Sábado, 11 de Octubre 2025
Jalisco | Preparación en cuatro niveles

Clases de movilidad para andar en la ciudad

Una persona con discapacidad visual debe prepararse para salir a las complicadas calles de la ciudad

Por: EL INFORMADOR

En la Escuela para niñas ciegas preparan a los niños desde que son bebés hasta que aprenden a manejar el bastón blanco para salir a conocer la ciudad.

Jugando con arena

La piel de la pequeña Karla estaba llena de arena y sus pequeñas manos intentaron sujetarla pero no lo logró. Recostada sobre una manta, las plantas de sus pies y piernas fueron talladas delicadamente con las piedrecillas, no lloró, pero intentó levantarse; quería tomar la arena con sus manos. Sentada, encontró el recipiente que la contenía y comenzó a juguetear con ella.

Karla tiene 10 meses de edad y sus padres la llevan todos los días a la Escuela para niñas ciegas, donde recibe estimulación temprana ya que tiene incapacidad visual.

“Estimulamos a niños con ceguera a base de texturas: arena, piedras y semillas, para sensibilizar principalmente el tacto”, dice Fabiola, maestra de esta escuela.

El salón está rodeado por materiales de hule espuma y en el piso hay una colchoneta, sobre la que se hace la estimulación sensorial.

A simple vista en el aula destacan unos rodillos, algunos más grandes que la pequeña Karla. El material es utilizado para estimular reacciones y fortalecer los brazos y las piernas de pequeños.

Sobre el rodillo de espuma colocaron a Karla boca abajo, “lo hacemos rondándolo adelante y atrás, estimulando el reflejo de manos y pie”, explicaba Fabiola. El objetivo es que la bebé ponga las manos sobre la colchoneta para que cuando camine, si cae, tenga el reflejo para meter las manos.

“Sí se da el caso que los niños que no son estimulados tienen el error de caer con todo el cuerpo y no poner las manos, esto puede propiciar un accidente más grave”.

En área de estimulación temprana actualmente hay dos niñas y dos niños que van de los cuatro a los 10 meses, todos ciegos. El salón no es muy diferente a un área de juegos; pelotas, monitos, carritos son parte del lugar.

Cuando comienzan a caminar también se eleva la dificultad porque le van colocando obstáculos a su paso y deben aprender a sentirlos y pasarlos correctamente.

Aprendiendo con el reloj

Es básico que aprendan hacia dónde es su derecha, su izquierda, arriba y abajo, como cualquier niño. “Imaginamos que la mesa es un reloj, hacia adelante son las 12, hacia tu derecha son las tres, las seis junto tu panza y las nueve a tu izquierda”, señala María Esparza Moya, maestra de kínder y encargada del primer nivel del taller de movilidad.

En el área de preescolar trabajan con base en un tema, como cualquier otro kínder, la diferencia está en cómo lo hacen. Todos los dibujos que colorean son remarcados en relieve “para que los niños puedan ver con sus manos”.

“Cuando están pintando con crayola y se les perdió yo les digo: la crayola la tienes a las 12 o a las tres, o búscala más a las seis; igual, si se les cayó, cuando se bajan a buscarla también es con la técnica del reloj”, dice María Moya, expresando una particular alegría al hablar de los niños.

Un día de clase

El tema son las frutas. La maestra da una explicación de qué son y cómo son. La manzana en físico no podía faltar y los niños deben palparla, no sólo la que es roja, grande y jugosa, sino también la que ya está arrugada y su solidez está disminuida.

El día comienza con una plática de qué son las frutas, si las han comido o no. Los niños no tienen mucho lenguaje, es importante que lo desarrollen. Las preguntas van desde cuáles les gustan y cuáles no y cuáles son las que su mamá les da.

“Si tocamos la manzana real y luego palpamos el dibujo, nada qué ver, porque en el dibujo está sólo un cuarto de la fruta. Lo que hacemos luego es partirla y les decimos que esa parte es la que está en el dibujo, la tocan y también dibujo (que está a relieve) y notan su similitud".

Como en todo kínder las canciones, adivinanzas, juegos y juguetes no deben faltar. En la Escuela para niñas ciegas asisten nueve niños que aprenden las letras, los principios para escribir en Braille y movilidad.

La clave, caminar en línea recta

Una vez que conocieron su cuerpo en base a lateralidades, los niños pasan al siguiente nivel donde comienzan a trabajar cómo caminar y la discriminación de sonidos.

“Deben hacer bien la marcha, es decir, caminar correctamente y coordinado, porque hay niños que caminan ‘chueco’ y trabajamos en ello”, explica la maestra Ana Isabel Navarrete.

Para que los niños aprendan a caminar correctamente hay varios ejercicios, por ejemplo, con sonidos, con tambores marcan el ritmo para caminar y sobre el piso o a la altura de la mano colocan una cuerda para que caminen en línea recta; hacerlo curveado o zigzag es peligroso para ellos, pues podrían caer o bajar al área de vehículos.

Otro de los ejercicios principales es la discriminación auditiva. “Van a buscar las llaves por medio de su sonido, yo me ubico en el jardín y tienen que encontrarlas. Metemos varios sonidos y ellos sólo tienen que ir siguiendo uno ¿esto para qué les sirve? En el momento que ellos vayan afuera y tengan que cruzar avenidas, con todo el ruido que hay deben discriminar algunos para saber en qué sentido vienen los autos, si es de izquierda a derecha, o de frente; y sepan en qué momento cruzar”, detalló la maestra del segundo nivel de movilidad.

El siguiente nivel, el uso del bastón

En los grupos de movilidad los niños están divididos por capacidades, dominando lateralidades en todos sus sentidos, están listos para aprender a usar el bastón blanco.

La maestra Nora Irma García se encarga de enseñar las técnicas para el uso de bastón blanco y así puedan caminar de forma individual, bajar escaleras, puertas giratorias, andar.

El bastón blanco es un instrumento que les permite desplazarse en forma autónoma. Sus peculiares características de diseño y técnica de manejo facilitan el rastreo y detección oportuna de obstáculos que se encuentran a ras del suelo.

La maestra enseña desde cómo tomar el bastón, pegado al cuerpo si no se va caminar, hasta el modo de moverlo al caminar por la calle, extendido a modo de radar para localizar obstáculos, problemas en la zona peatonal y bajar de la banqueta.

Listos para salir

Cada martes se ponen de acuerdo para ir a visitar un lugar de la Zona Metropolitana de Guadalajara, los mayores se pueden ir solos pero los que apenas comienzan no deben ir sin supervisión.

“El cuarto grupo, es de once niños y salimos a la calle, ellos ya saben tomar el camión, pagarlo y hacia dónde deben caminar”, explica la maestra Luz Elena del cuarto nivel de movilidad.

Los maestros los acompañan, pero no los sobre protegen, los cuidan, expone la maestra, los estimulan para que tengan confianza al andar por la ciudad, que se atrevan a acercarse a las personas a pedir ayuda, que los orienten para saber qué camión tomar; al subir al camión se les recomienda sentarse al frente, cerca del chofer, para preguntarle a él o a la gente de a lado dónde se baja, aunque muchos ya se guían por el reloj por el tiempo que hacen a su destino.

Cuando son las primeras ocasiones que sale un niño, no se le deja solo. “Debo de estar con ellos para darles seguridad, mientras que están inseguros se ponen nerviosos, hay que hacer la labor de hacerlos conscientes que no les pasa nada, si se pierden que sepan qué deben hacer”.

“Nos enfrentamos mucho con el niño que no se siente con confianza para preguntar. Nos hemos pasado mucho rato ahí parados, hasta que dice: ‘señora por dónde’, con una voz muy bajita que no es escuchado, hay que darles seguridad. Y muchas veces, aunque hablen fuerte la ayuda no se las prestan, los ignoran, ¿será que las personas traen prisa? pues no sabremos… puedo decir que nos hemos encontrados con más gente positiva”, narró la maestra.

Entre los principales obstáculos que se encuentran son el mal estado de las banquetas y los canceles abiertos, pero Nora Irma admite que el reto mayor es darles seguridad y confianza para acercarse a las personas a pedir ayuda.

Un trabajo duro

Para la directora de la Escuela, Clara Días, los obstáculos en la calle son muchos, “hay unos cables que salen de la banqueta en diagonal hacia los postes, si el bastón viene de otro lado ellos no lo sienten y ¡se han dado unos golpes…!, las puertas de las cocheras abiertas también generan peligro, hay muchos para ellos en la ciudad”. Principalmente hace falta cultura, explica, pues hay gente que no respeta las banquetas y suben sus coches.

Lo más complejo que tienen al dirigir la escuela son los niños con discapacidad múltiple, para lo que ya se busca alianzas.

La Escuela para niñas ciegas se fundó en 1971. Actualmente es mixta y atiende a 46 niños. El financiamiento es a través de donativos de personas físicas y morales y por concurso al presentar proyectos a instancias públicas y privadas. Todos los servicios que prestan son gratuitos.

Para saber:
Las técnicas de movilidad y orientación con el bastón blanco se desarrollaron finalizada la Segunda Guerra Mundial. Fue en Pennsylvania, Estados Unidos, durante la realización de un programa de rehabilitación para militares ciegos, donde el sargento Richard Hoover advirtió que se desplazaban con ayuda de bastones que les servían como apoyo pero no les permitían anticipar los obstáculos a su paso. Por lo que creó un bastón liviano, con un tamaño directamente proporcional a la estatura media de la persona. Determinó que fuera blanco con la parte inferior de color rojo, convirtiéndose desde entonces en símbolo universal de la independencia y libertad para el desplazamiento de las personas con discapacidad visual.


Testimonios

La primera vez de Lupita

“La primera vez que salí a la calle sola fue a mi casa, que está por la calle de Hermosa Provincia.

Recuerdo cuando me dieron mis primeras clases fuimos al centro, yo tenía muchísimo miedo porque pensaba que me iban a atropellar los coches, como no veo se te desarrollan más los otros sentidos y cuando iba caminando pensaba que los coches se me venían encima y no, tu vas arriba de la banqueta pero con el mismo ruido tú dices: híjole me van a atropellar.

La maestra me decía: No, no te atropellan porque yo voy contigo. Luego yo me animé a irme a mi casa sola.
Iba con muchos nervios. Llegué a mi casa y le di la sorpresa a mi mamá que ya había llegado sola. Me hice la fuerte, pero por dentro sentía los nervios y que los pies me temblaban, de ahí me fui soltando poco a poco y ahora ya ando por todas partes”.

María Guadalupe Lozano Jáuregui tiene 40 años y llegó a la Escuela para niñas ciegas a la edad de cinco, “aquí me han dado las herramientas para independizarme en lo que cabe, es donde he aprendido a moverme, a cocinar, planchar, lavar, etc.”

El centro de la ciudad lo describe con muchísimo ruido, gente y baches. Entre las peticiones que haría al Gobierno está que arreglen las calles para poder caminar y “me gustaría que en cada esquina estuviese resaltada la calle y número de donde estás parada, porque hay veces que no encuentras a ninguna persona y a veces cuesta mucho trabajo llegar a tu destino”.

Recientemente estuvo trabajando en Diálogo en la oscuridad, de lo que dice: “la experiencia fue muy padrísima, lo que más me llamó la atención fue los comentarios de los niños, había gente grande que no sabía cómo expresarse y un niño te explicaba como si fuera un adulto”.

“Lo que más se me quedó grabado era cuando los niños lloraban porque pensaban que era real, eso a mí me frustraba mucho yo quería llorar con ellos, porque me partía mucho el alma verlos llorar, había niños que no querían entrar porque les daba mucho miedo y pánico”.

Los retos


Adriana de 10 años es alumna de la Escuela para niñas ciegas y todos los martes sale con su grupo a conocer la ciudad.

– ¿Qué es lo más complicado y lo que más te asusta al andar en la ciudad?
– Lo que más me asusta es cruzar las avenidas y lo más complicado es tomar el camión.

– ¿Qué haces en tus clases de movilidad?
– Los martes salimos a las calles, nos subimos a los camiones, nos llevan a muchas partes.

– ¿El lugar qué más te ha gustado?
– El lugar que me gusta es la Plaza Ciudadela. Hay juegos y también un lugar muy amplio. Todos me gustan mucho.

– ¿Has ido al Centro?
– Sí. Me gustó mucho porque fuimos a una tienda en uno de los retos, que ya no me acuerdo cómo se llama pero anduvimos haciendo retos.

– ¿Qué haces en la escuela?
– Aprendemos español, matemáticas, nos enseñan ciencias naturales, geografía, hacemos educación física. Aquí dormimos, es como nuestra segunda casa.

– ¿Qué es lo que más te gusta?

– Lo que más me gusta es la convivencia que tenemos entre compañeras y la materia que más me gusta es español.

– ¿Qué quieres ser de grande?
– Me gusta la psicología, psicóloga.

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