Deportes
Algarabía pampera
Fieles y ruidosos, los sudamericanos le pusieron el sabor picante al choque de semifinales
SAO PAULO, BRASIL (10/JUL/2014).- Miles de argentinos acudieron ayer en masa al estadio Arena Corinthians, de Sao Paulo, para acompañar a su selección en el partido ante Holanda por una de las semifinales del Mundial de 2014, en una tarde fría y lluviosa, que no ocultaba la apatía de los brasileños por la derrota ante Alemania, y a la que más tarde se le agregaría la celebración pampera por su pase a la gran final.
El día comenzó siendo un presagio de fiesta albiceleste. A pesar de la lluvia, el ánimo y los cánticos de los argentinos no cesaban y se sentían desde los trenes metropolitanos y del metro con un eco que mantenía en silencio a los holandeses, que en número menor sobresalían siempre con su naranja encendido de las camisetas dentro de un auténtico río humano en tonos albicelestes, ya desde horas previas al partido.
Los vendedores ambulantes que invadieron las proximidades del estadio en los anteriores partidos con camisetas, cornetas, pelucas y otros artículos “verdeamarelos” ya ni se notaban y los pocos prácticamente vendían sólo banderas de Argentina.
“La esperanza era conseguir vender hoy muchas cosas para que las personas llevasen a sus casas y acompañar a Brasil en la final. Muchos vamos a tener pérdidas con el material que se nos quedó todavía porque el Mundial acabó aquí en Sao Paulo y nadie va a querer por estos días comprar”, reconoció Luiz Gomes, uno de los desafortunados vendedores.
Pero más allá del duelo que repite en tierra brasileña la final del Mundial de Argentina 78, en Buenos Aires, el fantasma de la apabullante derrota de Brasil el martes ante Alemania, 1-7 por la otra semifinal, rondaba por los alrededores del estadio paulista.
Las insinuaciones de los argentinos, eternos e históricos rivales de los brasileños, no podían faltar y, esta vez en minoría, los dueños de casa tuvieron que callarse frente a los cánticos y alguno que otro respondió recordando que Brasil tenía cinco títulos mundiales.
Tras el partido, la derrota brasileña se convirtió en tema secundario. Para los argentinos, ese largo rato de dientes y puños apretados valió la pena.
Veniticuatro años después, se rompió el maleficio. Termina la espera y están en la antesala de un nuevo título Mundial. Argentina celebra, en un país, que por estos días, nada quiere saber de futbol.
Una fiesta muy esperada
Mientras los argentinos celebraron con fuerza, los fanáticos de Holanda optaron por el silencio
SAO PAULO, Brasil.- Miles de argentinos pasaron del sufrimiento de los penaltis al éxtasis de la victoria en los bares de Sao Paulo y en el estadio Arena Corinthians, donde la euforia Albiceleste consiguió eclipsar la tristeza de los holandeses.
A pesar de la fría y lluviosa tarde paulista, los argentinos que tuvieron la oportunidad de presenciar el encuentro desde las gradas celebraron con lloros y abrazos el salto de la selección argentina a la final del Mundial de futbol 2014 en el mítico estadio Maracaná, donde ahora se medirán a la todopoderosa Alemania.
“He acompañado a Argentina en todos los partidos para ver a nuestra selección victorioso una vez más en Brasil”, aseguró el arquitecto argentino Robin Rodriguez.
A algunos kilómetros de distancia, los bares del bohemio barrio de Vila Madalena, convertido en el punto de encuentro de cientos de hinchas brasileños y extranjeros durante el Mundial, resguardaron de la lluvia a muchos argentinos que no tenían entradas para el encuentro.
A pesar de ser un partido sin muchas emociones en los 90 minutos de juego, muchos seguidores se perdieron prácticamente la segunda parte del encuentro debido a un apagón de luz que afectó a algunos de los bares de la zona.
Ante la falta de futbol, algunos brasileños —ya sin nada que perder en el que hasta ayer era su Mundial— comenzaron a provocar a los argentinos con cánticos en los que destacaban la figura de su astro Pelé por encima de la de Maradona. Los seguidores de la albiceleste, sin embargo, estuvieron más pendientes de buscar una televisión que en la letra entonada por sus vecinos y esperaron hasta el final del partido para continuar con la disputa dialéctica y recordarle a los brasileños que será la albiceleste —y no la canarinha— la que estará el domingo en el Maracaná.
“Sufrimos bastante, empatamos, sufrimos con Suiza y tras este partido conseguimos llegar a la final, contra Alemania. Ahora vamos a ver quién merece ganar la Copa del Mundo”, dijo Santiango de Alzar, quien aseguró que le hubiera encantado ver una final Brasil-Argentina.
