El Edificio Arroniz abrió sus puertas para acoger la presentación de “No estás tú para saberlo”, el libro más reciente de la escritora jalisciense Carmen Villoro, publicado por la editorial independiente Typotaller.La obra reúne crónicas, cuentos y textos híbridos donde la autora convierte los episodios aparentemente triviales de la vida cotidiana en literatura. Con agudeza, ironía y sentido del humor, Villoro explora esos instantes mínimos -una rutina doméstica, una manía, un fracaso común- y los transforma en relatos que invitan a reconocernos en lo absurdo de lo ordinario.La velada contó con la participación de David Izazaga, jefe de Publicaciones de la Secretaría de Cultura de Jalisco, y de Mariana Pérez Villoro, hija de la autora, quienes dialogaron con ella sobre los temas, el proceso creativo y la apuesta estética detrás del libro.Villoro recordó que, tras varios años de publicar la columna “Trapos sucios” en un diario local, donde narraba con humor costumbres y excesos de la sociedad, decidió reunir ahora una serie de textos que muestran esas manías humanas que intentamos esconder, pero que tarde o temprano terminan por salir a la luz.La presentación se realizó en la sala de la biblioteca del recinto cultural, donde se congregaron lectores, colegas escritores y amigos de la autora. Todos coincidieron en destacar su capacidad para convertir lo ordinario en un espejo literario que refleja, entre la risa y la ironía, los hábitos y contradicciones de la vida moderna.En su intervención, Izazaga subrayó tanto la manufactura editorial del volumen como la riqueza de su contenido. Calificó al libro como “un objeto que se atesora”, no sólo por la calidad de impresión y el cuidado diseño, sino también por la frescura de sus páginas.Los asistentes escucharon ejemplos de esos relatos en los que Villoro lleva lo cotidiano al límite de lo delirante: desde un instructivo para sobrevivir en el baño de un camión foráneo, hasta la reflexión sobre la pérdida inexplicable de un calcetín en la lavadora o el eterno autoengaño de comenzar a hacer ejercicio. “Cualquiera podría pensar que escribir sobre lo común es fácil, pero ahí está la trampa: lograr que lo sencillo se vuelva extraordinario”, apuntó Izazaga.Villoro reconoció que esa mezcla de géneros y estilos es deliberada. Recordó la influencia de Julio Cortázar y sus “Historias de cronopios y de famas”, inspiración para deformar los géneros, parodiar instructivos o escribir con absoluta libertad. Aunque el tono dominante de sus relatos es humorístico, la autora señaló que en el fondo de cada pieza late una dimensión trágica.De hecho, la lectura de fragmentos lo dejó en claro. En “Dejar de fumar”, Villoro ironiza sobre cómo cada advertencia sanitaria la impulsa a encender otro cigarro. En “Padecer el ejercicio”, desmonta el supuesto bienestar que promete el entrenamiento frente al placer incomparable de quedarse en la cama. Y en “La alcachofa se come en gerundio”, evoca una enseñanza paterna para degustar esa verdura como si se tratara de un ritual iniciático.Para Mariana Pérez Villoro, estos relatos revelan la veta bufonesca de su madre, pero también la cercanía entre su poesía y su prosa. “Si mi escritura fuera un piano, la poesía serían los acordes graves; estos relatos son los ligeros, pero ambos se entrelazan”, comentó la autora al reflexionar sobre la relación entre ambos registros.La publicación de “No estás tú para saberlo” forma parte de la celebración por los cinco años de Typotaller, proyecto editorial que se ha distinguido por sus ediciones cuidadas y por abrir espacio a voces que desafían las clasificaciones rígidas de género literario.Para Izazaga, el libro de Villoro se inscribe en la tradición de autores como Jorge Ibargüengoitia, capaces de hallar materia literaria en lo doméstico y de exhibir, con ironía, las incongruencias de la vida común.Al cierre de la presentación, quedó claro que Carmen Villoro no sólo transita con soltura entre la poesía, la narrativa y el ensayo, sino que también ha perfeccionado el arte de mirar lo cotidiano con lentes de extrañeza. En sus páginas, lo trivial se convierte en materia de reflexión y celebración. Y en la risa compartida por el público, la literatura demuestra que lo común nunca es tan común cuando pasa por las manos de una escritora que sabe escuchar lo insólito en lo habitual.