Miércoles, 15 de Mayo 2024
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Diario de un snob

LAMENTAMOS LA DESAPARICIÓN FÍSICA DE AMPARITO GORIBAR VIUDA DE COLLIGNON SE VA ASÍ UNA GRAN DAMA, UNA GRAN SONRISA Y CON ELLA… UN BELLO CUENTO DE HADAS ELLA PROTAGONIZÓ A LOS 16 AÑOS A LA VIRGEN DEL TEPEYAC ESPOSA QUE FUE DEL APUESTO EDUARDO COLLIGNON DE LA PEÑA ¿PACKARD DESCAPOTABLE DE LUJO O SUERTE DE CARROZA ENCANTADA? UN EMOTIVO HOMENAJE COMO POCAS VECES HEMOS VISTO: EL QUE LE RINDIERA EN VIDA EL GENEROSO PEPE HERNÁNDEZ MONTES

Por: EL INFORMADOR

La historia de Amparito Goribar (en la imagen) y Eduardo Collignon comenzó de alguna forma por “culpa” de un Packard.ELDUQUEDETLAQUEPAQ  /

La historia de Amparito Goribar (en la imagen) y Eduardo Collignon comenzó de alguna forma por “culpa” de un Packard.ELDUQUEDETLAQUEPAQ /

