Lunes, 28 de Abril 2025

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Efectos de un terremoto

Por: EL INFORMADOR

Uno de tantos balances del terremoto de ocho grados de magnitud, que devastó el pasado 12 de mayo el Suroeste de China, es de 65 mil 080 muertos; 360 mil 058 heridos; 23 mil 150 desaparecidos y más de 71 mil viviendas absolutamente destruidas, según datos de la Oficina de Información del Consejo de la República Popular China, citada por la Agencia Estatal de Noticias Xinhua.

La gravedad del suceso admite infinidad de comentarios respecto de sus efectos, uno de los cuales tiene referencia a la política demográfica implantada por las autoridades chinas, desde la década de los ochenta del siglo pasado en esa zona, y que hoy ve cómo acrecienta el dolor y el problema de muchísimos padres de familia que perdieron a su hijo único en la conflagración telúrica y que por ende pasarán su edad madura y su vejez sin el consuelo de la trascendencia paterna y materna.

La política de hijo único, implantada autoritariamente por las autoridades comunistas chinas, para evitar el crecimiento demográfico, ha traído como consecuencia multitud de familias integradas por padre, madre y un solo vástago.

Ya en alguna ocasión comentábamos, en estas mismas páginas, la enorme problemática que supone esa política totalitaria, por ejemplo en la disciplina que puede haber en un plantel de primera enseñanza, donde todos los niños, absolutamente todos, son hijos y nietos únicos.

Pero ahora que el terremoto se ensañó en edificios de centros educativos, sobre todo de enseñanza media e incluso en tecnológicos, pletóricos a esa hora del siniestro, de alumnos y por consecuencia donde la cifra de muertos ha sido difícil de cuantificar, también por razón de que no se vaya a imputar a autoridades gubernamentales responsabilidad respecto de la baja calidad de materiales de construcción, empleados en dichos planteles. Ahora que decenas de miles de padres de familia han perdido a ese hijo único “que el Gobierno les permitió tener”, ese mismo Gobierno ha tratado de enmendar la plana, permitiéndoles por esta razón intentar traer otro hijo a esta Tierra.

La pregunta a hacer es simple: ¿Se puede sustituir a un hijo muerto? El gran desarrollo económico de China tiene graves interrogantes respecto del modo como se está consiguiendo. El drama sobrevenido a raíz del terremoto en muchos de sus aspectos es bastante esclarecedor. En los pasados dos párrafos hemos citado apenas dos de ellos: el totalitarismo con el que el Gobierno implanta todas sus políticas, sean las de erradicación de cualquier vestigio de cultura occidental durante la revolución de Mao, sea la de la política demográfica del hijo único, sea la del desarrollismo económico con talante capitalista, pero con procedimientos del más férreo controlismo gubernamental, sea el de la corrupción gubernamental en la construcción de escuelas y hospitales en los lugares menos concurridos por el turismo cosmopolita, que por lo tanto pueden ser objeto de burdas componendas al utilizarse materiales de ínfima calidad. China dentro de unos cuantos días presentará al mundo su mejor cara, ojalá en esos momentos también recordemos las fases ocultas de su desarrollo.

JUAN DE LA BORBOLLA R. / Catedrático universitario.
Correo electrónico: jborboll@up.mx

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