Pocos holandeses optaron por el barrio de Vila Madalena como escenario para seguir el partido, pero algunas camisetas naranjas se dejaron ver por las calles, prácticamente vacías por causa de la lluvia. “Fue un partido aburrido. Ni Holanda ni Argentina jugaron bien (...) Ahora quiero que Alemania gane. Creo que Argentina no lo va a conseguir porque Alemania tiene un equipo muy fuerte”, remató el holandés Joep Broekhuis.
Con información de EFE
El día comenzó siendo un presagio de fiesta albiceleste. A pesar de la lluvia, el ánimo y los cánticos de los argentinos no cesaban y se sentían desde los trenes metropolitanos y del metro con un eco que mantenía en silencio a los holandeses, que en número menor sobresalían siempre con su naranja encendido de las camisetas dentro de un auténtico río humano en tonos albicelestes, ya desde horas previas al partido.
Los vendedores ambulantes que invadieron las proximidades del estadio en los anteriores partidos con camisetas, cornetas, pelucas y otros artículos “verdeamarelos” ya ni se notaban y los pocos prácticamente vendían sólo banderas de Argentina.
“La esperanza era conseguir vender hoy muchas cosas para que las personas llevasen a sus casas y acompañar a Brasil en la final. Muchos vamos a tener pérdidas con el material que se nos quedó todavía porque el Mundial acabó aquí en Sao Paulo y nadie va a querer por estos días comprar”, reconoció Luiz Gomes, uno de los desafortunados vendedores.
Pero más allá del duelo que repite en tierra brasileña la final del Mundial de Argentina 78, en Buenos Aires, el fantasma de la apabullante derrota de Brasil el martes ante Alemania, 1-7 por la otra semifinal, rondaba por los alrededores del estadio paulista.
Las insinuaciones de los argentinos, eternos e históricos rivales de los brasileños, no podían faltar y, esta vez en minoría, los dueños de casa tuvieron que callarse frente a los cánticos y alguno que otro respondió recordando que Brasil tenía cinco títulos mundiales.
Tras el partido, la derrota brasileña se convirtió en tema secundario. Para los argentinos, ese largo rato de dientes y puños apretados valió la pena.
Veniticuatro años después, se rompió el maleficio. Termina la espera y están en la antesala de un nuevo título Mundial. Argentina celebra, en un país, que por estos días, nada quiere saber de futbol.
Una fiesta muy esperada
Mientras los argentinos celebraron con fuerza, los fanáticos de Holanda optaron por el silencio
SAO PAULO, Brasil.- Miles de argentinos pasaron del sufrimiento de los penaltis al éxtasis de la victoria en los bares de Sao Paulo y en el estadio Arena Corinthians, donde la euforia Albiceleste consiguió eclipsar la tristeza de los holandeses.
A pesar de la fría y lluviosa tarde paulista, los argentinos que tuvieron la oportunidad de presenciar el encuentro desde las gradas celebraron con lloros y abrazos el salto de la selección argentina a la final del Mundial de futbol 2014 en el mítico estadio Maracaná, donde ahora se medirán a la todopoderosa Alemania.
“He acompañado a Argentina en todos los partidos para ver a nuestra selección victorioso una vez más en Brasil”, aseguró el arquitecto argentino Robin Rodriguez.
A algunos kilómetros de distancia, los bares del bohemio barrio de Vila Madalena, convertido en el punto de encuentro de cientos de hinchas brasileños y extranjeros durante el Mundial, resguardaron de la lluvia a muchos argentinos que no tenían entradas para el encuentro.
A pesar de ser un partido sin muchas emociones en los 90 minutos de juego, muchos seguidores se perdieron prácticamente la segunda parte del encuentro debido a un apagón de luz que afectó a algunos de los bares de la zona.
Ante la falta de futbol, algunos brasileños —ya sin nada que perder en el que hasta ayer era su Mundial— comenzaron a provocar a los argentinos con cánticos en los que destacaban la figura de su astro Pelé por encima de la de Maradona. Los seguidores de la albiceleste, sin embargo, estuvieron más pendientes de buscar una televisión que en la letra entonada por sus vecinos y esperaron hasta el final del partido para continuar con la disputa dialéctica y recordarle a los brasileños que será la albiceleste —y no la canarinha— la que estará el domingo en el Maracaná.
“Sufrimos bastante, empatamos, sufrimos con Suiza y tras este partido conseguimos llegar a la final, contra Alemania. Ahora vamos a ver quién merece ganar la Copa del Mundo”, dijo Santiango de Alzar, quien aseguró que le hubiera encantado ver una final Brasil-Argentina.
Pocos holandeses optaron por el barrio de Vila Madalena como escenario para seguir el partido, pero algunas camisetas naranjas se dejaron ver por las calles, prácticamente vacías por causa de la lluvia. “Fue un partido aburrido. Ni Holanda ni Argentina jugaron bien (...) Ahora quiero que Alemania gane. Creo que Argentina no lo va a conseguir porque Alemania tiene un equipo muy fuerte”, remató el holandés Joep Broekhuis.
Con información de EFE