GUADALAJARA, JALISCO (20/FEB/2011).- Si los cuentos de hadas existen, éste es precisamente casi uno de ellos, que tiene por principal protagonista a la recientemente desaparecida Amparito Goribar y Díaz González  viuda de Collignon, cuyo deceso, no por esperado, ha dejado de ser muy lamentable. Tuvimos la suerte de conocerla y tratarla, y puedo asegurar que irradiaba una especie de eterna juventud y más eterna aún sonrisa, llevando a cuestas una enfermedad con una entereza y tranquilidad que nadie lo notaba... Lo que se conoce como una auténtica señora de “una pieza” en todos sentidos y sin duda construidas de una madera que simplemente  ¡ya no se da! ...a su desaparición física  les resta a sus deudos y amigos cercanos la dicha de tenerla presente en su espíritu y con aquella sonrisa que la caracterizó siempre. Y bien, aquí comienza nuestra historia, más bien no una, sino dos historias paralelas que el destino, el azar o la casualidad unió y selló para siempre. Corría el año de 1942 y un entonces productor de cine nacional llamado Miguel Soria acude al negocio familia de don Luis Goribar, que se ocupaba de proveer artículos deportivos y en específico para el “Tiro al Blanco”; Soria requería no sólo los instrumentos de este deporte, sino quien les entrenara a una veintena de actores “extras” que habrían de participar de inmediato en una cinta que se estaba ya preparando y que llevaría por título La virgen morena, narrando de alguna manera las apariciones de la Virgen del Tepeyac... más el principal “apuro” de Soria no eran ni los arcos ni las flechas, sino el dar con la protagonista principal de su película... aparentemente había “audicionado” a varias chicas hijas de familia, como nóveles artistas sin éxito alguno... simplemente no le había convencido ninguna... y así, mientras le tocaba este tema de conversación a don Luis Goribar, de pronto entra y cruza el umbral de la puerta de la tienda una bellísima jovencita con vivos ojos, tez morena y rasgos finísimos... y que saluda de manera familiar al don Luis... la mirada de Soria se queda clavada en la belleza de la chica y casi sin articular palabra, al momento que ésta desaparece y se despide, éste menciona entre tartamudeos que es esa chica es  exactamente como la que ha estado afanosamente buscando para el papel protagónico… “Pues lo será tal vez, pero esa chica es mi hija de 16 años y no es actriz, ni comediante, ni lo será”… se arman los días posteriores un cierto conflicto o desacuerdo entre el productor, el padre de la joven, la propia joven y su madre, doña Inés Díaz González, a tal grado que tiene que intervenir el entonces arzobispo de la capital, monseñor Luis María Martínez, quien atendiendo a  los ruegos de Soria decide hablar con la familia, haciéndoles ver que un papel de esa índole, de ningún modo ocasionaría el menor desprestigio ni social ni moral para Amaparito... haciéndose de algún modo el prelado responsable de que no pudiese ocurrir durante la filmación ningún acto o comportamiento inmoral... y para evitar problema alguno sólo se menciona que la cinta estaba siendo filmada ya teniendo como principal papel a “una señorita de nuestra mejor sociedad”… así no habría que crear un escándalo y ni se expondría el nombre de la joven en una época que no era de ningún modo bien visto que gente muy joven y de cierto rango trabajase en la industria fílmica. Total, la cinta se filma durante el mes de agosto de 1942 en los Estudios Azteca y se estrena el 11 de noviembre del mismo año en el lujoso Cine Alameda, justo un mes antes de las celebraciones de la Guadalupana, constituyendo un rotundo éxito y creándose además un misterio al insistir en no dar el nombre real de la joven, así la mayoría de los espectadores se quedan con la sola intención de saber quién podría ser la angelical figura que representa a la Guadalupana... Aquí entretanto, en Guadalajara, una pareja de jóvenes amigos de muy conocidas familias deciden pasar unas vacaciones en el lejano puerto de Acapulco, aprovechando la carretera que recién inaugurada, unía al puerto guerrerense con la capital del país. Sin “chistar”, Eduardo Collignon de La Peña y Roberto Sahagún hacen maletas y se montan en un lujoso y fuera de serie auto packard descapotable color amarillo paja recién estrenado; cruzando ambos  sierras, parajes y montañas, logran llegar después de no pocos desaciertos a aquel puerto, entonces un auténtico paraíso, cuyos hoteles apenas eran tres: El Mirador, El Papagayo o el Cantamar... y de las lujosas mansiones sólo existía prácticamente una, la de don Pedro Corcuera y tal vez una o dos más de ricos norteamericanos que apenas habían descubierto la bahía de Acapulco; lo demás eran rústicas palapas y más rústicos hoteles... un nigth club que funcionaba sólo ciertas noches y algún par de restaurantes... pero claro, la Naturaleza, el clima, las trasparentes aguas y la imponente bahía lo hacían un sitio único que logró posicionarse años después como el número uno en el mundo entero. Así pues, una mañana y rumbo a una de las playas, se les cruza en el camino una auténtica “belleza de parar el tráfico”, aun cuando no lo hubiera entonces...!! Eduardo, el conductor del enorme Packard, logra meter freno y aun cuando prácticamente se aseguraba que estaba ya comprometido con una conocidísima y también bellísima chica de la alta sociedad tapatia, éste aparentemente se desiste y comienza el flirteo entre uno de los “Charros Tapatíos” y la belleza capitalina... el resto es historia ya sabida... el romance prospera y se casan el 8 de Diciembre del 1943 en la señorial iglesia de Santo Domingo, impartiéndoles la bendición el monseñor Luis G. Romo, prelado doméstico de su Santidad y desde luego ante la anuencia de sus padres ahí presentes. Muy  a pesar de que la boda se lleva a cabo en la más absoluta intimidad a fin de no hacer partícipe a la prensa, de alguna forma la noticia se coló, y al salir los novios al atrio aquello era un “hervidero” de gente sencilla que cariñosamente querían ver casada a la “Virgen Morena” con el apuesto Tapatío. A la ceremonia religiosa siguió un banquete nupcial en casa de los Goribar y de ahí la pareja partió a vivir a esta ciudad, Guadalajara , en donde lograron procrear una bonita familia de ocho hijos más nietos y bisnietos... el packard fue uno de los regalos de bodas del novio para su bella esposa y por años fue su orgullo y su placer el conducirlo... mas al paso del tiempo, los hijos crecieron, no debió faltar algún apuro (como en todas las familias de antaño y hogaño) y el más bello auto descapotable de la época desapareció para nunca más volver... pero si los cuentos de hadas tienen historias felices, ¿éste por qué no habría de tenerlo también? Una noche de no hace mucho tiempo, ¿acaso cinco años? Pepe Hernández Montes y la distinguida Isa Prieto de Hernández Montes nos invitaron a una elegante cena de gala en un paraje un poco retirado... al llegar discurrimos que era una especie de enorme “hangar” en donde se sirvió la misma, con unos 150 comensales, todos conocidos y amigos de toda la vida... entre una mesa y otra alcancé a distinguir a Amparito con su habitual elegancia y sonrisa... a un punto de pararme a saludarla en medio del enorme salón Pepe, el generoso anfitrión de la fiesta, aparece conduciendo el famoso auto packard en su color original para depositárselo literalmente a los pies de la mesa que ocupaba la viuda de Collignon... pocos eventos tan notables, tan generosos y tan emotivos recuerdo como éste...!! En un santiamen y como si hubiese vuelto a tener súbitamente 18 años se montó en el que fuera el auto, el auto de sus sueños...!! Lo condujo como si nunca se hubiese desprendido de él...!! Si los objetos, como dicen también, tienen una cierta vida propia, aquí lo comprobamos una vez más. Ya después de semejante homenaje a una dama como lo fue Amparito, el propio Pepe nos contó cómo en sus andanzas de coleccionista de autos clásicos, un día  dio con el auto, o lo que quedaba de él... hecho una chatarra, lo reconoció de inmediato (y el auto seguramente también a él) y por años se dio a la tarea de restaurarlo íntegramente, para un día poderle dar el gusto a su amiga de volverlo a conducir y que engalanara las sombreadas avenidas de Guadalajara como lo hiciera tantas veces en aquellos remotos pero no olvidados años cuarenta y cincuenta del pasado siglo.

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