Cultura
La ópera conmueve al Diana
Con Viens Malika, “Danzas Polovestianas” de la ópera del Príncipe de Igor y el “Prólogo” de la ópera Payasos, conformaron un total de 13 piezas
GUADALAJARA, JALISCO (24/JUL/2011).- Guadalajara es una plaza musical que se ha distinguido por tener un gran público que apoya a la banda, al pop, al rock y algunos hasta al jazz. Pero detrás de todos los grandes movimientos musicales que se respaldan en gigantescas campañas de mercadotecnia se encuentra una comunidad amante de la ópera que es fiel, y que el viernes lo demostró al hacerse presente en el Teatro Diana en una noche donde lo mismo hubo momentos muy brillantes como algo peculiares.
Bajo el título de Noche de ópera y obras selectas se presentó un recital encabezado por el director Enrique Patrón de Rueda, una de las figuras artísticas más destacadas del país y parte del movimiento de creativos que luchan por quitarle la etiqueta de “aburrida” a la ópera en México. Y quienes hayan asistido el viernes al Teatro Diana tendrán constancia de que lo menos que ocurrió fueron bostezos y cabeceos.
La velada comenzó con “O Fortuna”, pieza de Carmina Burana original de Carl Orff e interpretada por la Orquesta Filarmónica de Jalisco y el Coro del Estado de Jalisco.
La pieza es en sí famosa por su uso en anuncios comerciales, aunque ayer tuvo como ingrediente extra que durante su ejecución se apagaron casi todas las luces del escenario, aparentemente para dotarle de teatralidad al momento, aunque para más de alguno fue obvio que a la producción del montaje se le bajó por accidente el switch, e incluso el propio Patrón de Rueda solicitó que aún en aras del dramatismo no dejaran a oscuras a los músicos, provocando las risas de algunos asistentes y la molestia de otros.
El programa que se armó anoche en el Teatro Diana fue, utilizando un término popular, una selección de grandes hits de la ópera, con Viens Malika, “Danzas Polovestianas” de la ópera del Príncipe de Igor y el “Prólogo” de la ópera Payasos, conformando un total de 13 piezas que fueron seguidas con atención por el público.
Y el público fue otro ejemplo del mosaico de seguidores que tiene la ópera en la ciudad. Las mil 356 personas que se dieron cita en el recinto de avenida 16 de Septiembre compartieron el amor por la música, o al menos la curiosidad por escuchar una orquesta. Lo mismo se dejaron ver hombres y mujeres que portaban orgullosos sus canas en riguroso traje formal que a damas en traje de gala. O la señora que llevaba a sus dos hijos adolescentes para que se familiaricen con la música selecta. Tampoco faltaron los jóvenes provenientes de una escuela de música y que llegaron para entrar en contacto con el mundo al que aspiran a pertenecer.
Aunque fueron una minoría, nuevamente aparecieron quienes olvidaron apagar el teléfono móvil e interrumpieron en ciertos momentos la pulcritud del sonido con tonos de celular sacados de algún videojuego de Nintendo.
Sin embargo, tanto los elementos negativos y positivos demuestran que la ópera es un espectáculo vivo, que se encuentra vigente y que busca llegar nuevos públicos.
Dos visiones de un mismo arte
Cada cabeza es un mundo y cada melómano tiene expectativas distintas sobre el arte. Esto quedó demostrado entre los asistentes a la Noche de Ópera y Obras Selectas en el Diana.
Por un lado, jóvenes estudiantes de música, como fue el caso de Víctor Ulises Rodriguez, quien asistió al concierto “porque estudio en el conservatorio de la U. de G. y uno de los proyectos que tenía para el semestre era venir a ver una velada de ópera o música clásica, pero sí me gusta, porque tocaron el fragmento de 4º movimiento de la Novena sinfonía de Beethoven”.
Víctor Ulises lamenta, al igual que otros espectadores, la difusión pobre de estos eventos y la imagen de que son “aburridos”: “Tendrían que venir para darse cuenta que eso no es cierto”.
Por su parte, Pedro García se dice un aficionado a las funciones de ópera y conciertos “un gusto que viene de familia, desde mi papá; él nos enseñó”.
