Viernes, 10 de Octubre 2025
Jalisco | Familiares y pacientes se quejan de maltrato

Centros de atención para adictos privan de la libertad a internos

La Secretaría de Salud Jalisco afirma que es uno de los principales problemas de varios establecimientos

Por: EL INFORMADOR

La mayoría de las veces son los propios familiares de los adictos quienes deciden internarlos en centros para su atención.  /

La mayoría de las veces son los propios familiares de los adictos quienes deciden internarlos en centros para su atención. /

GUADALAJARA, JALISCO (04/ENE/2012).- La rebeldía de los “adictos” se paga con castigo. A Miguel, tres sujetos se lo llevaron a la fuerza de casa de su hermana y él gritaba desesperado que no los dejara que lo internaran en ese “infierno”.  Durante el tiempo que estuvo retenido para su rehabilitación, vio cómo a otros internos los amarraban a sillas por varios días, donde tenían que dormir y hacer del baño, o los golpeaban en las piernas, si se ponían “rebeldes” y trataban de escapar.

En esa ocasión lo llevaron a uno de los establecimientos de La Perla de Occidente, que atiende a personas con problemas de alcoholismo y drogadicción. Este sitio es uno de los 130 que hay en el Estado para atender adicciones con el modelo de apoyo mutuo, el cual se caracteriza por no ofrecer atención profesional, de acuerdo con la Norma para Atención de Adicciones (NOM-028-SSA2-1999).

Sí. La norma permite que una persona con adicción que, de acuerdo con términos médicos está enferma, sea “tratada” por ex adictos. Lo que no permite es que estos centros priven a las personas de su libertad, con la justificación de que sus familiares lo consintieron.

“De todos los lugares que visitó Miguel —durante 12 años intentó rehabilitarse, hasta el año pasado, que murió en la calle por neumonía y sin lograr superar su farmacodependencia— La Perla fue uno de los lugares más peligrosos”, sentencia su hermano, José, quien lo acompañó durante todo ese proceso.

Ernesto Cisneros, jefe del Departamento de Insumos para la Salud de la Secretaría de Salud Jalisco, menciona la privación ilegal de la libertad como uno de los principales problemas de algunos establecimientos de atención de adicciones.

Pero en esta situación, tanto los familiares, como los responsables de los centros y las autoridades, lo permiten. Ernesto Cisneros lo explica: es común que una persona con adicción se convierta en un “problema” para la familia. Los parientes, hartos de la situación, llaman a algún “anexo” que brinda el servicio de ir por el “adicto” y obligarlo a que se interne.

“La familia sólo puede dar consentimiento cuando son menores de edad. Pero cuando son adultos y se los llevan a la fuerza, es privación de su libertad. Eso es una agresión al paciente, y si no los dejan en vigilia sin supervisión médica, para atender el síndrome de abstinencia, pues obviamente que se va a poner violento”.

El funcionario de la SSJ aclara que él no conoce denuncias por este delito, ya que comúnmente la familia es la que lo solicita. Incluso, si los inspectores detectaran un caso de privación ilegal de la libertad, tienen que notificar a las autoridades policiacas. “Pero para que se integre la averiguación previa debe haber ratificación del afectado, y eso difícilmente sucedería”.

Carlos, otro hermano de Miguel, recuerda que su pariente pasó por al menos 40 lugares diferentes. Unos más, unos menos, pero en todos lo trataban como animal. “El ‘Migue’ aguantaba, pero hubo un centro, por la calle 76, del que sí me habló para decirme, ‘carnal, por favor sácame de aquí o me voy a volver loco’. Todo lo que se imaginen de esos lugares, todo, todo es verdad. Los obligan a hacer cosas inimaginables, sobre todo a los que catalogan de rebeldes, que quieren escaparse”.

Esos lugares son infiernos “y la gente no se recupera de su problema, ¿cómo un ciego va a ayudar a otro ciego?”.

El otro hermano, José, los califica como centros de castigo donde los tratan inhumanamente. En La Perla, comenta, a Miguel lo tenían amenazado de que si le contaba a su familia lo que le hacían ahí adentro, “le ponían una buena (golpiza)… Ahí te enseñan a robar, a drogarte con otras sustancias adicionales a las que ya traías... un día de visita llegué a ver que ahí mismo les vendían droga. El problema es que es difícil encontrar lugares baratos de atención profesional, con psicólogos, doctores”.

La norma también permite los modelos mixtos y profesionales. Pero de los 154 centros de internamiento para la atención de adicciones, 130 son de ayuda mutua, basados principalmente en el método de los 12 pasos. Asimismo, sólo 62 están reconocidos por el Centro Estatal Contra las Adicciones en Jalisco (CECAJ), y 19 están en proceso.

Actualmente, cinco establecimientos de La Perla (ampliación 16, 4, 9, 13 y 10) están reconocidos por el Consejo Nacional Contra las Adicciones (CENADIC). El titular del CECAJ, Joel Chávez, explica que estos centros han ido mejorando, especialmente por la capacitación que esta dependencia les ha ofrecido en los últimos años. “Atienden a muchísima gente. Incluso decidieron cerrar seis establecimientos para ir concentrando sus esfuerzos. Antes había menos control y ahora el encargado de La Perla me pregunta que por qué los siguen estigmatizando por cosas que pasaron hace algunos años”.

Ernesto Cisneros, de la Secretaría de Salud, considera que en materia de salud lo más importante es la vida, y todo centro de atención de adicción requiere de expertos, porque “tienen que atender una enfermedad. Yo espero que haya una modificación a la ley para que sea un requisito que este problema lo atiendan profesionales”.

En el mismo tenor, la doctora Acalia Moncada, directora de la Unidad de Hospitalización Zapopan de los Centros de Integración Juvenil (que es de los pocos centros profesionales en el Estado), señala que a cada interno debe detectársele la raíz del problema, que pueden ser problemas psiquiátricos, traumas de infancia, algún problema mental, etcétera.

“Si no se atiende el fondo del problema, la farmacodependencia no se va a erradicar. Por eso tenemos doctores, psicólogos, psiquiatras y trabajadores sociales que manejan su entorno social”.

Los hermanos de Miguel reflexionan ahora que él probablemente tenía algún problema psiquiátrico que nunca se le detectó. Salía de un centro, recaía y volvía a pedir ayuda. Nunca le atinaron a ingresarlo a un centro profesional (porque además, los pocos que existen son privados y cuestan arriba de 120 mil pesos). Cuando Miguel se desesperaba, decía, “no saben lo terrible que es no tener nada más que la ropa que llevas puesta”. Y así vivió durante 12 años, hasta que una noche de enero de 2011, después de que escapó de un “anexo”, murió de neumonía en la calle, solo con la ropa que vestía ese día.

Sentadillas sin ropa


El segundo lugar que María visitó para su rehabilitación fue La Perla. Tenía apenas 21 años de edad. Para ingresar la obligaron a quitarse la ropa y a hacer sentadillas. “Me tuvieron ahí dándome órdenes y mientras ellas se burlaban de mí, hacían comentarios de mis tatuajes y se reían de mi cuerpo”.

—¿Se burlaban de ti?

—Me veían con morbo, era como… sí, pues les gustaban las mujeres y me hacían comentarios que me incomodaban.

Para castigarla por su adicción —a la piedra, principalmente—, a María la obligaron a vestir ropa interior usada por otras internas, toallas y cepillos llenos de piojos, si tenía ganas de llorar, la amenazaban con golpearla, porque tenía que ser “fuerte”….

“Cuando iba mi mamá, las viejas encargadas estaban ahí vigilándome para ver qué decía. Y yo sólo apretaba su mano, para ver si me entendía… con los ojos le rogaba que me sacara de ahí. A las dos semanas, una compañera pudo salir y le dijo a mi mamá que me ayudara a escapar. Por eso pude salir pronto, pero toda llena de pulgas… es lo peor que me ha pasado”.

José recuerda que en uno de los tantos centros que estuvo su hermano Miguel, los responsables del lugar le “ofrecieron” a una de las internas. “Cuando eran sitios mixtos, en ocasiones obligaban a las mujeres a que tuvieran sexo con los visitantes o con otros internos. Y el dinero yo creo que se lo quedaban los del centro”.

Los testimonios de quienes han estado en sitios de apoyo mutuo coinciden en la insalubridad de los cuartos, la ropa y la comida; el hacinamiento y la violencia física y psicológica.

La directora de la Unidad Zapopan hace memoria de lo que le han contado sobre los famosos “anexos”: rapan a las mujeres y se ha dado que las prostituyen cuando son centros mixtos, los hincan en corcho latas, los dejan días parados e incluso se los llevan a granjas que ignoran donde se ubican.

