Viernes, 26 de Abril 2024

Inglaterra 1966: el Mundial de los árbitros

La justa celebrada en la casa de los inventores del futbol fue severamente criticada por los arbitrajes tendenciosos y el bajo nivel de juego mostrado

Por: El Informador

00:03:22

El Mundial de 1966 había comenzado con el pie izquierdo para Inglaterra. Poco más de tres meses antes del arranque del certamen, la Copa Jules Rimet había sido robada y, aunque fue recuperada una semana después, el hecho marcó de manera negativa el evento antes del silbatazo inicial.

Los ingleses no veían otra oportunidad más clara de buscar quedarse con la Copa del Mundo, habida cuenta de que se ostentaban como los inventores del futbol. “Hasta la fecha, la Selección de Inglaterra en los cuatro Mundiales en los que ha participado lo ha hecho con igual mediocridad”, dice la portada de este diario el 11 de julio de 1966, día en que se inauguró la competencia.

Al día siguiente EL INFORMADOR ya enseña la evolución en su sección, pues acompaña la nota del partido inaugural con una foto de la Reina Isabel saludando al uruguayo Horacio Troche, y una más del zaguero Ray Wilson despejando de palomita en su área. Además, una empresa que buscaba jefes de turno y supervisores ocupa una posición de privilegio en la primera plana de deportes.

El torneo avanza, pero Brasil no. Bulgaria despedaza a Pelé en la ronda de grupos y sin su líder, los campeones no pueden repetir la hazaña de cuatro años antes cuando sin Edson Arantes se proclaman campeones.

El camino queda limpio para Inglaterra, pero desde entonces hay críticas sobre el evidente arbitraje localista, primero, para favorecer a los europeos y dejar el Mundial sin equipos americanos, y después para ayudar a que los ingleses cumplan su anhelo de al menos llegar a la Final.

Así, no extraña la dureza con la que es abordada la crónica de la Final. “La octava Copa del Mundo finalizó en el infortunio”, abre Martín Leguizamón, corresponsal de UPI. “El torneo fue, simplemente, una desdicha”.

El gol más polémico en la historia de una Final de Copa del Mundo, el del inglés Geoffrey Hurst, que pega en el travesaño y nunca cruza la línea de meta para decretar el 4-2 definitivo del triunfo local, es narrado así: “El árbitro Gottfried Dienst, que estaba sobre la jugada, no pudo decidir si una pelota que dio en el travesaño alcanzó a entrar o no en la valla, y consultó al juez soviético Bakhramov, quien validó el gol”.

Por si no fuera suficiente, la crónica insiste: “El equipo ganador —difícil es llamarlo campeón— mostró más enjundia, pero lo que lo llevó al triunfo fue la suerte o la buena voluntad del arbitraje”.

Bajo esa perspectiva, México 1970 era la gran esperanza del futbol mundial.

Orgullo herido

El 20 de marzo de 1966 EL INFORMADOR da cuenta en deportes que el trofeo Jules Rimet fue robado en Londres. Sin dejar muy claro cómo ocurrió, se dan algunos detalles como el que la vitrina donde estaba expuesto el trofeo estaba intacta, o que el ladrón no se llevó otros tesoros de mucho más valor monetario que la Jules Rimet.

En la portada de deportes del 27 de marzo se publica que el trofeo fue recuperado, gracias a un perro que sacaron a pasear y que olió un paquete con el trofeo. Pickles, como se llamaba el canino, fue elegido como la mascota del Mundial.

Cinco Copas, poca atención

Luego de ser suplente en los dos primeros partidos del Mundial, Antonio Carbajal sale como titular ante Uruguay. Así, la “Tota” cumple el requisito de jugar y con esto impone una marca de cinco participaciones consecutivas en Copa del Mundo.

Quizá porque apenas se habían jugado ocho mundiales y del tercero al cuarto pasaron 12 años, no se le da mucha importancia en ese entonces al récord de Carbajal. Fue hasta 1998 que Lothar Matthaeus igualó la marca de la “Tota”, récord que a la fecha sólo ostentan el mexicano, el alemán, y el arquero italiano Gianluigi Buffon.

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