Viernes, 29 de Marzo 2024

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“El ojo de vidrio”, cierre del ciclo juvenil de Antonio Ortuño

El autor vuelve con la convicción absoluta de que los lectores juveniles son exigentes y fieles a los buenos textos 
 

Por: El Informador

“El ojo de vidrio” cierra la historia que comenzó con “El rastro” (2016). EL INFORMADOR/F. Atilano

“El ojo de vidrio” cierra la historia que comenzó con “El rastro” (2016). EL INFORMADOR/F. Atilano

El escritor tapatío Antonio Ortuño presentó “El ojo de vidrio” (2018), continuación y cierre de los personajes y acontecimientos que presentó en “El rastro” (2016), libros enfocados hacia sus lectores adolescentes y jóvenes.

Con esta historia, el también autor de “La vaga ambición” recupera a “Luis”, “Sofía” y otros personajes de su anterior novela, y los coloca en otro escenario para embarcarlos en una serie de aventuras que incluyen la búsqueda de la madre del criminal que da nombre a esta novela.

Aunque Ortuño reconoce una coincidencia estilística entre los dos libros, con un lenguaje “un poco más sintético, directo, porque el joven es más impaciente, y si da muchas vueltas el narrador, es muy probable que bote el libro a la basura”; el escritor presenta una evolución en sus personajes y sus relaciones respecto a “El rastro”.

“La nueva novela tiene un punto de vista más ácido y oscuro que en el primer libro. El personaje principal ya no es un chavito o púber como era en la primera novela, es casi un joven en el primer año de la carrera universitaria, y una persona de 19 años tiene más elementos sobre lo que es la vida”, explicó Ortuño.

El reflejo

La acción de “El ojo de vidrio” se desarrolla en Los Ángeles, una ciudad que Ortuño encuentra muy semejante a Guadalajara tanto en sus procesos de crecimiento urbano, como en algunos elementos culturales como las fiestas ‘pankrock’.

“Es la ciudad hermana natural de Guadalajara, mucho más que cualquier otra, además porque hay una inmigración gigantesca de tapatíos y jaliscienses desde hace muchos años, son el eje de la migración junto con los michoacanos. Si vas al Este de Los Ángeles, la sensación es muy parecida a la de estar en Guadalajara”, comentó el novelista.

Al leer el nuevo libro de Ortuño, los lectores jóvenes reconocerán algunas realidades crueles que se viven en ambos lados de la frontera, como la trata de personas, el secuestro o el crimen organizado, que el autor cuenta sin condescendencias o eufemismos.

“Los jóvenes viven ese escenario y se enteran de todo esto porque además, estadísticamente, son las principales víctimas de este tipo de cosas. Por ejemplo, las que más desaparecen o forman parte de redes o trata de personas son jovencitas. Los chavos no son idiotas y se dan cuenta de lo que sucede a su alrededor, y forma parte de su realidad”, aseveró Ortuño.

Agradecido con la respuesta

Luego de escribir “El rastro”, el escritor jalisciense se sorprendió por la cálida respuesta de los jóvenes, quienes se involucran de una manera más emocional con las historias y relatos que otros lectores. Esto se reflejó en dinámicas como las “Cartas al autor” recibidas durante la FIL del 2016, y los cientos de mensajes y comentarios que recibió Ortuño en sus redes sociales.

“El joven lleva su relación con el libro con una intensidad que el lector adulto generalmente intelectualiza, y no lo toma como una aventura en creación, como si fueran personas reales”, explicó. “Te das cuenta que hay muchas capas de interpretación que enriquece tu propia visión de lo que escribiste, no terminas de entender tu libro hasta que no te lo explican tus lectores, y en eso hay más generosidad y espontaneidad en los lectores jóvenes”.

Finalmente, Ortuño considera que no existe una supuesta disminución de la lectura por parte de los adolescentes y jóvenes. Al contrario, fenómenos como “Harry Potter” han logrado que más personas de estos sectores demográficos se acerquen a los libros, opinó.

“No se ha reducido la lectura, más bien al contrario, quizá en algún momento empezamos a idealizar el pasado pero en general, a partir de la década de los dos miles, los chavos leen mucho más”, declaró. “No es que estuviéramos en un paraíso lector antes o la lectura se haya deteriorado (...) tampoco hemos sido un país con muchos lectores”.

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