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Calaverandia: Tradición bajo las luces de Guadalajara

Más que un evento, es una experiencia inmersiva donde la cultura mexicana se entrelaza con la tecnología, el arte y la emoción colectiva por el Día de muertos

El Parque Ávila Camacho de Guadalajara se transforma cada otoño en un universo de luz, música y tradición. Hasta el 9 de noviembre, las puertas de Calaverandia 2025 permanecerán abiertas para recibir a miles de visitantes que acuden a celebrar la memoria y la vida en el único parque temático del Día de Muertos en el mundo.

Más que un evento, Calaverandia es una experiencia inmersiva donde la cultura mexicana se entrelaza con la tecnología, el arte y la emoción colectiva. A lo largo de más de cinco hectáreas, el parque despliega más de 30 atracciones que reinventan la manera de acercarse a la tradición. Uno de los espectáculos más esperados es “Alma”, una puesta multimedia en 4D que combina proyecciones sobre una pantalla de agua, efectos de luz e iluminación robótica para narrar el significado profundo del Día de Muertos: el reencuentro con quienes se fueron, el amor que permanece.

Entre las atracciones destaca la enorme catrina, una pieza monumental que se alza más de doce metros, además del característico y tradicional altar de muertos donde la música en vivo acompaña un homenaje visual a las ofrendas y a los símbolos del recuerdo. El recorrido continúa por las nuevas atracciones, como “El Limbo”, un escenario fosforescente e interactivo de alebrijes y guerreros prehispánicos, como un laberinto maya, fusionando lo interactivo con el aprendizaje y lo mitológico.

El ambiente es una fiesta de sentidos: aromas de pan de muerto, tamales y tejuino, luces de cempasúchil y catrinas que desfilan entre los visitantes. Todo está pensado para despertar la emoción de los niños y la nostalgia de los adultos. No falta la música -desde mariachis hasta percusiones prehispánicas-, ni los espacios para la foto. En Calaverandia, la muerte no es ausencia, sino celebración. Es un recordatorio de que las raíces mexicanas laten con fuerza en cada risa y en cada vela encendida. Al caer la noche, el parque se llena de murmullos, risas y luces que parecen decir, una y otra vez: recordar también es vivir.

CT

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