Jueves, 10 de Julio 2025

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Por: EL INFORMADOR

El día de ayer, la Secretaría de Economía dio a conocer que la Inversión Extranjera Directa (IED) del primer trimestre de 2008 fue 36% menor que la del mismo período del año anterior, lo cual obliga a un análisis cuidadoso del momento que vive nuestra economía, así como el entorno internacional en que operamos.

Desde que inició este año, el fantasma de la recesión de la economía estadounidense y la debilidad de los mercados financiero e inmobiliario de ese país, auguraban que se trataría de un año difícil. México, al igual que otras economías del mundo, ha tratado de evitar el impacto interno de semejante fenómeno con relativamente buenos resultados, pues si bien es cierto que algunos mercados lo han resentido, no se percibe en el entorno un ambiente de crisis ni de desempleo que trasciendan de manera preocupante en el ámbito social.

Independientemente de esto, vale la pena reconocer que las razones por las cuales se ha dado la baja en la IED en nuestro país, que es canalizada principalmente a la industria manufacturera y al comercio, no se originan únicamente en el extranjero, pues hemos sido testigos de cómo México ha ido perdiendo competitividad a nivel internacional, sigue cayendo en términos de corrupción y poco a poco se ha agravado la percepción de inseguridad que se respira en el país.

De acuerdo a las declaraciones oficiales, se sigue manteniendo un pronóstico de IED para 2008 del orden de 20 mil millones de dólares, lo cual es 13% inferior a lo que se captó en 2007. El hecho de que se mantenga el mismo pronóstico refleja que se considera que la recesión no nos está impactando más de lo previsto, lo cual es positivo; sin embargo, no debemos soslayar que una baja como esas se traduce en menores oportunidades de trabajo y de generación de riqueza para los mexicanos.

Vale la pena destacar que este anuncio fue aprovechado por algunas autoridades para decir que los montos de inversión se mantendrán en esos niveles, en tanto no sean abiertos a la participación de recursos foráneos algunos sectores como el energético y el de telecomunicaciones.

Esta aseveración es delicada, toda vez que la IED sí venía creciendo en el país desde que fue puesto en marcha el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), lo cual significa que aun con esos sectores protegidos, México era atractivo para otros inversionistas.

Aseverar que por la cerrazón de esos sectores no crece en México la inversión extranjera, es una simplificación que deja de tomar en cuenta los atractivos que ha perdido el país como destino rentable para los capitales manufactureros y comerciales.

Más que encontrar justificaciones simplistas a este serio fenómeno, deberíamos darnos a la tarea de revertir lo que hemos perdido en términos de competitividad, seguridad, legalidad y percepción del entorno, pues sin estos arreglos, ni abrir los sectores protegidos será una solución para elevar nuestro nivel de desarrollo económico y social.

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