Martes, 14 de Octubre 2025
México | TRIGO SIN PAJA POR FLAVIO ROMERO DE VELASCO

Temas para reflexionar

Religioso o racial, el antisemitismo es siempre repulsivo, uno de los desaguaderos más nocivos de la estupidez y la maldad humanas

Por: EL INFORMADOR

Flavio Romero de Velasco.  /

Flavio Romero de Velasco. /

Religioso o racial, el antisemitismo es siempre repulsivo, uno de los desaguaderos más nocivos de la estupidez y la maldad humanas.

Lo que más profundamente se expresa en él, es la tradicional desconfianza del hombre por quien no forma parte de su tribu, ese “otro” que habla una lengua distinta y practica ritos y magias desconocidos.

En la violenta postura del antisemitismo reconocemos muchas otras expresiones de lo humano ajenas a lo judío, y también a un individuo singular, soliviantado hasta lo bestial por una fermentación de odio, la sed de venganza y el despecho o rencor de los que no está exento ningún cristiano.

Cada vez con mayor frecuencia, nos enfrentamos a la prosa oscurantista y a los asfixiantes análisis literarios o filosóficos de la élite cultivada de variadas capillas de intelectuales.

¿Por qué esos laboriosos esfuerzos de erudición, de arqueología retórica, esas arduas genealogías lingüísticas, esas artificiosas estructuras del intelecto que son como vacíos animados?

En el mejor de los casos, son una intensa nadería formal, una gratuidad verbosa y narcisista que nada enseña sobre nada. Son simple y llanamente monumentos de palabras inútiles, expresión del desatino conceptual y la tiniebla expresiva.

Nuestra obligada y añeja relación con los Estados Unidos, sigue siendo la vieja relación entre el fuerte y el débil, la oscilante y perversa confrontación entre la indiferencia y el abuso.

Las guerras ideológicas del siglo XX no han sido menos feroces que las guerras religiosas que desde todos los tiempos han ensangrentado al género humano.

Hace pocos años, entre los intelectuales prevaleció la idea de que la Humanidad asistía a la crisis final del capitalismo después de la quiebra del sistema socialista. Simples imaginaciones.

Ahora comprendemos que la crisis contemporánea no es religiosa, ni ideológica, ni nacionalista; no es tampoco la debacle de un sistema socio-económico, sino algo más: crisis de la civilización entera.

No podemos volver al Estado Teocrático medieval. Los calabozos de la Inquisición no son respuestas a los campos de “Gulag” (campos de castigo en Siberia).

No vale la pena sustituir el Estado-Partido por el Estado-Iglesia, una ortodoxia por otra. La única arma eficaz contra las ortodoxias, es el ejercicio de la crítica; para defendernos de la intolerancia y los fanatismos, no tenemos más recurso que ejercer, con firmeza pero con lucidez, las virtudes opuestas: la tolerancia y la libertad de espíritu.

Las cosas más grandes tienen los nombres más pequeños: Dios, vida, pan, amor. Otra cosa sería si los nombres correspondieran a la grandeza de los seres.

En el ámbito torturante del insomnio, ineludiblemente nos hiere la presencia amotinada de recuerdos y nostalgias.

Nuestra obtusa derecha política, simula con ideas la prevalencia de sus intereses.

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