Sábado, 20 de Abril 2024
México | PUNTO CIEGO POR GABRIELA AGUILAR

Infancia robada

Niñas y niños mexicanos víctimas colaterales y directas del crimen organizado, blancos perfectos para terminar con su inocencia a cambio de violencia y desesperanza

Por: EL INFORMADOR

Gabriela Aguilar.  /

Gabriela Aguilar. /

Duele, provoca escalofrío darse cuenta de que lo inimaginable hace unos años fuera la realidad en estos días: niñas y niños mexicanos víctimas colaterales y directas del crimen organizado, blancos perfectos para terminar con su inocencia a cambio de violencia y desesperanza. Y de esa infancia somos responsables todos, no sólo los que viven de envenenar a la gente con drogas, también tienen parte de culpa aquellos que a pesar de la adversidad, no hacen absolutamente nada para tratar de revertir la complicada realidad.

Lamentarse nada más sirve muy poco o de nada. Hay que hacer algo, ponerse en el lugar de los “chaparros” y hacerles sus días más agradables, a fin de cuentas usted y yo sabemos que esa etapa inicial de la vida pasa tan rápido que más de alguno quisiera revivir, aunque sea unos minutos, esas gratas sensaciones que contribuyeron a ser lo que hoy somos. Y vaya que se extrañan con nostalgia los primeros años de vida, la amplitud que reinaba a nuestro alrededor, lo imponente que parecían las calles, los adultos altísimos y gigantes, ¡era tan fácil ser felices! Un maestro conocido mío me dijo que los mayores nos vamos haciendo más “sofisticados” para la felicidad; si eso es cierto, ¿por qué no intentar reconciliarnos de vez en cuando con el término “feliz”?, ¿por qué no permitirnos otra vez disfrutar del panecito del ganso famoso que costaba en aquel entonces un peso?, ¿por qué no sentir y dominar el tiempo, que cuando fuimos pequeños era lo  que menos nos preocupaba?

¿Qué más se extraña? Algunos amigos de la red lo compartieron: la tranquilidad, la capacidad para imaginar, asombrarse y jugar de una manera espontánea y plena, la inocencia que te hacía creer en las personas; la familia, los amigos, la primera mascota, el yoyo Duncan modelo imperial, la libertad de salir a cualquier hora a la calle, andar en bicicleta sin cuidarte de los carros y poner los barquitos de papel en las corrientes de agua que se formaban por una buena tormenta.

También se añoran los juegos como “la trais”, “stop”, “resorte”, “shan gai” entre otros que quedaron en la memoria gracias a la inseguridad, los videojuegos y el internet. Se recuerda y con intensidad, los días de primaria en los que no éramos nadie si no comíamos un buen lonche de jamón acompañado de un famoso jugo en su empaque de forma triangular. Y qué decir de las bancas compartidas del salón de clases, tenías que estar con tu mejor amiga o cuate para sentirte que pertenecías a alguien. Otra compañera cibernética me recordó la seguridad que sólo ofrecían los brazos de un padre al lanzarte por el aire y “cacharte” sin ningún problema.

¿Ve? ¿A poco no parece infancia robada de lo rápido que pasó esa etapa? No es así. Mejor formemos parte de los buenos recuerdos que pueden construir las niñas y niños que tenga cerca en estos momentos de su vida. Quítese un poco el peso de la responsabilidad adulta y vuelva a vivir lo que un día fue.

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