Suplementos | La brújula del viajero apunta rumbo al Sur, a una tierra milenaria En el lejano Perú La brújula del viajero apunta rumbo al Sur, a una tierra milenaria, donde la cultura nativa e hispana han forjado una civilización única Por: EL INFORMADOR 12 de abril de 2015 - 02:35 hs Vista de pájaro. Con la punta del ala de la avioneta, el piloto nos señala las misteriosas Líneas de Nazca. EL INFORMADOR / P. Fernández GUADALAJARA, JALISCO (12/ABR/2015).- Esta vez el Perú… aquel tan mentado país de América del Sur, tan misterioso y tan lleno de historias de tiempos remotos que perviven como mitos y leyendas en la vida diaria de su gente, fue quien atrajo nuestro interés por “descubrir” sus tierras tan diferentes y tan semejantes a las nuestras; con su espíritu igualmente cincelado —para bien o para mal— por el avasallador mestizaje ibérico. Esa pequeñísima tierra sureña que se asolea en las costas del Océano Pacífico. Ese trocito del larguirucho continente que recorre el globo de polo a polo. Esa mínima piececita que es parte del gran rompecabezas continental que sigue buscando su lugar en la geología de nuestro planeta. Ese pedacito de tierra, con desiertos de un lado y selvas amazónicas del otro a caballo entre las altísimas montañas de los Andes, fue quien nos llamó la atención. ¿Y por qué ahí?... ¿Por qué el Perú?... la respuesta pudiera ser la misma que dan los montañistas al escalar alguna cumbre… ¡Solo porque… está ahí! Y el Perú… estaba ahí para nosotros. Por eso, bueno… sin más ni más nos lanzamos a conocer el famoso Perú, como siempre: haciendo de tripas corazón y… ¡a ver que sale! Opinamos que entre los más infames pensamientos al planear un viaje, es fijar expectativas y poner “etiquetas mentales” a lugares y personas que se espera conocer. Venenosos ingredientes que pueden estropear hasta el más atractivo paseo. Es que… yo creí que… es que yo pensaba que… es que yo me imaginaba… son los peores pensamientos que habrá que incluir en un viaje a cualquier lugar nuevo y desconocido. De hecho, la vida misma es así… nunca se sabe que vendrá; y la felicidad depende de la capacidad para sortear lo inesperado. Ya la filosofía china ancestral hablaba de ello hace miles de años. Lo nuevo, lo diferente, lo inesperado, lo que te puede causar asombro, maravillarte de cuanta cosa existe por nimia que sea, debe ser el motivo de tu viaje… y de tu vida. Asómbrate, recuérdalo, asimílalo, inclúyelo en tus nuevos pensamientos y será un tesoro. La ciudad de Lima: la gran ciudad instalada en medio del desierto fue nuestra primera sorpresa. ¿Desierto? ¿En Sudamérica? ¿En el Pacífico?... Pues si. Debido a la barrera climatológica que forman las altas montañas de los Andes, aunado al frente frío que provoca la Corriente de Humboldt proveniente de la Antártida, impiden que las nubes se condesen en forma de lluvia, convirtiendo así la costa en un desierto. De hecho, en el Sur del país, frontera con Chile y Bolivia, se encuentra el Desierto de Atacama: una de las zonas más áridas del planeta, en donde cae tan sólo una miserable llovizna cada diez años en promedio. En la zona de Arica —frontera con Chile— no ha caído una gota de agua que pueda registrarse como lluvia en más de 150 años. Más tarde; en medio de superficies pedregosas y planísimas de impresionante aridez, casi a quinientos kilómetros al Sur de Lima localizamos —trazadas en el suelo con sorprendente precisión— decenas de figuras de cientos de metros de extensión, con formas de árboles, de monos, aves, garzas, manos y colibríes, entrecruzadas por misteriosas líneas rectas y precisas, que fueron trazadas con indecible perfección a principios de nuestra era. Como teníamos que elevarnos al menos unos cien metros en el aire para poderlas distinguir, tuvimos que rentar una pequeña avioneta, para que el piloto, con la punta de las alas nos fuera señalando las figuras más significativas. ¿Por qué o para qué se trazaron esas líneas en estos terrenos tan planos, si sólo es posible distinguirlas desde las alturas? Es otro de los grandes misterios de la humanidad. Un poco más delante, no fue menos nuestro azoro cuando en esos rumbos inhóspitos y desérticos, de súbito nos encontramos rodeados por un vergel con cientos de hileras de vides perfectamente cultivadas, cargadas de rollizos racimos de uvas listos para ser machacados y… convertirlos —como por milagro— en delicado “Pisco” regional o en el finísimo Intipalca. Con nuestro esfuerzo, insolación, sudor, arañazos, y claro… gran contento, tuvimos la suerte de participar en la achicharrante y asoleada “vendimia” de esa añada de vinos del Perú. ¡Salú! vya@informador.com.mx Temas Perú Pasaporte De viajes y aventuras Lee También Agencias de viaje en Jalisco ofrecen descuentos para adultos mayores con Inapam Disparan contra grupo musical en pleno concierto en Perú | VIDEO Un viaje por el tiempo en Cuitzeo, Michoacán Abrazo otoñal en la Riviera Nayarit Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones