Jalisco

Bosque Los Colomos, un oasis dentro de la ciudad

Este espacio natural, además de ser un pulmón para la ciudad, se convierte en un punto de distracción, recreación y relajación para los tapatíos

Don Rodolfo contempla, sentado desde una jardinera, el panorama verde que se extiende ante su mirar. A esa hora de la mañana, la luz se escurre como a chorros de oro entre las ramas y las hojas lábiles de los árboles. Parece abstraído en el rumor constante del agua y en la cantaleta de los pájaros. Lleva consigo una bolsa de frutos secos que de tanto en tanto arroja al pasto para saciar la insistencia de las ardillas. Tiene 69 años. "Me gusta nada más venir a caminar, sentarme y ver", comparte. Vive en Providencia, y aunque a veces siente que las rodillas ya no le dan para tanto, él sigue viniendo aquí, cada que puede, convocado por la autoridad del silencio. Es un sitio que le permite sentirse que está en un lugar muy lejos de la cotidianidad de Guadalajara: "No se escuchan ni los carros, ni el tráfico, ni la ciudad ni nada. Aquí me siento a gusto, es un lugar que me da mucha tranquilidad".

Al igual que Don Rodolfo, son muchas las personas se adentran en los refugios arbolados del Bosque Los Colomos. Hordas de boy-scouts, estudiantes que se escaparon de las clases, parejas jóvenes arrojando morusas de pan a los patos. Adolescentes siendo retratadas en la primavera efímera de sus quince años, en los recintos del Jardín Japonés, con sus aguas verdosas apenas mecidas por el nado de los peces Koi. "Mi esposa y yo intentamos traer a nuestros hijos los fines de semana", dice Roberto, de 42 años, que cuando le es posible viene a hacer barras para mantener activo el cuerpo. "Es un espacio muy familiar, tienen actividades culturales, hay dinámicas para los niños, conviven con los animales. Creo que tenemos muy pocos espacios así en Guadalajara", asegura. Por su parte, Leticia Madrigal, de 29 años, asiste aquí a ejercitarse a diario. Las múltiples rutas de trote del bosque le han permitido desdibujar sus propios límites, y es en Los Colomos donde ha entrenado para carreras más extensas. "Al principio no corría ni un kilómetro", recuerda. "Aquí agarré 'callo'. La verdad es que es un placer correr en el bosque. Este es uno de mis lugares favoritos de Guadalajara. No es un parque, no es una unidad deportiva, no es como el Metropolitano. Literal sientes que estás en otro lugar".

Muchos tapatíos acuden a Los Colomos por razones más imperantes que las de la recreación: el bosque representa la escapatoria de una Guadalajara cada vez más bulliciosa, más caótica y caliente, más invivible. Son cada vez más escasos los lugares donde es posible centrarse en el silencio. Los Colomos es un pulmón metropolitano, una extensión de verdor cercada en medio de una llanura de concreto y de asfalto, de edificios crecientes, del desarrollo de la metrópoli voraz. "El bosque ayuda a regular la temperatura de esta zona de la ciudad", explica el guardabosque Salvador García. "Aquí es una zona de manantiales que siguen beneficiando a muchas colonias, hay especies nativas de animales, hay una gran riqueza de murciélagos. Por lo cotidiano no lo vemos, pero esta es una de las zonas naturales más importantes de Guadalajara".

Un pulmón dentro de la ciudad

Los Colomos es uno de los Bosques Urbanos que se encuentran dentro de la ciudad. Un Área Natural de Protección Hidrológica, y uno de los pocos santuarios de áreas verdes y naturaleza que tenemos los tapatíos para huir de la ciudad misma. Con un aproximado de 93.29 hectáreas, el bosque es hogar de 112 especies de aves, 19 especies de mamíferos, 6 de anfibios, 14 de reptiles y 4 de peces, lo que da indicador de la calidad biológica del hábitat, según la propia Agencia de Bosques Urbanos del Área Metropolitana de Guadalajara.

Para toda la familia

El Bosque Los Colomos es un lugar ideal para pasar tiempo en familia gracias a la diversidad de actividades que se pueden realizar ahí. Este parque cuenta, entre muchas cosas, con:

  • Dos rutas de trote (3 y 5 km)
  • Canchas de basquetbol
  • Área de calistenia
  • El castillo
  • Pérgolas
  • Galerías de agua
  • Jardín Japonés
El jardín japonés es una de las zonas más reconocidas del parque. EL INFORMADOR/ H. Figueroa

Aprovechar las áreas verdes da una mejor calidad de vida

La presencia de la naturaleza, y que la ciudad brinde espacios verdes y recreativos para sus ciudadanos, es trascendental para el bienestar físico, mental y psicológico, de acuerdo con Eduardo Nájera, licenciado en Urbanística y Medio Ambiente por el Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD) de la UdeG.

“Hay muchos estudios en los que se analiza el efecto que tienen los espacios verdes en el bienestar psicológico de los habitantes de las ciudades, en los que se confirma que el contacto con la naturaleza promueve el bienestar y mejora el estado de ánimo de los residentes urbanos, y que incluso reduce las posibilidades de padecer estrés, ansiedad o depresión”, asegura el urbanista. “Es decir que el acceso a parques y áreas verdes tiene una correlación directa con el bienestar psicológico, y los gobiernos tendrían que considerar estos indicadores para incrementar la calidad de vida de sus ciudadanos. No solo de los ciudadanos sino de la ciudad misma, esto va mucho más allá; las áreas verdes, los parques, las unidades deportivas funcionan también como un espacio de convivencia social que fortalecen el carácter comunitario”.

Eduardo Nájera indica, que las áreas verdes tienen un impacto directo en el descenso de temperatura de las ciudades, lo cual se confirma en el caso del bosque Los Colomos, donde investigadores de la UdeG registraron hasta tres grados menos de temperatura.

“Desde otra mirada, está comprobado que en zonas donde abundan los árboles se registran temperaturas menores en comparación que las áreas donde estos escasean”

Los Colomos es uno de esos escasos santuarios que todavía nos quedan vivos en Guadalajara. Un espacio que permite el silencio y la contemplación, donde las horas transcurren al diálogo del sol y del viento. Donde la ciudad murmulla apenas como un ser lejano e incómodo, una criatura voraz de metal y de concreto que crece a costa de nosotros, que escupe coches y traga árboles, y que habla en el lenguaje de la máquina.

CT

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