Viernes, 29 de Marzo 2024
Internacional | Se trata de una de las estancias más largas de un mandatario extranjero en un país

Fidel Castro y su visita de 22 días a Chile

Se trata de una de las estancias más largas de un mandatario extranjero en un país

Por: NTX

Todos los habitantes abarrotaron las calles de Chile, ansiosos de agasajar a Castro; en la imagen, con Salvador Allende. ESPECIAL /

Todos los habitantes abarrotaron las calles de Chile, ansiosos de agasajar a Castro; en la imagen, con Salvador Allende. ESPECIAL /

SANTIAGO DE CHILE, CHILE (28/NOV/2016).- En el mundo actual, donde todo se realiza de la forma más rápida posible y donde las visitas de Estado suelen durar un par de días, o incluso horas, resulta inimaginable que un presidente extranjero permanezca de visita en un país por 22 días para recorrerlo de norte a sur.
 
Fidel Castro Ruz no sólo era conocido por sus extensos discursos, como el de siete horas por televisión, en enero de 1959, tras el triunfo de la Revolución, o el de cuatro horas y 29 minutos en septiembre de 1960 en Naciones Unidas.
 
También se le recuerda por la visita de 22 días a Chile que realizó en 1971, una de las más largas de un mandatario extranjero a un país.
 
Las crónicas de la época dan cuenta de masivas concentraciones de chilenos ansiosos de escuchar el mensaje de Fidel Castro, además de recibimientos en las calles y aeropuertos como señal del cariño y admiración que existía por el líder de la revolución cubana, quien en principio realizaría una visita de 48 horas a Chile.
 
"Cuando se confirma que viene Fidel a Chile todos los sindicatos se movilizan, lo mismo que las federaciones de estudiantes, todos quieren estar con él, todos quieren estar cerca, estrecharle la mano, darle un abrazo y, lo más importante, escucharlo", asevera Fernando Vega, uno de los tantos obreros chilenos que asistió a los actos.
 
Agregó que "fue un acontecimiento nacional, todo el mundo quería ver a Fidel, todo el mundo quería entrar al Estadio Nacional para escuchar sus palabras de despedida, escuchar que el proceso revolucionario que vivíamos los chilenos era el correcto, que aquel era el camino correcto trazado por el presidente (Salvador) Allende para nosotros".
 
"Hubo gente que viajó de una ciudad a otra para ver a Fidel, que realizó sacrificios para verlo, aunque fuera a mucha distancia. Yo recuerdo que nos dieron permiso en la fábrica para ir a verlo y escucharlo, fue algo que no se olvida y que se le cuenta a los hijos y nietos, el haber estado en el Estadio Nacional escuchándolo", añadió.
 
Fábricas, yacimientos mineros, viñedos, salitreras y universidades fueron los escenarios donde el mandatario cubano llegó a estrechar la mano de obreros y estudiantes, la mayoría partidarios del gobierno de la Unidad Popular que encabezaba el presidente Salvador Allende desde noviembre de 1970.
 
En el marco de la visita, Castro le regaló a Allende un fusil AK-47, el mismo que, se supone, usó el gobernante chileno para suicidarse el 11 de septiembre de 1973 en el Palacio de La Moneda en medio del asedio de las fuerzas militares lideradas por Augusto Pinochet.
 
En forma paradójica, fue Pinochet quien ejerció como edecán del gobernante cubano durante su extensa visita a Chile.
 
Las fuentes afirman que son los trabajadores y los estudiantes quienes esperaron con mayor fervor un fugaz encuentro con Castro, lo que queda comprobado con las imágenes de emoción de obreros abrazando al presidente cubano y llamándolo "el padre de la revolución".
 
El mandatario visitante fue agasajado con comidas tradicionales chilenas, en el marco de las cuales probó el afamado pisco (aguardiente de uva) y las chirimoyas; recibió de regalo vestimentas, como un poncho, y jugó basquetbol, entre otras muchas actividades.
 
En uno de sus encuentros multitudinarios, 25 mil mujeres lo aclamaron en el Estadio Santa Laura, en el sector norte de la capital chilena, mientras que decenas de miles abarrotaron el Estadio Nacional al final de su largo periplo por el país.
 
El líder de la Revolución y su comitiva de 45 personas llegó a Chile el 10 de noviembre de 1971 al Aeropuerto Internacional de Santiago, donde fue recibido por Allende.
 
El 12 de noviembre, Castro Ruz viajó a Antofagasta, mil 378 kilómetros al norte de Santiago, desde donde se desplazó el 13 de noviembre a las oficinas salitreras de María Elena y Pedro de Valdivia y al día siguiente a la mina de cobre de Chuquicamata.
 
El 16 de noviembre arribó a Iquique, mil 758 kilómetros al norte de Santiago, tras lo cual, al día siguiente, se desplazó hasta Concepción, 520 kilómetros al sur de esta capital, donde participó en una masiva concentración en el estadio de la ciudad.
 
El 18 de noviembre visitó la Universidad de Concepción, para reunirse con estudiantes, y localidades aledañas como Tomé y Lota (donde visitó una mina de carbón), para enseguida viajar a Puerto Montt, mil 35 kilómetros al sur de la capital chilena.
 
El 21 de noviembre, en tanto, estaba de visita en Punta Arenas, dos mil 200 kilómetros al sur de Santiago, y al día siguiente en la austral Tierra del Fuego, mientras que el 24 de noviembre encabezaba un acto en la ciudad de Rancagua, 90 kilómetros al sur de aquí.
 
Al día siguiente, pronuncia un discurso en Santiago y se desplaza a Santa Cruz, localidad distante 182 kilómetros al sur de esta capital, en tanto que el 30 de noviembre viaja a Valparaíso, 120 kilómetros al noroeste de Santiago.
 
El 2 de diciembre, los chilenos lo despiden con un acto en el Estadio Nacional de Santiago, desde donde se dirige al aeropuerto de la capital para regresar a La Habana.
 
Salvador Allende acompañó en varias de sus actividades a Castro Ruz, lo que le permitió a ambos dialogar sobre las relaciones bilaterales, establecer las bases de cooperación entre ambos procesos políticos revolucionarios y estrechar sus lazos de amistad.

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