Temas para reflexionar

No es ocioso pensar que Dios, Creador del universo y de quienes en él creemos, al momento de terminar esta vida lleguemos ante su presencia en la mansión celestial de todas las religiones, renunciando conscientemente a un posible encuentro con nuestros más profundos afectos, acaso por una separación absurda de lo terrenal y lo divino.

Por un acto de elemental congruencia de Dios con los seres que él mismo creó, no puedo pensar que pueda despojarse a los seres humanos de sus más entrañables afectos, de sus amores más profundos, de sus identificaciones sentimentales más arraigadas.

Y no solamente hablo de personas (esposa, hijos, amigos), sino también de animales, a los que en ocasiones se llega a querer entrañablemente, aún más que a los humanos.

No puedo imaginar la morada celestial sin animales. En la casa de Dios Padre deben estar todas las criaturas que él mismo formó. Ellos también merecen la bienaventuranza.

Carlota de Bélgica, esposa de Maximiliano de Habsburgo, en una carta que envió a la emperatriz Eugenia, esposa de Napoleón III, emperador de Francia, dijo: “Los conservadores se imaginan que son súbditos temporales del Papa, y son tan bestias —perdóneseme la expresión— para creer que la religión consiste en los diezmos y la facultad de poseer”.

El general Aquiles Bazaine, que comandó al Ejército francés contra Benito Juárez, en todas partes fue acosado por las guerrillas. En carta dirigida al emperador Napoleón III, expresó: “El guerrillero es un roedor que pertenece a esta parte del Nuevo Mundo”.
El patriotismo es la droga más difícil de administrar, ya que cuando la dosis se exagera, actúa como alcaloide embrutecedor.

Álvaro Uribe, presidente de Colombia, dijo estas significativas palabras: “Veo una patria desgarrándose, todo mundo jalándole un pedacito, robándose un hilacho. Todo el que tiene dos fusiles, tres matas de coca y cuatro kilos de explosivos, monta un estado feudal y va convirtiendo a Colombia en una colección de harapos”.

No son pocas las veces en que se aprende más de los errores de un hombre que de sus virtudes.

Hay días que representan  para el hombre una dura gimnasia de la voluntad y que constituyen una escuela severísima que estruja los nervios y sacude el alma.

Las heridas más graves se hacen con la lengua.

Más padece el rico de hastío que el pobre de hambre.

Nada nace de la nada; nada puede tornarse en nada.

Nadie que detente poderes se salva de la insidia, del escarnio, la envidia y el error. El lugar común ha llevado a inculpar a los gobernantes de todos los males y de todo cuanto sucede.

Don Justo Sierra dijo que la gracia es la sonrisa del alma. Asimismo, sostuvo que México no puede ser “patria ideal de almas sin patria”.