García señala que el momento para este tipo de manifestaciones culturales no es el mejor, pues “hace 15 años las temporadas de ópera eran de tres y a veces cuatro. Ahora es muy raro que haya una, y a veces no hay nada”.
Pedro García lamenta el poco “interés de la Secretaría de Cultura por la promoción, porque público sí hay”.
Bajo el título de Noche de ópera y obras selectas se presentó un recital encabezado por el director Enrique Patrón de Rueda, una de las figuras artísticas más destacadas del país y parte del movimiento de creativos que luchan por quitarle la etiqueta de “aburrida” a la ópera en México. Y quienes hayan asistido el viernes al Teatro Diana tendrán constancia de que lo menos que ocurrió fueron bostezos y cabeceos.
La velada comenzó con “O Fortuna”, pieza de Carmina Burana original de Carl Orff e interpretada por la Orquesta Filarmónica de Jalisco y el Coro del Estado de Jalisco.
La pieza es en sí famosa por su uso en anuncios comerciales, aunque ayer tuvo como ingrediente extra que durante su ejecución se apagaron casi todas las luces del escenario, aparentemente para dotarle de teatralidad al momento, aunque para más de alguno fue obvio que a la producción del montaje se le bajó por accidente el switch, e incluso el propio Patrón de Rueda solicitó que aún en aras del dramatismo no dejaran a oscuras a los músicos, provocando las risas de algunos asistentes y la molestia de otros.
El programa que se armó anoche en el Teatro Diana fue, utilizando un término popular, una selección de grandes hits de la ópera, con Viens Malika, “Danzas Polovestianas” de la ópera del Príncipe de Igor y el “Prólogo” de la ópera Payasos, conformando un total de 13 piezas que fueron seguidas con atención por el público.
Y el público fue otro ejemplo del mosaico de seguidores que tiene la ópera en la ciudad. Las mil 356 personas que se dieron cita en el recinto de avenida 16 de Septiembre compartieron el amor por la música, o al menos la curiosidad por escuchar una orquesta. Lo mismo se dejaron ver hombres y mujeres que portaban orgullosos sus canas en riguroso traje formal que a damas en traje de gala. O la señora que llevaba a sus dos hijos adolescentes para que se familiaricen con la música selecta. Tampoco faltaron los jóvenes provenientes de una escuela de música y que llegaron para entrar en contacto con el mundo al que aspiran a pertenecer.
Aunque fueron una minoría, nuevamente aparecieron quienes olvidaron apagar el teléfono móvil e interrumpieron en ciertos momentos la pulcritud del sonido con tonos de celular sacados de algún videojuego de Nintendo.
Sin embargo, tanto los elementos negativos y positivos demuestran que la ópera es un espectáculo vivo, que se encuentra vigente y que busca llegar nuevos públicos.
Dos visiones de un mismo arte
Cada cabeza es un mundo y cada melómano tiene expectativas distintas sobre el arte. Esto quedó demostrado entre los asistentes a la Noche de Ópera y Obras Selectas en el Diana.
Por un lado, jóvenes estudiantes de música, como fue el caso de Víctor Ulises Rodriguez, quien asistió al concierto “porque estudio en el conservatorio de la U. de G. y uno de los proyectos que tenía para el semestre era venir a ver una velada de ópera o música clásica, pero sí me gusta, porque tocaron el fragmento de 4º movimiento de la Novena sinfonía de Beethoven”.
Víctor Ulises lamenta, al igual que otros espectadores, la difusión pobre de estos eventos y la imagen de que son “aburridos”: “Tendrían que venir para darse cuenta que eso no es cierto”.
Por su parte, Pedro García se dice un aficionado a las funciones de ópera y conciertos “un gusto que viene de familia, desde mi papá; él nos enseñó”.
García señala que el momento para este tipo de manifestaciones culturales no es el mejor, pues “hace 15 años las temporadas de ópera eran de tres y a veces cuatro. Ahora es muy raro que haya una, y a veces no hay nada”.
Pedro García lamenta el poco “interés de la Secretaría de Cultura por la promoción, porque público sí hay”.