¿Ilusiones Vanas o Esperanzas Firmes?

El ser humano lleva siempre en su corazón un cúmulo deseos que en determinado momento se vuelven antojos o ambiciones; desde que nace vive insatisfacciones y se abre camino a un algo más.

A veces son tan sólo fantasías que en ocasiones se concretizan en empeños que orientan o desorientan la vida.

La garantía de progresar, de obtener lo que deseamos o esperamos no depende, a menudo ni siquiera de la preparación, ni de las capacidades con que nos creamos dotados.

Las peripecias de la vida, y los acontecimientos adversos no son los mayores obstáculos para la realización de la persona o para el logro de las más grandes esperanzas.

Importante sí es saber a dónde apuntan los más íntimos anhelos del corazón.

Las ilusiones vanas se esfuman, las pretensiones soberbias se derrumban y los intentos materiales se quedan al ras del piso.

Hay muchas personas que cifran su esperanza en algo muy grande que les viene de lo alto como regalo de Dios y que supera toda la humana debilidad.

La lección divina de Cristo Jesús

Tal vez desde el principio, Dios estuvo dando pistas para que el ser humano pudiera encontrar el camino hacia lo más grande y mejor que le está reservado desde el inicio de los tiempos y a lo cual se llama a cada hombre y mujer para escalar la más sublime altura, tanto como hijos de Dios, y como seres creados en la cúspide del universo…

Por eso un día en la historia, Dios mandó a su Hijo Jesucristo para que nos enseñara, con su vida y ejemplo, todo lo necesario para caminar seguros por este mundo y para distinguir lo bueno y lo mejor.

Pero no lo entendimos, y seguirnos cultivando ambiciones y tramando maldades y queriendo apoderarnos de aquello que creemos nos conviene y alejándonos del verdadero bien.

El Señor nos explica claramente cuáles son motivos válidos para apoyar nuestra vida en una esperanza duradera, en algo que no acaba, en algo tan firme que nada ni nadie nos pueda arrebatar, que ni los tiempos lo puedan deshacer y que ni siquiera al pasar a otra vida, podrá desaparecer.

En este mundo vamos caminando entre incertidumbres y dudas que a cada paso surgen ante nuestra mente… preguntas que no logramos responder y que ninguna persona nos llega a resolver.

Por eso en el silencio de nuestro corazón reconocemos que lo único que hasta ahora ha sido respuesta clara es la Palabra eterna de nuestro Señor Jesús.

Por eso le buscamos, por eso acudimos a Él dando oído a su voz y fe a sus enseñanzas.

Mil veces habremos constatado que aquellos que le buscan han encontrado en Él alegría plena, felicidad cumplida.

En cambio los que han ido buscando sus propias ventajas y dando rienda a los apetitos de sus pasiones o los que se han dejado llevar por su ambición, han sentido cada vez más vacío y su nombre no ha logrado perdurar en la historia.

Sólo el Señor Jesús nos ayuda y nos salva, nos lleva de la mano y nos conduce firmes y seguros a la meta final.

Oración

Donde todo termina, empiezas Tú, Señor.

cuando todo en mí muere, comienzas a vivir,

y tu luz me ilumina, si soy oscuridad.

cuando todo es olvido, y siento soledad,

encuentro a mi lado tu infinito amor.

Por eso quiero verte en medio de mi noche,

escuchar tus palabras y seguir tus pasos…

porque sólo contigo encuentro la certeza

de llegar a una meta infinitamente superior

donde Tú mismo eres Camino, Verdad y Vida.

María Belén Sánchez