Suplementos | Por: Juan Palomar Diario de un espectador Dos reflectores dibujan sobre la noche desasosegada sus trazos despaciosos. Los haces al cruzarse forman sobre la ciudad emblemas que ignoramos, geometrías que las nubes bajas puntúan y completan. Una sirena quiere partir de la ciudad, se aleja Por: EL INFORMADOR 31 de octubre de 2009 - 05:28 hs De transcripciones: Debe haber dos líneas de Yeats que serían la iluminación para un día aciago. Un faro en la costa de Turquía que habría dejado claro para siempre el sentido de querer hacer arquitectura. Una capilla en Cerdeña para curar con sal blanquísima la enconada herida de la incertidumbre. Una canción de Dylan que, oída a tiempo, hubiera apaciguado el vértigo, conjurado la caída. (Don’t think twice, it’s all right, por ejemplo.) Un tango habrá, es seguro, que remediaría el sordo escozor de un recuerdo. Una cantata cuyo nombre nomás se sabía el maestro muerto, y bajo cuyo imperio la amargura de los días se disolvería como un pájaro. Unos pasos livianos que hubiera bastado dejar alejarse a pie firme. Una vieja película italiana habrá que explicaría con detalle la sabiduría de ver pasar la tarde. Una cierta moldura en un templo perdido de la selva yucateca sería suficiente para comprender la justeza del número y la gracia. Un camión nunca tomado que hubiera regresado, por misteriosa ruta, al barrio de la infancia. Una historia que, con tranquilo coraje, nunca dijo un señor que ya no está, y que arrojaría, sin duda, la clave de varios laberintos. Está, en cambio, la luna última de octubre, la lumbre minuciosa del tequila, la voz en el teléfono que dice que regresa. Y, estas cuantas cosas, más que bastan. ** Vuelve Paco Ibañez: Todo en tí fue naufragio. Así se llama su versión musicalizada de la, no por visitada y revisitada menos desgarradora, Canción desesperada de Pablo Neruda (antes Paseo de las Águilas). Otra vez, gracias a ese prodigio de herramienta que es youtube, pudo este espectador asistir a la presencia enjundiosa del "cantautor" (hollollosa palabra) valenciano. Y vuelta a alguna tarde de los tempranos setenta en que –desde un disco grabado en el Olympia de París- Ibañez cimbró al personal con su aguerrido repertorio. Todos íbamos a galopar hasta enterrarlos en el mar, y todo eso. Pero la canción tiene un potente efecto, y la selección de versos que el músico incluye, astutamente dispuesta, funciona como un disparador, o una barranca. Va, en muestra, una particular edición de La canción desesperada Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy. El río anuda al mar su lamento obstinado. Abandonado como los muelles en el alba. Es la hora de partir, oh abandonado! Sobre mi corazón llueven frías corolas. Oh sentina de escombros, feroz cueva de náufragos! En ti se acumularon las guerras y los vuelos. De ti alzaron las alas los pájaros del canto. Todo te lo tragaste, como la lejanía. Como el mar, como el tiempo. Todo en ti fue naufragio! Era la alegre hora del asalto y el beso. La hora del estupor que ardía como un faro. Era la negra, negra soledad de las islas, y allí, mujer de amor, me acogieron tus brazos. Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta. Era el duelo y las ruinas, y tú fuiste el milagro. Cementerio de besos, aún hay fuego en tus tumbas, aún los racimos arden picoteados de pájaros. Y la ternura, leve como el agua y la harina. Y la palabra apenas comenzada en los labios. De tumbo en tumbo aún llameaste y cantaste. De pie como un marino en la proa de un barco. Es la hora de partir, la dura y fría hora que la noche sujeta a todo horario. El cinturón ruidoso del mar ciñe la costa. Surgen frías estrellas, emigran negros pájaros. Abandonado como los muelles en el alba. Sólo la sombra trémula se retuerce en mis manos. Ah más allá de todo. Ah más allá de todo. Es la hora de partir. Oh abandonado! ** De la batea de las postales. Un anuncio de Osborne, toro negro en una esquina, con una muchacha que baila, el pelo desbocado, la espalda en llamas. (Y suena, exacto e inverso, el piano insomne de los Smashing Pumpkins: Mellon Collie and the infinite sadness...) Baila, la muchacha. jpalomar@informador.com.mx Temas Tapatío Diario de un espectador Lee También El Clásico Tapatío cambia de horario Conquistando la cima más alta de Jalisco Resistencia cultural en el tianguis de la Leña La danza contemporánea abre paso al legado en el arranque del FID 2025 Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones