La metrópoli de los ciclistas

GUADALAJARA, JALISCO (26/AGO/2012).- Köycegiz es un pueblo con aspiraciones a ser una pequeña ciudad al Suroeste de Turquía. En un lugar con dichas ambiciones uno esperaría encontrar las cosas más básicas para vivir en una ciudad: un par de farmacias de 24hrs, un mecánico, un supermercado grande, un hospital, entre otra infraestructura importante. Sin embargo una tienda especializada en bicicletas no es una de ellas.

El día que llegamos a Köycegiz, llegamos con nuestras bicicletas bastante golpeadas por los estragos del camino. Lo importante a destacar aquí, es que no sólo eran los frenos o las típicas fallas debidas al uso de nuestras bicis, sino que eran problemas más de fondo. Mi llanta trasera se sentía débil, la llanta de Annika tenía dos rayos rotos y uno más a punto de romperse. Sus pedales se desajustaban a cada rato y su tacómetro ya no encendía. Nos sentíamos un poco defraudados, debido a que un par de días antes un mecánico de bici, con la mejor intención del mundo, había revisado las nuestras a conciencia.  Aparentemente nuestras bicis requerían de un ojo un poco más especializado que resolviera sus problemas. Fue ahí cuando aprendimos que, aunque el mecanismo de la bicicleta es relativamente simple, no cualquiera sabe moverle, mucho menos nosotros en aquel entonces.

Sin mucha esperanza de encontrar algo decente, pedaleamos un poco por aquel pueblo en busca de una tienda de bici. Quizá nuestra mejor oportunidad para poder seguir nuestro camino era arreglar lo urgente, o lo que se podía,  y llegar de alguna manera a Ankara, la capital, a  600 km de distancia. “Ahí vamos a encontrar de todo”, le dije a Annika.

Mucha veces los citadinos subestimamos a los pueblos grandes y ésta vez fue una de ellas.

Para nuestra grata sorpresa llegamos a la tienda de Tarkan. Dueño y responsable de la tienda de bicis más conocida en el Suroeste de toda Turquía: Tarkan Bisiklet.

Feliz de recibir a una pareja multicultural no sólo nos ofreció arreglar los desperfectos de nuestras bicis, sino que nos hospedó y nos alimentó por dos días enteros en su casa (dífilamente me podría imaginar algo similar sucediéndonos en la Ciudad de México).

Por tal motivo tuvimos la oportunidad de ver al maestro Tarkan trabajar. Durante todo un día fuimos participes de su dinámica de trabajo. Vimos como hacía diversas reparaciones a todo tipo de bicicletas. Yo contabilice al menos siete distintas a lo largo del día, incluyendo las nuestras. Nos enseñó cómo montar adecuadamente los rayos de nuestras bicis y realizar el complicado balanceo. También instaló nuevas partes que desde hace más de seis meses no han fallado y nos dio varios consejos valiosos acerca de las mejores marcas de refacciones disponibles en Turquía para utilizar en futuras reparaciones. Poco a poco  Annika y yo presenciábamos cómo el “mecánico de pueblo” nos daba una bofetada con guante blanco cada vez que nos iluminaba con sus 20 años de experiencia reparando bicicletas de montaña de las mejores marcas.

Al siguiente día, con nuestras bicis mejoradas, Annika y yo acompañamos a Tarkan, sus amigos y los hijos de sus amigos al paseo semanal que partía desde su tienda hasta el tope de un cerro a las afueras del poblado. Yo contabilicé alrededor de 35 participantes.  Al parecer el pueblo resultó ser una metrópoli para el mundo de los ciclistas.

NATURALEZA

El pueblo y la vida

Köycegiz  un poblado de Turquía de alrededor de 10 mil habitantes y es reconocido por el lago que tienen el mismo nombre del poblado y que se une con el mar Mediterráneo por un canal natural llamado Dalyan. Su entorno único se conserva como un santuario de vida silvestre.