Sábado, 18 de Octubre 2025
Jalisco | Entre veras y bromas por Jaime García Elías

- Regaño

¿Y por qué he de hablar sólo de mis malas acciones?... ¿Por qué no me pregunta acerca de los actos de misericordia que he realizado desde mi última confesión?...

Por: EL INFORMADOR

Primero, contrito, el reconocimiento del cardenal Juan Sandoval Íñiguez: en Guadalajara ha habido “cinco o seis” casos de pederastia por parte de sacerdotes diocesanos. Después, altivo, el regaño por partida doble. Primero, porque esos casos, entre los clérigos, “son menos frecuentes que en el magisterio, la Policía o el Ejército”. Segundo, porque cuando la prensa los ventila —conformes: excepciones a la regla—, aunque sea por encimita, y nada se dice, en cambio, sobre “la mayoría, que son buenos”, la culpa, según Su Eminencia, es de los medios, “que hacen noticia de lo malo y no de lo bueno”.

—II—


A ver...

Los medios, en efecto, destacan —van algunos botones de muestra— arbitrariedades de soldados, atropellos de policías, torpezas o negligencias de médicos, abusos de mentores, salvajadas de choferes del transporte público, etc. Lo hacen porque en esos casos suele haber víctimas a las que llegan a costar la vida las omisiones o extralimitaciones en el cumplimiento del deber de quienes están, supuestamente, para asistirlos y protegerlos. Los medios difunden esos hechos porque impresionan. E impresionan, precisamente, porque se salen de lo normal... En otras palabras: lo normal (que el soldado proteja al ciudadano, que el policía persiga al delincuente, que el médico asista al enfermo, que el maestro dé ejemplo de sabiduría y honorabilidad, que el chofer preste un servicio con respeto y diligencia...) no es noticia.

(Vaya: es como si el penitente reprochara al confesor que lo invita a dar cuenta de sus pecados: “¿Y por qué he de hablar sólo de mis malas acciones?... ¿Por qué no me pregunta acerca de los actos de misericordia que he realizado desde mi última confesión?... ¿Qué afán es ése de sólo hacerme sentir culpable por las duras y de no abonarme las maduras?...”).

Ahora bien: que un soldado, un policía, un médico, un maestro o un chofer traicionen su elevada función social, es lamentable... y eventualmente trágico; que un ciudadano que se dice elegido por Dios para consagrar su vida a predicar Su palabra y a ser modelo de conducta y de amor —en el sentido cristiano— entre sus semejantes, abuse de los más pequeños e indefensos, no sólo es lamentable y eventualmente trágico... Es, además, escandaloso.

—III—


En casos así, un buen ejemplo de congruencia con lo que se predica sería tener una poca menos acuciosidad para buscar pajas en los ojos ajenos... y una poca más humildad para reconocer las vigas en el propio.

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