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Jalisco | Entre aguas negras, hombres buscan pequeñas piezas del metal precioso

Con palas y suerte buscan oro en el canal de Atemajac

Entre aguas negras, hombres buscan pequeñas piezas del metal precioso

Por: EL INFORMADOR

Tesoros perdidos. La necesidad ha hecho que varios hombres se reúnan en el canal de Atemajac para buscar objetos de valor. EL INFORMADOR / R. Tamayo

Tesoros perdidos. La necesidad ha hecho que varios hombres se reúnan en el canal de Atemajac para buscar objetos de valor. EL INFORMADOR / R. Tamayo

GUADALAJARA, JALISCO (09/JUL/2015).- Desde Federalismo hasta Periférico Norte, el canal de Atemajac se abre como una rencorosa cicatriz por el Norte de Guadalajara. En tiempos de calor suelta un olor nauseabundo y en tiempos de lluvia aumenta su corpulencia y arrastra todo lo que abrazan sus largos y violentos brazos.

El sábado pasado, la lluvia matutina sorprendió a 11 hombres que se encontraban adentro del canal. Las ráfagas de aire frío estremecieron los árboles y dispersaron a las moscas que se amotinaban en oquedades de frutas podridas, cadáveres de perros famélicos y bolsas de plástico que desparramaban un olor punzante.

Armados de palas, botes y ropas raídas, los hombres sacaban del río un montón de lodo y piedras y los revisaban detenidamente. Mientras lo hacían, bromeaban y fumaban. Cuando se les preguntó qué estaban haciendo, Lucas, un hombre pelón y flaco, se sacó un arete dorado de la boca y dijo: “Estamos buscando oro”.

En otros tiempos la gente cruzaba océanos y llevaba a cabo masacres para obtener oro. Ahora las personas de escasos recursos se lanzan a un río de aguas negras para encontrar pequeñas piezas de este metal precioso.

Llamó la atención que estos hombres correosos, que han sabido sobrevivir en las peores condiciones, nunca se quejaran de su situación. Alrededor de ellos había un cinturón de pobreza, un muladar, pero también un ambiente de camaradería absoluta. Sus acciones no rezumaban envidia ni egoísmo, sino amistad. Reían con fuerza, festejaban los hallazgos ajenos y compartían un cigarro o un taco con las manos sucias.

En un par de horas, algunos de estos hombres encontraron anillos, broqueles y esclavas. En el grupo hay un ex chofer de la Alianza de Camioneros. Mientras bregaba con una pala y un bote, comentó que decidió renunciar a ese empleo porque después de más de un año de trabajo quisieron bajarle el sueldo. Con las joyas que hasta ese momento había encontrado, calculó que obtendrá al menos 400 pesos.

Pero el momento apoteósico de la jornada llegó cuando Pancho, un cargador del Mercado de Abastos, encontró una cadena de 18 quilates con la que podrá pagar la reparación de su lavadora para que sus siete hijos no anden sucios como él.

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