El señor Claus regresa al Centro tapatío

GUADALAJARA, JALISCO (19/DIC/2015).- La emoción le brota por sus expresivos ojos negros. Ver a Santa Claus hace tan feliz a Fany que no solamente sonríe cuando éste la carga para tomarse la fotografía que después mostrará a todos con orgullo, sino que el momento es tan especial que merece que ella le comparta su deseo: quiere un patín para la Navidad.

Su madre le aconseja que sería mejor que pidiera un triciclo, pero la niña está tan absorta en aquello que le contesta el afable hombre que ignora las palabras del resto de las personas a su alrededor; en ese instante toda su atención es para la fotografía en la que sale con el hombre de traje rojo, largas barbas blancas y lentes que está delante de ella.

“Pancho el sanchoclós”, como pide que se le llame, dice que lo que más le gusta de trabajar en uno de los "stands" de “Santas y sus trineos” del Centro de Guadalajara es convivir con los niños y escuchar sus peticiones, sus secretos, sus más profundos anhelos: “Es algo muy bonito, lo hago yo con mucho gusto, con mucho amor”.

Desde hace 12 años se viste del bonachón personaje, pero eso no le cansa espiritualmente, quizá sí físicamente “por el frío” —bromea—, pero ese se le quita en cuanto las niñas y los niños se sientan en su trineo para abrazarlo: “A mí me gustan mucho los niños, platicar con ellos; si ves, soy el único Santa que les habla, que les dice, que los mima. Me gusta cotorrear, vacilar”.

Sentado en su trineo “jalado” por alces, con el paisaje de casitas, ruedas de la fortuna y un árbol navideño por detrás, Pancho confiesa que a veces su trabajo es muy emotivo, “porque vienen niños y me dicen ‘Santa, yo no quiero nada, yo lo que quiero es que haya paz en el mundo y que a muchos niños no les falte de comer’”.

En un tono más serio rememora que el año pasado lo visitaron unos niños que se veían “bien acomodados” para contarle que iban a hacer cobijas para darle a los necesitados. “Me saludan, se toman la foto y me dijeron: ‘Mira Santa nosotros lo que queremos es que los niños pobres no tengan frío’. Eso es muy bonito, pero eso es por parte de los padres que les inculcan cosas bien bonitas, positivas”.

Ahora con el nuevo gobierno municipal empezarán a trabajar desde las 11:00 de la mañana y hasta las 21:30 o 22:00 horas, y aunque ayer fue su primer día considera que habrá menos personas sin los vendedores ambulantes: “Antes era mejor porque venía más gente, ahora también pero no como igual”.

Joaquín Pérez lleva ocho años siendo “Santa Claus”.  “¿Se toma la foto?”, “no se asuste”, “siéntese”… les dice a los niños que alrededor del mediodía pasan por el Centro de la ciudad. Algunos menores quieren acercarse y les piden a sus padres una foto... Insisten tanto que, si tienen suerte, terminan accediendo.

“Lo que me gusta es divertir, hacer felices a los niños, es una tradición que trae la gente de años. Hay gente que tiene ocho fotos de aquí, que cada año se toma otra. También vamos a eventos, como posadas”.

Tradición en orden

Los otros “Santas” del lugar también llevan años en el negocio; cada diciembre desempacan sus escenografías, arman sus trineos y desempolvan el traje rojo. Se trata —en algunos casos— de negocios familiares: un miembro de la familia se pone el traje, otro toma las fotografías, uno más las imprime y nunca falta quién se encargue de hacer el llamado a los transeúntes.

Para regresar al Centro Histórico tapatío, hubo que registrarse como “artista urbano” en la Dirección de Cultura de Guadalajara; el martes la lista ya era de 111 personas, 20 de ellos “Santas”, el resto se divide entre caricaturistas, mimos, payasos, estatuas vivientes, músicos... Los artistas registrados deben portar un gafete con fotografía.

Además, la Dirección de Cultura les ofreció un taller —el lunes pasado, en diferentes espacios— donde, además de compartir sus experiencias, recibieron información sobre el patrimonio histórico de la ciudad, la importancia del trato humano y cordial en la gestión cultural y conceptos básicos sobre la cultura de paz.