Entrevistado por separado, Ernesto Cisneros cuenta que a la Secretaría de Salud han llegado madres buscando a sus hijos, que piensan se los llevaron a centros de reclutamiento. “Esto es lo más grave, porque no hay registro de qué pasa con esta gente. Para muchas familias, desafortunadamente, los adictos son un problema y prefieren deshacerse de ellos. Lo que no ven es que la familia también está enferma y requiere atención”.

CRÓNICA
“La música calla a los monstruos”


De espaldas, María llama la atención del resto de los internos de la Unidad de Hospitalización Zapopan por los tatuajes que se asoman por su espalda y brazos. El primero que se hizo fue una pequeña mariposa en la muñeca izquierda. Luego se tatuó todo el brazo con mariposas más grandes que tienen como fondo una fila interminable de cicatrices horizontales.

En la derecha tiene su nombre tatuado, “María”, y símbolos musicales: “Ahí, me encanta la música… la música calla a los monstruos”.

Tiene 26 años y es su sexto intento de rehabilitarse de su adicción. La primera vez le pidió ayuda a su madre y la internó en un sitio privado “que costó como 45 mil pesos. Me sirvió mucho, era un lugar como aquí, profesional, pero dejé el tratamiento y recaí”.

María habla despacio, sentada en su cama junto a una muñeca Cabarga Catch, dibujos a mano, un reproductor de discos compactos y muchos discos, desde cumbias, hasta de reggae. Se ve mucho menor de la edad que tiene. Sonríe y explica que “eso ya es de familia”. Mientras habla, su melena se desliza por su cara y acaricia una cicatriz que inicia en su cachete y que termina casi en el pliegue de su boca.

Uno de los sitios en los que estuvo es La Perla, del que salió prácticamente huyendo “porque viví mucha violencia”. Después de este lugar no tuvo atención médica “y volví a recaer… y eso es lo peor, la moral se aplasta, se queda muy baja…”, tan baja que María intentó acabar con su vida: se tomó una pila de pastillas y se hirió todo el cuerpo, incluido el rostro. “Me sentía muy mal conmigo, con mi familia y creí que la solución era… ¡ya!”.

En la Cruz Roja lograron mantenerla con vida y de ahí la dirigieron al SALME, donde le detectaron un problema psiquiátrico. “Ahí me dijeron que mi problema no era la adicción, o sea, sí, pero el origen de todo es que ponía ansiosa por mi problema, entonces me dieron un medicamento para mantenerme tranquila. De ahí me dirigieron aquí (la Unidad de Hospitalización de Zapopan, que es del modelo profesional) y me siento bien… aquí viene hasta mi mamá a atención psicológica. Ella ha aprendido muchas cosas de mí y yo he entendido muchas de ella que antes me lastimaban”.

Ernesto Cisneros, jefe de Departamento de Insumos para la Salud, señala que otro problema de los centros de rehabilitación no profesionales es que, al no hacer un diagnóstico cuando ingresa el paciente, no detectan si tienen problemas psiquiátricos, enfermedades que requieran atención especial, si tienen síndrome de abstinencia o si llegan intoxicados y requieren atención médica de urgencia.

María sale de la Unidad de Zapopan en febrero, y en su plan de vida —que le piden en el CIJ— planteó estudiar para ser maestra de inglés o instructora de danza, donde haya “mucha” música y pueda espantar a los monstruos.

Marco legal
¿Qué dice la norma?


La NOM-028-SSA2-1999, para la prevención, tratamiento y control de las adicciones permite tres modelos de intervención:

*Ayuda mutua. Es ofrecido por agrupaciones de adictos en recuperación, cuyo propósito fundamental es apoyar al adicto en la resolución de su problema. Los programas de ayuda mutua más comúnmente utilizados tienen su fundamento en los llamados “Doce Pasos de A. A.”, que utilizan diferentes agrupaciones. Con este modelo se trata de incidir, tanto en la conducta como en los problemas existenciales y emocionales del adicto. Subyace la idea de pertenecer a un grupo y practicar los “Doce Pasos”, se caracteriza por no ofrecer servicios profesionales de atención.

*Mixto. Deberá ofrecer servicios profesionales de tratamiento y de ayuda mutua en diversos establecimientos, tales como: clínicas, comunidades terapéuticas y casas de medio camino.

*Profesional. Ofrece diferentes servicios de atención, a través de consulta externa, urgencias y hospitalización, y está manejado por profesionales de la salud emocional del adicto. Subyace la idea de pertenecer a un grupo y practicar los “Doce Pasos”, se caracteriza por ofrecer servicios profesionales de atención.

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