Finca Argovia, atractivo sustentable

GUADALAJARA, JALISCO (21/JUN/2015).- En el Estado de Chiapas, en la zona fronteriza con Guatemala y a poca distancia de la ciudad de Tapachula, da inicio una de las zonas turísticas con mayor proyección y atractivo en el país durante las pasada década, se trata de la Ruta del Café que, desde las faldas de la Sierra Madre Oriental —la afamada región del Soconusco— agrupa una serie de centenarias plantaciones de café que, hoy día, han diversificado sus actividades para ofrecer servicios de ecoturismo a los visitantes; así, una de las mejor acondicionadas es la Finca Argovia, a poco más de 600 metros sobre el nivel del mar, un sitio perfecto para entrar en contacto con la naturaleza ubérrima del trópico.

La belleza y prestigio de esta finca resort radica no sólo en el paisaje, sus ríos o su arquitectura, también en el sincretismo de la cultura europea con la cultura mestiza del lugar que se expresa en sus construcciones y sistemas tradicionales de producción; de esta forma, no sólo brinda una experiencia recreativa y gastronómica sino, además, la posibilidad de alojarse y conocer un novedoso concepto agrícola diversificado que empata con su oferta turística.

Un poco de historia

El nombre de la finca proviene de la familia suiza —originaria del cantón “Argau”— que fundó en 1880 la plantación, que unos años después fue adquirida por el alemán Adolf Giesemann, cuya familia continúa manejando la empresa cafetalera que, dada la distancia que la separaba de la ciudad entonces —Tapachula estaba a tres días de camino—, siempre tuvo autonomía y desarrolló cultivos paralelos para el autoconsumo.

Como productores de café —que fue un negocio próspero en aquella época— los dueños siempre se enfocaron en ofrecer un producto de alta calidad y competitivo a nivel internacional; con todo, las sucesivas crisis del sector han motivado que hoy día se empleen técnicas que no sólo ayuden a conservar el ecosistema sino que, además, fortalezcan las cualidades del productos.

Modelo ecológico

En palabras del actual propietario, el ingeniero Bruno Giesemann Eversbusch, la problemática motivó que se valorara el negocio “desde la parte turística, lo que también permitió valorizar al consumidor desde otra perspectiva”; así, se abandonó el cultivo “lineal” de la planta por “modelos de baja perturbación”, esto es, utilizando para la protección del suelo árboles, yerbas y animales tutores, lo que produjo el enriquecimiento automático de la finca al diversificar productos” (sobre todo en el ámbito de la floricultura).

Este modelo de “permacultura” que permite volver “orgánico” el proceso de cultivo de café (y otros), se acompaña de un modelo de utilización del agua que incluye una planta de tratamiento de aguas residuales —la primera de su tipo que operó en México— que permite reciclar los desechos y generar abonos orgánicos (con un modelo de reciclaje de subproductos del café a través de la lombricomposta), dice el dueño.

Otras transformaciones

Estos cambios se han dado durante las pasadas dos décadas y, explica Giesemann, su finca se ha convertido en un gran vivero donde se cultivan 125 especies entre cafetos, flores y árboles frutales, a lo que se suman los servicios de ecoturismo que incluyen el senderismo —para lo que se recomienda la visita al “mirador” de la finca, sitio elevado desde donde se tiene una vista privilegiada de la región y del legendario volcán Tacaná— y la observación de aves tropicales (que abundan en la zona).

La electricidad de la finca se genera por medio de una planta hidroeléctrica que tiene más de cien años y, como concepto, el alojamiento ofrece “aislamiento”, sin televisión (aunque se incorporará en breve una red de internet); además, se solicita a los visitantes que respeten la naturaleza, los ríos, bosques y animales del lugar.

La experiencia

En la finca no sólo se puede conocer la historia y tradición de la cafeticultura en la región y su diversificación actual; es posible también apreciar, en un breve tour, el proceso de cosecha (que ocurre de octubre a diciembre) y tratamiento del fruto –en lo que se conoce como “área de beneficio”, donde se despulpa, fermenta, lava, seca, almacena, clasifica y tuesta el grano –, un modelo que combina una tradición centenaria con elementos de la modernidad.

Otro tour permite atestiguar cómo se da el cultivo de plantas ornamentales; porque ahí se cultiva una extensa variedad de flores y follajes tropicales –como Anturios, heliconias, hawaianas, maracas, aves de paraíso, drácenas, palmas, bambúes y muchas otras– que, como parte de la diversificación productiva de la finca, se destinan al mercado nacional e internacional.

ANÓTALO

El equipaje

> Ropa práctica, cómoda y ligera
> Zapatos confortables y sin tacones
> Bloqueador de sol
> Repelente de mosquitos
> En temporada de lluvias (de mayo a octubre), ropa para protegerse.

PARA LLEGAR

Traslado

Desde Tapachula (ciudad que cuenta con aeropuerto), la finca se encuentra a unos 45 minutos por la carretera que conduce al poblado de Nueva Alemania, para lo cual basta seguir la señalética que indica la dirección a la Ruta del Café; a unos 40 kilómetros se encuentra la desviación que conduce a la finca, un camino que apenas toma dos o tres kilómetros antes de llegar a la entrada de la propiedad y que, hoy día, se ha pavimentado con concreto hidráulico y secciones de empedrado, lo que facilita enormemente el acceso, sobre todo durante la temporada de lluvias.

El trayecto pasa por varios ejidos, pero la Finca Argovia –a muy corta distancia de otras, como la Finca Eduviges o la Victoria– es la primera de la Ruta del Café, por una vía siempre cuesta arriba pero que deja percibir el cambio de vegetación desde la zona de la costa.