lewis Hamilton que enfundado en la bandera británica dio una vuelta olímpica por el circuito, como si se tratara de una película, mientras una multitud al punto de éxtasis lo perseguía buscando una codiciada foto.No hay lugar a duda, esta Fiesta cumplió y la invitación está abierta para el próximo año.