Sábado, 11 de Octubre 2025
México | POR FLAVIO ROMERO DE VELASCO

Temas para reflexionar

El sinarquismo anti-juarista, el mismo que ofendió la memoria del Patricio en diciembre de 1948 encapuchando su estatua en el hemiciclo erigido a su memoria

Por: EL INFORMADOR

Flavio Romero de Velasco.  /

Flavio Romero de Velasco. /

Poncio Pilatos no encontraba culpa en Jesús, a quien habían llevado a su presencia para que lo juzgara. Con frases vagas respondía el reo a las acusaciones, y a las preguntas oponía un silencio empecinado.

 Algo tenía ese hombre que le daba semejanza a Dios. Era quizá la majestad que fluía de su cuerpo erguido frente al escarnio de la turba, o la suave dulzura con que veían sus ojos, o la serenidad con que afrontaba el riesgo de la muerte.

Por eso, y porque su esposa le había dicho que vio en sueños la inocencia de ese justo, Pilatos no sabía lo que tenía que hacer con él. Hizo traer a Barrabás, pues era costumbre regalar en esos días la libertad de un condenado.

A Jesús y a Barrabás los mostró ante la muchedumbre y preguntó a la gente cuál debería dejar libre. ¡A Barrabás!, gritó con una sola enorme voz, la turba, y así dejó libre al culpable y condenó a morir al inocente.

Seguramente, mientras se lavaba las manos decía para sí: “Es buena cosa esa invención que los griegos llaman democracia. Obré con tino y con justicia en este asunto; dejé que el pueblo decidiera, y ya se sabe que el pueblo siempre tiene la razón”

En todos los ambientes, sobre todo en los políticos, siempre hay denostadores de la profesión.

Carlos Castillo Peraza, político particularmente culto e inteligente, en uno de los últimos programas televisivos en que participaba como comentarista, expresó: “Quien está a la cabeza, no puede perder la cabeza”.

Benito Juárez, en el aniversario 200 de su natalicio, fue objeto de implacables y trasnochados embates, de parte de quienes no han asimilado —y menos aún perdonado— la reciedumbre de su liberalismo y su visión política, al concebir las Leyes de Reforma que nos abrieron a la modernidad y pusieron fin a la codicia de un clero insaciable, dueño de las dos terceras partes de la propiedad territorial de la República.

El sinarquismo anti-juarista, el mismo que ofendió la memoria del Patricio en diciembre de 1948 encapuchando su estatua en el hemiciclo erigido a su memoria, al ser cancelado su registro como partido político, halló refugio natural con sus congéneres fundamentalistas en el partido más conservador de México, a cuyo amparo buscan hoy tenazmente cargos de elección popular cumpliendo mandas religiosas e invocando a Dios su protección y amparo.

Inútil será la pretensión que les anima para demeritar su memoria y lesionar su imagen como el héroe de mayor dimensión en la historia de México, a pesar del embate coordinado y auspiciado sin disimulo desde el Gobierno de la República.

El gran poeta peruano César Vallejo, en unas cuantas palabras nos legó la sombría concepción de su existencia: “Hay en la vida horas de negrura negra y cerrada a todo consuelo. Hay horas más, acaso, mucho más siniestras y tremendas que la tumba”.

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