Sábado, 08 de Febrero 2025
Suplementos | Había preocupación por la gran reunión

“Sólo tenemos pocos panes y peces”

Para algunos se trataba de dinero, pero para el Señor era sólo un asunto de fe

Por: EL INFORMADOR

   El Señor se aseguró de que todo estuviera preparado para que las circunstancias acorralaran a sus discípulos: escogió un lugar lejano y solitario para que la gente viniera a Él, y quizá a propósito extendió su tiempo de enseñanza más de lo acostumbrado, además ese día llegó un número inusual de personas, algunos calculaban que solamente los hombres debían sumar cinco mil, y faltaba contar mujeres y niños; para completar el cuadro, ese día Jesús tomó todo el tiempo necesario para sanar a la gente, y parecía que ese día había una epidemia de algo, porque muchos estaban enfermos.

      Cada uno de los discípulos de Jesús comenzó a tener preocupaciones personales respecto a lo que iba a pasar si la reunión se seguía prolongando. A uno le inquietaba lo que podía pasar con tanta gente que estaba lejos de sus aldeas, especialmente por los niños, a otro le preocupaba que aparentemente toda esa gente no había preparado comida, seguramente porque habían creído que no duraría tantas horas, y otro de los discípulos de plano estaba pensando que ellos también se iban a quedar sin comer, porque no habían preparado alimentos.

      Como unos y otros empezaron a mostrar su preocupación, decidieron formar una comisión que le “sugiriera” al Señor que despidiera a la gente para que todos pudieran atender sus necesidades de la mejor manera, así que se acercaron al Señor y le sugirieron que terminara la reunión lo más pronto posible, y que no prolongara la despedida.

      Fue entonces que el Señor cambió totalmente el enfoque del problema, diciendo a sus discípulos que fueran ellos los que le dieran de comer a la gente. Esto casi hizo que los discípulos se desmayaran, puesto que se trataba de una gran multitud, y ellos no tenía ni el dinero, ni un lugar adecuado para comprar tanta comida.

      Como sucede con frecuencia, ellos no estaban mirando las cosas en la perspectiva de Dios. Para ellos, se trataba de un asunto de dinero, para Dios, se trataba de un asunto de fe; la obra de Dios nunca se hace por la cantidad de dinero que se tiene, sino por la fe que se tiene en el dueño de todo el dinero. Hasta el día de hoy, nuestro primer impulso antes de hacer algo es preguntar a nuestro bolsillo si podemos hacerlo (aunque quienes viven de pedir prestado consultan con el bolsillo de otro), antes de preguntar a Dios si tenemos su autorización para hacerlo.

     Los discípulos tenían poco --cinco panes y dos peces, para ser exactos--, y su primer pensamiento era que lo poco que tenían ni siquiera alcanzaría para ellos, pero para los ojos de Dios, lo poco de ellos no sólo era suficiente, sino que era demasiado; la prueba es que al final sobró mucha comida después de que todos fueron saciados.

     Esta manera de ver la realidad en la que vivimos es muy necesaria, especialmente porque vivimos en un mundo materialista que siempre nos está definiendo por lo que tenemos. En cambio, Dios espera que a través de la fe y la obediencia podamos atender nuestras necesidades, al mismo tiempo en que nos convertimos en canales de bendición para los demás. En otras palabras, la casa del generoso nunca tendrá escasez, mientras que la casa del avaro siempre tendrá necesidad, quizá no de alimento, pero sí de paz.

Angel Flores Rivero
iglefamiliar@hotmail.com

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones