Suplementos | Instrumentos de castigo para niños malcriados Vara ''bara'' para los malcriados Los palos correctivos, de fábrica, están vigentes, los venden de colores, con proverbios inscritos para inspirarse y asesoría en internet incluida. Uno los encuentra, para terror de los niños, en el centro de Guadalajara Por: EL INFORMADOR 2 de septiembre de 2012 - 03:51 hs En un sitio web recomendado por la tienda se anima: ''El castigo tiene que ser desagradable, porque si no duele, no es provechoso''. / GUADALAJARA, JALISCO (02/SEP/2012).- Quien no corrige a su hijo, no lo ama: Proverbios 13:24” y cosa de sentido común, hasta que la frase va a dar, impresa, a un par de nalgas tiernas. Poseedor de la sabiduría ancestral que reza que un glúteo rojizo nunca olvida, un comerciante local mantiene viva una costumbre vieja: las varas de la corrección están vigentes, por lo menos en una librería católica del centro de Guadalajara. Vitrina izquierda del número 713, de una avenida importante del primer cuadro de la ciudad, a cuatro puertas de una bien surtida sex shop, en el último entrepaño, debajo de cuadros de parques nevados, rodeadas de pergaminos con leyendas como “Dios es amor”, “Cristo bendice este hogar” y la clásica “Dios te ama”, justo ahí, descansan imponentes cuatro varas. Madera firme. Largo de 41 centímetros. Ancho de 3.8 centímetros. Espesor de 9 milímetros. En este escaparate del centro de Guadalajara, los palos del escarmiento vienen en cuatro modelos: “Corrige a tu hijo antes que sea tarde. Proverbios 19:18”, “Corrige a tu hijo mientras hay esperanza. Proverbios 19:18”, “Corrige a tu hijo y te dará felicidad. Proverbios 29:17” y el mejor de todos: “La vara y la corrección dan sabiduría. Proverbios 19:20”. Detrás de la puerta, que al abrirse hace sonar unas campanas de viento, la dependienta disipa cualquier duda: “No, no son de adorno, cómo cree, hermana, son varas de disciplina”. La hermana es una cincuentona de melena roja al hombro, labios naranjas y sonrisa fácil. Una no sabe si abrazarla o darle un tablazo porque nunca se aprendió La Convención sobre los Derechos del Niño. Me lleva a un recoveco, en el centro de la sacrosanta tienda. Su boca naranja y su mano derecha apuntan a la sección correctiva de la tienda, el oasis de los proverbios, a la esperanza del mundo mejor. Colgados de unas armellas horizontales, hay unos doce modelos de varas. Las de 41 centímetros y unas un poco más cortas. Las de madera laqueada, las de madera rosa pastel, las de madera azul cielo, algunas de plástico fluorescente “que nunca se rompe”. Eso lo dice mi nueva hermana, quien presume lo barato que resulta disciplinar a un chamaco rebelde: entre 25 y 35 pesos. “Es uno de los artículos preferidos”, continúa. Parece buena persona. Intenta ayudar mientras platica. Según sus cuentas, en promedio cada día las nalgas de un niño estrenan uno de estos garrotes, que sus padres pueden colgar de cualquier clavo, gracias a que el fabricante pensó en horadar un pequeño orificio en el mango. Algunas tablas tienen impresos tiernos dibujos infantiles, a un lado del proverbio que justifica la tranquiza. Así, los niños malcriados pueden imaginarse un borreguito pispireto, mientras sus padres les dan con el palo que dice “Los azotes que hieren son medicina y el castigo purifica el corazón”. O piensan en una palomita mensajera cuando reciben, en la cabeza: “Dar represión con mansedumbre”. O los más groseros, miran a un león tipo Disney, mientras una tabla se estrella en su boca con la frase: “Bienaventurado a quien tú corrijas”. Mi “hermana”, que se había retirado a vender un catecismo, vuelve, me pone la mano derecha en el hombro izquierdo y con voz reconfortante suelta: “Los niños ya saben que si se usa la varita es porque hicieron algo mal y necesitaban corrección… No se sienta mal; antes le pegaban a uno con el cinto ahora se usa la varita. En Internet hay información”. Tiene razón. La página web cristiana estadounidense Creced la recomienda ampliamente en su artículo La herramienta olvidada, que indica de “tres a cinco aplicaciones al lugar que Dios hizo para recibir la corrección […] Puesto que la Biblia especifica la vara, creo que ella es mejor que la mano, la cual muchas veces no duele, especialmente si hay pañales o pantalones gruesos. El castigo tiene que ser desagradable, porque si no duele, no es provechoso. Al niño que pelea, hay que darle más por haber luchado […] Es importante comenzar a usar la vara cuando el niño es pequeño. Cuando son pequeños, se les puede dominar y así aplicar la medicina que necesitan […] Creo se debe comenzar cuando los niños llegan a entender la palabra “no,” o sea cuando tienen alrededor de un año de edad”, dicta un autor anónimo que, según afirma, hoy tiene una hija de bien. También en el Internet, la página Mercabá, “para la formación de líderes católicos”, reproduce el reglamento de las escuelas a cargo de una orden de sacerdotes: “Se pueden corregir las faltas de los niños de varias y diferentes maneras: con las palabras, con la penitencia, con la palmeta, con las varas… “El uso de la corrección con palabras debe ser muy raro […] Podrán emplearse las varas o el latiguillo para corregir a los alumnos, por varios motivos: por no haber querido obedecer con rapidez, cuando alguno ha tomado la costumbre de no seguir, por haber garabateado, hecho bromas o tonterías en vez de escribir”, y puras así. “Uy, y hay quienes se llevan hasta cinco varas”, interrumpe la dependienta de la tienda del centro de Guadalajara: “que una para ver si mi tía fulana se pone dura con su hijo, que si otra para que ver si mi hermano ya le quita lo rezongón a mi sobrina…”. Elijo tres varas de 35 pesos y me dirijo a la caja de la tienda que huele a libros nuevos e incienso. Mi nueva hermana me sigue. —¿No es muy cruel pegarle a un niño con un palo? —le pregunto. —¡No! Dios dice que para que los padres no sufran vergüenza con sus hijos, deben corregirlos. Su compañera interviene para que no quede duda de que hay que comprar varas y usarlas contra el cuerpo de los malcriados: “La disciplina duele. ¡Debe doler!”. Su labios están muy pálidos. PARA SABERContra la agresión Convención sobre los Derechos del Niño. Artículo 19 1. Los Estados Partes adoptarán todas las medidas legislativas, administrativas, sociales y educativas apropiadas para proteger al niño contra toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual, mientras el niño se encuentre bajo la custodia de los padres, de un representante legal o de cualquier otra persona que lo tenga a su cargo. Temas Tapatío Niños Violación a los Derechos Humanos Lee También Lo que el caso Omar Bravo nos obliga a mirar La generación ansiosa El río Lerma: un pasado majestuoso, un presente letal Lemus reafirma apoyo a la UdeG durante la inauguración de Papirolas Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones